1. Avance «fascista» en las elecciones del 23 de noviembre El presidente Hugo Chávez ha definido el significado político de las elecciones del 23 de noviembre. En su «Aló Presidente» (30.11.2008) afirmó que había dejado de pensar en la posibilidad de la reelección indefinida después del referendo de 2007, pero que cambió de idea después […]
1. Avance «fascista» en las elecciones del 23 de noviembre
El presidente Hugo Chávez ha definido el significado político de las elecciones del 23 de noviembre. En su «Aló Presidente» (30.11.2008) afirmó que había dejado de pensar en la posibilidad de la reelección indefinida después del referendo de 2007, pero que cambió de idea después de observar el avance de la oposición en cinco estados y la alcaldía metropolitana de Caracas, durante los comicios del 23 de noviembre. Y agregó que con los triunfos de los opositores ve «más clara la gran amenaza que se cierne sobre el pueblo venezolano con estos fascistas».
2. El modelo de gobierno postgolpista ante el «avance fascista»
El mensaje del referendo de diciembre de 2007 y de las elecciones del 23 de noviembre es, en efecto, claro: a) el fin del apoyo automático de sectores de las clases medias y de los partidarios críticos del presidente y b) el avance de las fuerzas golpistas del 11 de abril de 2002.
De ahí se derivan dos hipótesis: 1. que elementos estructurales del modelo de gobernación posgolpista, desarrollado por el presidente durante los años 2002/3, están agotados para contener el avance del golpismo y 2. que el futuro político del presidente depende de su voluntad y capacidad para adaptar ese modelo a las nuevas circunstancias endógenas e internacionales, que lo hacen crecientemente disfuncional para mantener el poder.
3. El cambiante entorno internacional reduce el poder presidencial
Los recientes cambios del entorno internacional implican inevitablemente una relativización del poder de conducción de Venezuela dentro del hemisferio Occidental y a escala mundial. Entre esos reductores pueden mencionarse los siguientes.
3.1 La caída del precio del petróleo merma drásticamente las posibilidades de política internacional de Venezuela, basadas en el poder energético-financiero. Será probablemente imposible financiar los gigantescos proyectos del Gaseoducto-oleoducto del Sur y del Ferrocarril del Sur mientras se mantiene simultáneamente el apoyo al ALBA, a Petrocaribe, la modernización militar, la creación del Banco del Sur y el Estado keynesiano del bienestar.
3.2 Rusia e Irán, los dos aliados euroasiáticos más cercanos de Venezuela, están sufriendo una crisis económica estructural. Las corporaciones rusas, por ejemplo, deben 187 millardos de dólares (187 mil millones) a los bancos de Occidente; 116 millardos en bonos corporativos denominados en euros y la deuda externa de sus bancos asciende a alrededor de $ 200 millardos. Es muy dudos, que las reservas internacionales rusas alcancen para pagar esas deudas, refinanciar a las empresas en crisis, modernizar las Fuerzas Armadas, reactivar la economía y defender el rublo.
3.3 El presupuesto ruso se equilibra con un precio de 70 dólares el barril de petróleo, el de Irán con 95 dólares, mientras que el de Venezuela está calculado (2009) sobre un precio de 60 dólares. Actualmente, el precio gira en torno a los 40 dólares, mientras que el promedio para 2009 oscilará probablemente alrededor de los 65 dólares, lo que obligará a Rusia e Irán a echar mano de sus reservas internacionales o endeudarse. El anuncio de Arabia Saudita, de que un precio de 75 dólares es «justo», indica que Washington ha logrado convencer a Riad que hay que quebrar la fuerza financiera-energética de Rusia, Irán y Venezuela por la vía de su principal fuente de ingresos de divisas, tal como se hizo con la Unión Soviética. Es posible que el eje Washington-Riad logre reconfigurar la correlación de fuerzas en la OPEP en este sentido. Sobre el gobierno de Irán pesa, además, un serio descontento de la burguesía del bazar, del desempleo, de la juventud y de la amenaza nuclear de Israel, cuya ejecución para 2009 ha sido anunciada por Tel Aviv.
3.4 El descubrimiento de petróleo y el éxito del programa de biocombustibles han liberado a Brasil de la dependencia energética que le vinculaba a Venezuela. Al mismo tiempo, como potencia emergente del BRIC (Brasil, Rusia, India, China), ha entrado a jugar en las grandes ligas de la política mundial, lo cual relativiza tanto la importancia de América Latina como el poder de negociación de Caracas frente a Brasilia.
3.5 La elección de Obama y su gabinete significan la unificación imperialista de la clase dominante estadounidense ante su crisis de dominación mundial; sin veleidades de procedencia partidista, étnica, religiosa o género. La unificación casi monolítica de la clase dominante más peligrosa del mundo y su elección de un gerente muy hábil, aumenta peligrosamente la capacidad gerencial de política internacional de la Casa Blanca frente a la del Bobo Baby Bush.
La política exterior de Washington tiene el objetivo, en palabras de Obama, de lograr el renacimiento del American Century: «un nuevo amanecer del liderazgo estadounidense» en el mundo. Para alcanzarlo, «tenemos que seguir una nueva estrategia que hábilmente emplea, equilibra, integra todos los elementos del poder estadounidense, el militar, el diplomático, nuestra inteligencia y procuración de la ley, nuestra economía y el poder de nuestro ejemplo moral. El equipo que hemos conformado aquí (…) está hecho justo para hacerlo.»
Para la Patria Grande, la reafirmación del American Century se traduce en la reafirmación de la Doctrina Monroe y del Corolario de Roosevelt.
4. Los modelos de gobernación del presidente Chávez
El primer modelo de gobierno del presidente operó de 1999 hasta el 11 de abril de 2002. El segundo emergió después del golpe militar, estructurado esencialmente por el propio presidente. Hoy día, las circunstancias exigen que Hugo Chávez diseñe su tercer modelo de gobernación, porque la creciente disfuncionalidad del segundo es evidente.
El hecho de que este modelo no haya logrado impedir durante un lustro los avances de los golpistas del 2002 -y ello a pesar de contar con todos los recursos financieros imaginables; una virtual discrecionalidad legislativa y ejecutiva absoluta; ante unos candidatos opositores ineptos, corruptos, neoliberales y represivos, y en medio de una grave crisis del capitalismo neoliberal- obliga a los sectores estatales, partidistas y sociales progresistas del país a analizar a fondo el modelo de 2002-2007. Siendo ésta primordialmente una tarea de los sujetos nacionales de la revolución, tres talones de Aquiles pueden señalarse de inmediato.
4.1 La crisis del modelo económico
El modelo económico implantado después del golpe petrolero (2002/3) fue desarrollista-keynesiano. Ante la brutal agresión de las fuerzas «escuálidas», las necesidades de la población y las circunstancias políticas y éticas del país, no había otra alternativa. El modelo logró reactivar la economía, mejorar la situación social, desarrollar tentativamente plataformas de alta tecnología y mantener la lealtad política de las mayorías. Sin embargo, ha revelado tres deficiencias importantes.
4.1.1 Desde el inicio se basó en la sobrestimación de la capacidad gerencial del Estado de sustituir al mercado (capital privado). La creciente liberación de los precios administrativos; los programas de subsidio a sectores empresariales; la apertura de la faja del Orinoco a las corporaciones transnacionales; la creciente importancia de las burguesías internacionales en la dinamización de la economía, particularmente las brasileñas y argentinas, y las decepciones en la construcción de un modelo «socioproductivo comunitario», indican que el gobierno se ha visto obligado a modificar esa concepción original y ceder más poder a las burguesías, en su modelo de economía mixta de mercado.
4.1.2 La inflación de alrededor del 35%, la más alta de América, es el peor problema económico del gobierno. Desde un punto de vista político, es preferible para un presidente enfrentar una crisis deflacionaria (Obama) que una inflacionaria (Chávez), sobre todo cuando afronta procesos electorales como el referendo de 2009 y las elecciones parlamentarias de 2010. La depresión mundial bajará el índice de la inflación importada, pero aún así, el impacto de un programa antiinflacionario serio sobre la lealtad electoral de importantes sectores de la sociedad venezolana es motivo de preocupación real.
4.1.3 Una tercera hipoteca del modelo consiste en que los intentos de dinamizar la economía nacional mediante la construcción de sujetos económicos populares no han sido exitosos. Las estadísticas estatales revelan que el primer intento, las cooperativas, han sido esencialmente fracasos productivos (Censo de Cooperativas, 2006, INE); resultado que motivó al presidente a decir en julio de 2008 que la «cooperativa no es el camino al socialismo» y que «las cooperativas no son socialismo, no nos equivoquemos. Las cooperativas son un instrumento del mismo capitalismo.» (Aló Presidente, Nº 314).
El segundo intento, los consejos comunales, por su constitución y función estructural tampoco tienen el potencial de convertirse, junto con PdVSA, en el músculo de la economía nacional. El tercero, por suerte, parece haber sido congelado temporalmente por el presidente: la descabellada idea de Martha Harnecker y Haiman el Troudi de introducir el «dinero comunal» en Venezuela, quimera que hundiría definitivamente la economía nacional en el caos.
En cambio, el establecimiento del Sistema Único de Compensación Regional (SUCRE), que sería una unidad regional interna de contabilidad o una moneda de canasta (internal accounting unit o «basket» currency), es un paso acertado hacia la construcción del Bloque Regional de Poder (BRP). Si se valoriza el SUCRE, una vez establecido, mediante el valor del trabajo (insumos de tiempo), constituiría un paso gigantesco hacia el Socialismo del Siglo XXI.
Resumiendo: las altas tasas de crecimiento del PIB; la transferencia inflacionaria de riqueza hacia los dueños de los medios de producción y el retroceso en la creación de sujetos populares de macrodesarrollo económico, han resultado en el incremento no intencionado del poder económico de las burguesías, dentro del modelo desarrollista de 2002-2008.
4.2 Tres aspectos críticos del modelo discursivo
4.2.1 El presidente ha logrado desarrollar una formidable máquina de contra-propaganda ante la subversión mediática nacional e internacional. Esa maquinaria cumple la necesaria función de defender al gobierno, pero se ha mostrado incapaz de romper la hegemonía de los medios privados sobre el bloque opositor nacional. Y si el análisis del vicepresidente de Telesur, Aram Aharonian, sobre Telesur, es certero, entonces la «Al Jazeera criolla» tampoco ha podido salir de su status embrionario.
4.2.2 Con frecuencia, el discurso oficial utiliza la estructura binaria del mito, tal como ilustra el siguiente discurso maniqueo electoral de Diosdado Cabello: «Tenemos que estar convencidos de que es la lucha del bien contra el mal. El bien lo representa el socialismo y el mal lo representa el capitalismo. El bien lo representan los candidatos de la revolución, el mal lo representan los candidatos de la contrarrevolución.»
La contrarrevolución oligárquica-imperial le impuso esta estructura discursiva binaria al presidente durante los tiempos de la guerra civil latente, 2001-2004. En aquellos años reflejaba las condiciones objetivas de la situación venezolana y por eso tenía fuerza. Hoy día, imperan en Venezuela las condiciones de normalidad de un régimen burgués, lo que explica que el discurso tiene cada vez menos impacto en la ciudadanía, tal como prueban las votaciones de diciembre y noviembre.
4.2.3 Los tres principales contenidos del discurso, el bolivarianismo, la ética altruista y el Socialismo del Siglo XXI, están estancados. El bolivarianismo porque después de una década de citar al Libertador, pierde su carácter innovador. La ética altruista porque contradice esencialmente la normativa fáctica de comportamiento de la sociedad consumista venezolana actual, al igual que el comportamiento de sus elites políticas, económicas y culturales. El discurso del Socialismo del Siglo XXI, por último, porque no ha habido ningún aporte científico o práctico importante del Estado venezolano para su avance o su realización en pos de una sociedad poscapitalista.
4.3 La conciencia de masas y el Partido de Estado
4.3.1 Es indudable que el nivel político de la ciudadanía venezolana hoy en día es más alto que hace diez años, lo cual constituye un mérito del proceso. Sin embargo, si se compara la conciencia política de las masas venezolanas con la de los sandinistas a pocos años de haber tomado el poder; de amplios sectores de la Unidad Popular en Chile o de la Revolución Cubana a una década del triunfo, la diferencia es muy palpable y preocupante, a la luz de la derrota en Petare.
4.3.2 Semejante preocupación genera la popularidad del PSUV. En una encuesta preelectoral del gobierno sobre la preferencia electoral y confianza partidista de los ciudadanos, el PSUV se quedó en segundo lugar con alrededor del 33% y los partidos de oposición en el tercero. El ganador fue la opción «ningún partido».
5. El centro político escoge al futuro presidente de Venezuela
El tiempo de excepción de la política venezolana terminó este año. La evolución 2009-2013 del sistema corresponderá a la de una democracia burguesa relativamente estable (con algunos focos subversivos) dentro de una economía de mercado, determinada internamente por la inflación y la emergencia del centro político del país. En este sentido, un eventual triunfo del presidente en el referendo de febrero 2009 será una variable muy importante para el escenario venezolano, pero no predeterminará el desenlace de las elecciones presidenciales de 2012.
Sujetos políticos que competirán por el apoyo y los votos de este centro político son el golpismo reciclado (Capriles Radonski, Ledezma); la burguesía y clase política «ni-ni» (Miquelena, Cisneros) y el bolivarianismo.
Es deseable que la enorme capacidad de trabajo, de creatividad, de visión estratégica y de carisma comunicativo de Hugo Chávez se mantenga en un papel preponderante en la política venezolana y latinoamericana, porque el fracaso del referendo de febrero 2009 quitaría a Venezuela la relativa estabilidad de las instituciones que ha logrado y a América Latina el único motor real de la integración existente.
Sin embargo, si este deseo se vuelve realidad, dependerá de la capacidad del presidente para adaptar su tercer modelo de gobernación a la nueva realidad nacional e internacional.
Este modelo requiere de dos funciones vitales: para mantener la cohesión, necesita un líder fuerte, como Hugo Chávez lo reclama. Y parar el avance de «los fascistas» requiere de un sistema de conducción nacional en el cual el líder actúa como primus inter pares (primero entre iguales) dentro de una vanguardia colectiva.
Ambas funciones son tendencialmente conflictivas. Pero de la capacidad de Hugo Chávez de mantener su unidad dialéctica dependerá la sobrevivencia política del proyecto bolivariano y la suya propia.