La Tercera encuesta sobre condiciones de trabajo en la Unión Europea cifraba en seis millones los afectados por la violencia física, en tres millones las trabajadoras acosadas y en doce millones los coaccionados en el ámbito laboral Etica protestante, ascetismo católico y stajanovismo estalinista. El trabajo no dignifica, separa y asesina. Una vez sentí un […]
Etica protestante, ascetismo católico y stajanovismo estalinista. El trabajo no dignifica, separa y asesina. Una vez sentí un cuchillo en las costillas mientras desempeñaba mi trabajo como educador. El autoritarismo de una orden directiva y una chapucera organización institucional habían desencadenado una secuencia de hechos que no debería haberse producido.
Hace diez años la OIT encargó el informe «Violence at work» y las previsiones lo han agudizado. Esta primera evaluación consideraba que la violencia en el trabajo se había globalizado y criticaba el vacío de análisis comparativos y criterios evaluativos comunes para abordar la problemática. Un repaso de la literatura socialista les hubiera aportado material para observar cómo las agresiones corporales, el acoso sexual, la insalubridad, las exposiciones contaminantes, la falta de seguridad, el mobbing, el estrés, el chantaje, las coacciones y las humillaciones son una constante en las desiguales relaciones sociales de producción capitalista.
Hay profesiones sensibles a los efectos de la brutalidad social, especialmente las de actividad nocturna, el comercio minorista y las relacionadas con los servicios sanitarios, educativos y sociales. La encuesta «Internacional Crime (Victim) Surve», ya apuntaba que, solamente en Francia, un 11% de hombres y un 9% de mujeres habían sido víctimas de actos violentos durante su jornada laboral. Además, la «Tercera encuesta sobre condiciones de trabajo de la Unión Europea» cifraba en seis millones los afectados por la violencia física, en tres millones las trabajadoras acosadas y en doce millones los coaccionados en el ámbito laboral.
El psicoterror se expande. Konrad Lorenz observa mobbing entre animales y Heinz Leymann define el problema como social. El mediocre repta, veja e impone su punto de vista único. El amedrentador es un micro fascista. Un 53% de ingleses han padecido su tortura y en Suecia la intimidación es un factor coadyuvante del 15% de los suicidios. «Querían hacerme creer que no existía», afirma la fundadora de la asociación vasca de afectados. Neruda confesó haber vivido una situación similar.
La flexibilidad laboral, la desregulación de los sistemas de protección del empleo, la deslocalización de empresas y el incremento de la movilidad, además de la interiorización del éxito individualista y consumista, extienden las tácticas de amilanamiento. Foucault: Los factores psicosociales negativos condicionan la salud psicofísica. El estrés disloca a la persona del medio, lo que para Hans Selye es una suerte de anomia.
No estamos lejos del Durkheim que analiza los efectos destructores de la división social del trabajo. Cuando, consolidada la revolución industrial, se producía un aumento desmesurado de los suicidios. De ahí que la propuesta política del gran sociólogo no pasara por aumentar el control burocrático, sino por reinventar lo comunitario a través de una descentralización y restitución de la antigua autonomía a las resocializadoras agrupaciones locales.