A pesar de toda la movilización en las calles de ciudades brasileras y de las campañas por Internet, y despreciando el parecer del Ministerio Público Federal (MPF) que reafirmó ser contrario al pedido del gobierno federal para reiniciar las obras, en la noche de ayer (27), el ministro Carlos Ayres Britto, presidente del Tribunal Supremo Federal […]
A pesar de toda la movilización en las calles de ciudades brasileras y de las campañas por Internet, y despreciando el parecer del Ministerio Público Federal (MPF) que reafirmó ser contrario al pedido del gobierno federal para reiniciar las obras, en la noche de ayer (27), el ministro Carlos Ayres Britto, presidente del Tribunal Supremo Federal (STF) decidió el reinicio de las obras de la usina hidroeléctrica de Belo Monte, en el río Xingú (Altamira, estado de Pará).
La decisión atendió a un pedido de la Abogacía General de la Unión (AGU), que alegó que la paralización de las obras podría causar daño al patrimonio público y perjuicios a la economía brasilera y a la política energética del país. Otra justificación del abogado general de la Unión, Luis Inácio Adams, fue que la decisión de paralizar las obras no respetaba la deliberación anterior del Supremo, que interpretó que la concesión para el comienzo de las obras de la hidroeléctrica no lesionaba la Constitución brasilera.
Antônia Melo, del Movimiento Xingú Vivo para Siempre, que lucha desde hace más de 20 años en contra de la construcción de Belo Monte, lamenta el hecho de que la decisión haya sido tomada sin que el ministro juzgara el mérito de la cuestión con la seriedad necesaria.
«Estábamos preparando una caravana con los pueblos indígenas que iba a llegar a Brasilia hoy para presionar para que la decisión del TRF [tomada el día 13 de agosto] se mantuviera, pero no nos dio el tiempo. Sabíamos que esto era una carta marcada. La decisión ya estaba tomada y tenemos la certeza de eso porque los ingenieros de las obras ya habían dicho a los trabajadores que deberían volver a trabajar el martes. A pesar de todo una cosa es cierta: quienes siguen nuestra lucha sabe que tenemos razón», garantiza Antonia.
Para la activista, la decisión tomada ayer es una prueba de que diversos sectores de la justicia, pero no todos, están del lado del poder y de los intereses económicos.
Ahora, con el reinicio de las obras de la usina hidroeléctrica, los movimientos sociales que luchan contra Belo Monte se reorganizan para continuar manteniendo la movilización, denunciando y acompañando la actuación del Poder Judicial. La activista del Xingú Vivo para Siempre aclara que al momento existen 12 acciones contra Belo Monte en la 9ª jurisdicción de la Justicia Federal de Belén y en el TRF paradas esperando ser juzgadas. Los esfuerzos en este momento están orientados para que estas acciones puedan avanzar.
Antonia asegura que a pesar de esta derrota la lucha no terminó. «Inclusive con esta decisión se puede tener certeza de que seguimos firmes y fuertes y más indignados que nunca. La esperanza no murió, continúa. Quieren hacernos pensar lo contrario, pero la verdad es que Belo Monte no es un hecho consumado», afirma.
Contexto
Las obras de la usina hidroeléctrica Belo Monte, que están siendo construidas en el río Xingú, en Altamira (Pará) fueron paralizadas hace exactamente dos semanas, en la noche del 13 de agosto, cuando la 5ª comisión del Tribunal Regional Federal (TRF) de la 1ª Región identificó ilegalidades en dos etapas del proceso de autorización de la obra, una en el Supremo Tribunal Federal (STF) y otra en el Congreso Nacional.
La decisión fue tomada en base al artículo 1º, ítem 2 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que exige la consulta previa a los pueblos damnificados por obras de infraestructura. La consulta debería haber sido realizada por el Congreso Nacional brasilero, pero según los indígenas de las comunidades afectadas eso no ocurrió. Las otras condiciones que deberían ser obligatorias para el comienzo de las obras tampoco fueron cumplidas.
Fuente: http://www.adital.com.br/site/noticia.asp?boletim=1&lang=ES&cod=70023
Traducción: Daniel Barrantes – [email protected]