Uno de los conocimientos que dejó el siglo XX es que la expansión de la miseria y el hambre deriva en mayores costos empresarios y riesgos políticos para la gobernabilidad. Entre los 11 costos devenidos de ese fenómeno está el de la seguridad. Este conocimiento es relativamente nuevo. Ha sido desarrollado desde los años cincuenta […]
Uno de los conocimientos que dejó el siglo XX es que la expansión de la miseria y el hambre deriva en mayores costos empresarios y riesgos políticos para la gobernabilidad. Entre los 11 costos devenidos de ese fenómeno está el de la seguridad. Este conocimiento es relativamente nuevo. Ha sido desarrollado desde los años cincuenta por ramas de la sociología del trabajo, la economía de los recursos, economía del riesgo, la teoría de la gobernabilidad y de las relaciones internacionales.
Esta temática ha sido ampliamente tratada, en forma sistemática, por un sector de los pensadores que se dedican a la llamada teoría del equilibrio del poder internacional. Kissinger es uno de sus más brillantes mentores.
Este fenómeno de concatenación de Estados y desarrollo bipolar de la economía planetaria (países atrasados Vs. países dominantes), derivó en la fundación de las Naciones Unidas. La ONU es el más perfeccionado sistema mundial de Estados jamás hecho. Uno de sus objetivos era controlar el mundo para impedir las revoluciones producidas por las guerras mundiales (dos en menos de 30 años).
La literatura de comienzos del siglo pasado popularizó este sistema bajo el nombre de imperialismo, palabrita molesta para marxistas descremados como Negri, Hardt e izquierdistas arrepentidos.
Hace casi 500 años, era lo mismo que hacía reflexionar al genio Nicolás de Maquiavelo, en las postrimerías del Renacimiento. Recordaba el florentino que ningún poder se sostendrá sin el consenso de los sectores inferiores de la sociedad. Este dilema es el que ha comenzado a preocupar con gravedad a diversos sectores académicos y empresarios de Europa y Estados Unidos.
Uno de los empresarios que ha incursionado en estas preocupaciones es George Soros, cuyas críticas al gobierno de Bush se parecen, en su terreno, a las que hizo y hace el ex gerente del FMI y Premio Nobel, Joseph Stiglitz.
Muchos de ellos se diferenciaron de las políticas del Consenso de Washington y sus medidas neoliberales, precisamente porque condujo a mayores desequilibrios y procesos revolucionarios, que al control social y político pretendido.
Naciones Unidas ha declarado que 2005 será el ‘Año Internacional del Microcrédito’, declaración que acompañará de diversas actividades en nuestros países. El instrumento será el microcrédito localizado en zonas de emergencia. Una de esas acciones será la apertura de las ‘bolsas de valores’ en muchos países del mundo.
Una de las consignas promovidas es la siguiente: ‘¿Cómo pueden 100 dólares modificar una economía?’. La respuesta dependerá de quién reciba tal cantidad de monedas estadounidenses, que aplicación pueda tener en el momento, y cuál será su efecto dentro de 2 ó 5 años.
También es un conocimiento adquirido por el siglo XX que ninguna economía de pequeña escala (y en este caso se trata de micro escala) ha logrado sobrevivir frente al control de los empresarios reales en la inversión y la comercialización.
Una prueba de ello, es la quiebra de más de 40 mil Pymes argentinas entre 1994 (crisis del Tequila) y 2001 (crisis de Argentina) En las nueve mayores economías de Latinoamérica, la estadística oficial registrada por la prensa comercial proyectó este desastre a casi 250 mil Pymes desaparecidas en el mismo lapso.
Si las Pymes no logran sobrevivir dentro del mercado capitalista, los especialistas dudan que medidas paliativas como las presentadas puedan modificar esas leyes del mercado y generar la tan soñada economía popular.
Un ejemplo que llama poderosamente la atención es el de Venezuela. Ha sido saludada por las Naciones Unidas en varias oportunidades del año 2004 por las transformaciones que realiza en tres segmentos clave de la sociedad: La salud, la educación y la delincuencia. En los tres el gobierno bolivariano desarrolla programas nacionales acompañados de inversiones monumentales, insuperadas por ninguno de los gobiernos actuales del continente.
Sin embargo, el desastre humano causado por el capitalismo petrolero rentista fue tal que llevó a dos conclusiones. Una de tipo estadística, realizada por economistas del gobierno venezolano, señala que toda la inversión realizada sólo pudo modificar la Redistribución de la Renta en apenas 2.8% entre 2000 y 2003. La otra conclusión es política y la declaró abiertamente, como es su costumbre, el sorpresivo presidente Chávez: ‘Es una ilusión creer que podremos solucionar definitivamente la pobreza dentro del capitalismo’. Esto lo ha declarado en los últimos meses, en Caracas, Zulia, San Pablo, Ecuador, España y en otros escenarios internacionales.
Como bien recordó Daniel Novack, el experto de la ONU en la conferencia en el CINU este viernes 25 de noviembre, ‘Más de 1.000 millones de personas no tienen acceso a servicios financieros básicos’. Después de 100 años de capitalismo mundializado y de medio siglo de existencia de las Naciones Unidas, es la diferencia entre la ilusión y la patética realidad. El balance no es alentador.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Programa Mundial de Alimentos del las Naciones Unidas (PMA), en la sub región andina, uno de cada 5 niños padece desnutrición crónica (baja talla para la edad entre 0-5 años). el 27% de los niños en Bolivia, el 26% en Ecuador, el 25% en Perú y el 14% en Colombia sufren de este problema.
En contraste con estas cifras, que en Africa se multiplican hasta lo dantesco, llama la atención el crecimiento del financiamiento del microemprendimiento. ‘En los últimos cinco años el sector de la microfinanciación ha crecido, en promedio, a razón del 25% al 30%. Sesenta y tres de las principales instituciones mundiales de microfinanciación han registrado una tasa media de rendimiento cercana al 2,5% de los activos totales, lo cual, si se compara con el sector bancario comercial, es un resultado favorable’.
Más aún: ‘Desde su establecimiento en 1998, la Fundación Deutsche Bank ha invertido 3 millones de dólares en préstamos destinados a 30 instituciones de microfinanciación. El Banco ICICI, el segundo banco de la India en orden de importancia, está colaborando con los grupos de autoayuda ‘a menudo considerados el ‘eje’ de la microfinanciación en ese país’ con objeto de dar a 2,5 millones de familias indias pobres la posibilidad de acceder al crédito y a otros servicios financieros’.
Sin embargo, el resultado entre los 1.200 millones de pobres crónicos es nulo o casi nulo, excepto en casos individuales o localizados. ‘Alrededor del 70% de los 1 200 millones de personas que viven con menos de un dólar al día son mujeres’. Sin duda, para alguien que vive con menos de un dólar diario, la pregunta insignia del Programa ‘¿Cómo pueden 100 dólares modificar una economía?’, debe significar algo perentoriamente. La pregunta que se hacen observadores de estos Programas, es si ese pobre dejará de ser pobre en el corto o mediano plazo.