Recomiendo:
0

Reseña de "Representaciones del intelectual" de Edward W. Said

Elaboraciones musicales

Fuentes: El Cultural

Representaciones del intelectual. Edward W. Said Trad. Isidro Arias Pérez. Debate, 2007. 144 pp. 16’50 e. Edward W. Said, que murió en septiembre del 2003, fue sobre todo un intelectual comprometido con la paz. Constituyó, junto con su amigo el gran director de orquesta y pianista judío Barenboim, una fundación con el fin de promover […]

Representaciones del intelectual.

Edward W. Said

Trad. Isidro Arias Pérez. Debate, 2007. 144 pp. 16’50 e.

Edward W. Said, que murió en septiembre del 2003, fue sobre todo un intelectual comprometido con la paz. Constituyó, junto con su amigo el gran director de orquesta y pianista judío Barenboim, una fundación con el fin de promover la paz entre judíos y palestinos. Él era de origen palestino, pero vivió en Estados Unidos, siendo profesor de literatura inglesa y comparada en la Universidad de Columbia de Nueva York. Su libro más conocido es Orientalismo, en el que recorre los tópicos construidos en el mundo occidental sobre un Oriente siempre exótico y lejano, a la vez atractivo y repulsivo. Poco a poco se van traduciendo sus mejores trabajos. Los que ofrece ahora Debate es particularmente significativo.

La reflexión de Said sobre los compromisos del intelectual, las dificultades de su actuación, la presión de los poderes fácticos: todo ello se encuentra bien argumentado y expuesto en Representaciones del intelectual. Pero este aspecto de la actividad de ensayista de Said es, quizás, el que más y mejor se conoce. En cambio resulta interesante y menos conocida una faceta que hermanaba también a Said con Baremboim, tal como éste reconoce en un emocionante prólogo al libro Elaboraciones musicales. Said era un gran conocedor de la música occidental. Y en este volumen sintetiza en tres textos («La interpretación como ocasión extrema»; «Sobre los elementos transgresivos de la música»; «Melodía, soledad y afirmación») un curso desarrollado en una universidad californiana. Esos textos tienen verdadero interés para todos los que poseen afición musical.

Efectúa en el primero de ellos, quizás el más interesante de los tres, un recorrido a través del concepto de interpretación musical, destacando las dificultades en que actualmente se encuentra. En él va comentando y analizando los trabajos experimentales de algunos de los mejores intérpretes de música clásica del siglo veinte, tanto directores de orquesta como pianistas, desde Toscanini hasta Glenn Gould, o desde Wilhelm Furtwängler hasta Pollini. La sombra de T. W. Adorno se alarga en estos ensayos, en los que la perspectiva de sociología crítica está muy acentuada, por mucho que Said intente compensarla con reflexiones y teorías procedentes de su propia especialidad: la teoría literaria.

Hay algo urgente y necesario en ambos ensayos. Se lamenta en ellos el carácter de coto cerrado que con demasiada frecuencia posee la música, y sobre todo la musicología. Piensa, con toda la razón del mundo, que la música debería hallarse situada en el centro de las reflexiones universitarias e intelectuales, o en el centro de los debates públicos, del mismo modo como lo está la arquitectura, la poesía, el teatro o la pintura. Y que es preciso para ello tender puentes interdisciplinarios con ámbitos de las humanidades con los cuales debería estar mucho más interconectada: especialmente el pensamiento filosófico, la teoría literaria o la teoría de las artes.

Esta pasión musical de Said muestra el perfil de un intelectual no solo comprometido con una importante causa política (la defensa de los derechos palestinos, el compromiso con un futuro estado palestino, la búsqueda de la paz en el incendio perpetuo del Oriente Medio, la denuncia de las falacias invasoras del imperialismo norteamericano). También se destaca su hondo compromiso con la cultura. Y dentro de ella con ese mundo tan fascinante como desconocido: la música clásica, o las versiones modernas y actuales de ésta. Su recorrido a través de los avatares de la interpretación o de los ingredientes de trasgresión que toda verdadera música posee significa una interesante aportación en el continente de la música efectuada desde una actitud cercana a la música, comprometida y conocedora de ésta, pero distinta de la pura especialización musicológica.

http://www.elcultural.es/HTML/20070906/LETRAS/LETRAS21124.asp