El economista Paul Krugman publicó recientemente un artículo en el NEW YORK TIMES en el que criticaba a la Administración Obama por su programa de recuperación económica que, casi palabra por palabra, podría haberse aplicado a la Administración Zapatero. Escribía Krugman que muchas de las medidas tomadas por la Administración Obama habían sido buenas medidas […]
El economista Paul Krugman publicó recientemente un artículo en el NEW YORK TIMES en el que criticaba a la Administración Obama por su programa de recuperación económica que, casi palabra por palabra, podría haberse aplicado a la Administración Zapatero. Escribía Krugman que muchas de las medidas tomadas por la Administración Obama habían sido buenas medidas para estimular la recuperación económica (y lo mismo puede decirse del Presidente Zapatero). Krugman aplaudía, por ejemplo, las facilidades fiscales dadas a las industrias ecológicas, que permitirían cambiar la orientación productiva hacia áreas necesarias y prometedoras, disminuyendo el peso centralizado que ha tenido la industria de la construcción en estimular el crecimiento económico de EEUU en los últimos años (un tanto semejante podría decirse de las propuestas del Presidente Zapatero, que incluyen también medidas muy positivas en esta dirección). Los aplausos de Krugman a tales propuestas de Obama iban acompañados de duras críticas a las propuestas del Partido Republicano, que se centraban en bajadas de impuestos (sobre todo de las rentas superiores) y reducción muy significativa del gasto y empleo público, medidas que empeorarían sustancialmente la situación económica. De nuevo una crítica semejante podría hacerse de las medidas económicas propuestas por el Partido Popular, que transmiten una falta de entendimiento muy preocupante de lo que está ocurriendo en la economía española. Su fundamentalismo liberal, carente de la mínima autocrítica, motiva a aquel partido a promover las mismas políticas que han llevado a la economía española a la situación actual. Su énfasis en la desregulación del mercado de trabajo y de los mercados financieros, y la reducción de impuestos y al gasto público, son la expresión de un proyecto económico y político basado en la fe y el dogma, ignorando que son las políticas promovidas por economistas liberales las responsables de la crisis actual.
Pero que los republicanos en EEUU y el PP aquí tengan unas propuestas que empeorarían todavía más la situación económica no quiere decir que los gobiernos Obama y Zapatero estén haciendo todo lo que debiera hacerse para salir de la crisis (aunque Obama ha hecho más que Zapatero, y ello debido, en parte, a que Zapatero y los otros gobiernos europeos están sometidos al asfixiante corsé que significa el Pacto de Estabilidad, que con su arbitraria exigencia de mantener un déficit público por debajo de un 3% del PIB, está dificultando enormemente que se estimule suficientemente la economía.
Acentuaba Krugman que las medidas que se necesitan ahora (además de estimular la economía) son medidas urgentes para crear empleo, incluyendo empleo público, llenando a la vez los vacíos existentes en la situación de empleo del país, citando los servicios públicos como un área de especial importancia. La misma observación se puede aplicar a los planes económicos del gobierno Zapatero, incluyendo el Plan Económico de Sostenibilidad. Tal Plan tiene elementos positivos y algunos francamente muy positivos. Otros, sin embargo, muchos menos. Pero el mayor déficit del Plan es la ausencia de un plan de creación de empleo público, lo cual es más que sorprendente considerando que el desempleo es elevadísimo y el empleo público es muy bajo en España, (ver ¿Es el sector público excesivo? PÚBLICO 10.12.09). Es cierto que en bases excepcionales se han destinado fondos para las administraciones locales, para crear empleo. Pero debe invertirse mucho más creando empleo en las áreas más deficitarias de empleo público en España, que son sanidad, educación, escuelas de infancia, servicios domiciliarios, servicios sociales, y un largo etcétera. En contra de lo que los liberales están promoviendo (ayudados por los medios de información y persuasión liberales, que son muchos), el estado y el empleo público está poco desarrollado en España. Y los datos lo muestran claramente. España es el país de la UE-15 que tiene un porcentaje menor de personas adultas trabajando en tales servicios públicos. La imagen que se promueve por los medios liberales de que el sector público es excesivo y que su peso está dificultando la recuperación económica, no se sustenta a la luz de los datos. Sector por sector, el porcentaje de la población trabajando en tales servicios, es inferior al promedio de la UE-15. El número de servidores públicos por habitante y el gasto en salarios en el empleo de tales servicios por habitante es muy inferior al promedio de la UE-15 (ver «El empleo público en España no es excesivo. Los errores del informe El Coste de la Administración pública de EAE Business School» en www.vnavarro.org). De ahí se deriva la escasa cohesión y protección social en España, una de las mayores causas del retraso económico del país. Incluso el Vaticano del pensamiento liberal (Davos) ha tenido que reconocer que las economías más eficientes y competitivas de Europa son las escandinavas (enraizadas en la tradición socialdemócrata, un tanto olvidada en el sur de Europa) que se caracterizan por un elevado nivel de cohesión y protección social, con un elevado empleo público.
Debido al enorme dominio del pensamiento (y dogma) liberal se ha extendido la creencia de que en estos momentos de crisis debiera reducirse el sector y empleo público. Estas medidas son precisamente lo opuesto a lo que debiera hacerse. La preocupación de reducir el déficit público se basa en una lectura errónea de las causas del déficit No es el déficit el que ralentiza el crecimiento económico. Todo lo contrario. Es el escaso crecimiento económico el que crea el déficit. La mejor manera de reducir el déficit es estimulando el crecimiento económico, y este estimulo está poco desarrollado en España, con una orientación excesivamente moderada en la creación de empleo público (que quiere decir financiado públicamente, aún cuando el personal pueda ser público o privado). Ahí está el problema. En lugar de crear empleo, resolviendo a la vez el enorme déficit de empleo en los servicios públicos, nos encontramos en que se intenta reducir el sector y empleo público, ralentizando el crecimiento económico y aumentando el déficit público.
Rebelión ha publicado este artículo a petición expresa del autor, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.