Aquí la cosa es diferente, porque aquí no tenemos jefes, cada quien tiene su responsabilidad y tiene que cumplirla. Obrero venezolano de empresa recuperada. Es gente absolutamente del común, en su mayoría campesinos, obreros y vecinos de todas las edades hablando, cantando, sonriendo con una seguridad y ánimo no vistos sino en otros lugares […]
porque aquí no tenemos jefes,
cada quien tiene su responsabilidad
y tiene que cumplirla.
Obrero venezolano de empresa recuperada.
Es gente absolutamente del común, en su mayoría campesinos, obreros y vecinos de todas las edades hablando, cantando, sonriendo con una seguridad y ánimo no vistos sino en otros lugares muy específicos de América Latina. Se expresan con total libertad, no sienten miedo; la claridad de sus conceptos se afinca en un lenguaje preciso y descriptivo de su situación y anhelos. Narran las experiencias de sus organizaciones con festivo orgullo. Describimos un documental protagonizado por los colectivos organizados en Venezuela (Retratos de Lucha. (2003-2007) Benjamín Durand Vive Televisión. Alba TV http://albatv.org/Documental-Retratos-de-lucha.html).
Recuperación de tierras e industrias nos son mostrados por ello campos y ciudades son escenarios de estas luchas frecuentemente con lutos del lado de los populares, los ‘muertos de hambre’. Se cuestiona todo, desde el trabajo como tal hasta la forma en que ha de realizarse; sus protestas contra la burocracia por su negligencia y corrupción en sus labores de prestación de servicios básicos nos dan una perspectiva de su independencia, carácter y conciencia como organizaciones populares.
Los colectivos organizados en Venezuela tienen una ley específica reguladora de su existencia (Ley de Consejos Comunales), algo particularmente extraño para una verdadera libertad de asociación popular; no obstante, más revolucionario que esto es no es apreciable en épocas de crisis de democracia verdadera y enseñoramiento de la rapiña neoliberal.
¿Qué tanto alcance podrán tener estos colectivos en movimiento a nivel nacional? ¿Cual sería su efecto a nivel latinoamericano? No lo sabemos, aún luchan por fortalecerse. Son la materialización de ‘se hace camino al andar’ de Antonio Machado. La historia enseña que una revolución no es un asunto realizable de una día para otro, es un trasegar que puede tomar varias generaciones, pero cuyos primeros frutos, así sean pequeños deben apreciarse a las primeras de cambio.
Venezuela no las ha tenido fácil por la época en la cual se ha generado el proceso. Recordemos como la Revolución Cubana tuvo en su favor el poder iniciar su recorrido, que aún continúa, logrando el derrumbe del sistema represivo de Batista y demás instituciones que le eran afines. Con ello en Cuba se pudieron establecer organizaciones estatales con carácter francamente nuevo e ideales de beneficio al pueblo. El imperio tomó atenta nota de aquello y revoluciones como la emergida de la Sierra Maestra o tan sólo cambios indispensables cada vez sean tornado más difíciles; el antecedente del Chile de Allende pesa aún en el continente.
La patria de nacimiento de Bolívar ha enfrentado desde hace trece años una estructura represiva y burocrática continuación del modelo Puntofijista, con vicios de corrupción, clientelismo, cobardía, y arribismo pueblerino. Las circunstancias actuales han llevado a la conjunción de proyecto revolucionario en marcha de múltiple vertiente, cohabitando con un capitalismo de la era del saqueo neoliberal marcado culturalmente por el consumismo mediatizado más absurdo (banalidad, derroche). El mismo poder popular incipiente en veces ha sido impulsando y otras frenado por un aparato estatal creciente pero poco activo, mientras en buena medida el poder económico impertérrito continúa su estólido festín. ¡Vaya paradojas!
Las clases adineradas con el trabajo de la mayoría por sus valores capitalistas se atemorizan y manifiestan junto con algunos arribistas clasemedieros, que se está generando el mismo ‘sistema de Cuba’. Como era de esperarse en su visión de país no hay lugar a un mínimo de justicia, renuncian hasta a un capitalismo keynesiano; tan ligados se encuentran al ideal neoliberal de Washington que no quieren soltar lo más mínimo de lo apropiado. En realidad los oligarcas como núcleo de la oposición venezolana carecen de discurso propio expresando uno con evidentes muestras de ser originado en agencias de espionaje de los EE.UU., sin poder evitar añejos comportamientos abiertamente racistas (http://www.youtube.com/watch?v=Lki_5IweSmI&feature=related). Al mismo Presidente de la República elegido y ratificado mayoritariamente bajo las reglas existentes no le bajan de ser un zambo, militarote, pobre, etc. Es ostensible que sin presión popular no renunciarán a sus privilegios.
Los poderosos venezolanos tienen toda la libertad de la que se puede tener en una verdadera democracia, algo no visto ni en EE.UU. con sus represivas leyes antiterroristas o en Europa con los despojados de dignidad, trabajo y bienes y hoy dados de palos por cuerpos policiales verdaderamente brutales lindando con el fascismo. A su vez, la censura de la que hablan medios extranjeros como BBC, CNN, DW y demás, es difícil encontrarla en Venezuela en los espacios de medios de comunicación en su mayoría de propiedad de recalcitrantes capitalistas criollos. De hecho existe un latifundio mediático al servicio del capital, el cual como es natural difunde el modelo opuesto al de cualquier revolución popular montando falacias rocambolescas. Allí está la explicación de muchos votos que van a candidatos que están en contra de los intereses de los mismos votantes, como reales operaciones psicológicas antigubernamentales. De su parte el gobierno venezolano emite desde una pequeña fracción del espacio radioeléctrico intentando mostrar su apreciación de la realidad pero desafortunadamente con las formas propias de los medios del capital; de su lado los medios de difusión populares dan su lucha con buena fortuna teniendo en cuenta los recursos a disposición.
Las fuerzas derechistas afirman que el gobernante actual con sus ideas y prácticas políticas polariza el país, como si antes del comienzo de siglo no hubiera existido una vigorosa lucha de clases manifestada en momentos cumbres como el »Caracazo‘ de 1989. Para aquellos la existencia de una ínfima minoría con cuentas bancarias con muchos ceros y lujosos apartamentos en Miami versus masas de desposeídos con apenas para una arepa, habitando una nación plena de recursos, no implican contraste o enfrentamiento alguno. Una situación así, ayer como hoy implica a todas luces contienda entre desposeídos y usurpadores.
Bien sabemos como la democracia siempre ha estado en las calles y espacios abiertos, donde no es posible confinar a las masas, por ello el periodo vivido en Venezuela desde 1989 y su ‘Caracazo‘, agitación civil y militar posterior, prolongándose al presente en continuidad, ha sido amplio en movilizaciones de todo tipo y los resultados se encuentran a la vista. ¡Y vaya si el pueblo ha estado como protagonista! Como aquel 12, 13 y 14 de abril de 2002; pensar en un golpe de estado con la Casa Blanca y la Moncloa detrás, revertido mediante la acción espontánea pero decidida y organizada del pueblo parece increíble y fue realidad.
A pesar de ello el curso de un proceso revolucionario no se define sino a largo plazo y dentro de las mismas clases sublevadas. Un problema grave de apariencia subjetivo es el mencionado arribismo concentrado de una parte de la población, incluso en las masas populares, inducido por el aparato mediático privatizado, el cual pondera el consumismo más ramplón, constituyendo buena parte del combustible incitante de los robos y demás violencia cotidiana, queja constante en los habitantes de las ciudades venezolanas. Los blancos de este clima de inseguridad en contra de los intereses populares son justamente los jóvenes, los mismos objetos de sospecha y persecución en todos los planes contrainsurgentes pentagonales, una cruel coincidencia digna de ser explorada.
En un ambiente tal el próximo 7 de octubre la oposición oligárquica venezolana postula a un insigne miembro de su clase como aspirante a la jefatura del estado. Henrique Capriles Radonski es, sin ser muy suspicaces, una especie de Enrique Peña Nieto del Caribe empero sin posibilidad de fraude, con un discurso calculadamente ambiguo (se autoproclama como ‘progresista‘ de centro izquierda), rehuyendo definir su precisa ubicación ideológica con seriedad, así como hablar sobre su cultura. Incongruentemente asegura ser admirador de Luís Ignacio Lula Da Silva y a la vez su tinte derechista a ultranza se mostró hace una década al vérsele bastante activo durante el fracasado golpe de abril de 2002 (existen pruebas gráficas de su participación en agresiones a la embajada de Cuba en Caracas y respaldo al golpe http://www.youtube.com/watch?v=ztmp2uMWbE0&feature=related).
Evidentemente su patente acercamiento al expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez ampliamente difundido, con miras a aprender de sus ‘políticas de seguridad’ de acuerdo a Capriles ‘exitosas’ en el vecino país, cuando allí es palpable la existencia de un estado militarizado y paramilitarizado, miles de muertos, desaparecidos, desplazados y exiliados (muchos hacia Venezuela), millones de empobrecidos y continuidad de la delincuencia, no ha podido ser más desafortunado. Los asesores de campaña de Capriles han confiado en un personaje intonso y belitre como Uribe quien le ha rematado con grotescas afirmaciones de que bajo su mandato se aprestaba a invadir territorio venezolano; en vez de ayudar el ultrareaccionario colombiano al candidato de la derecha venezolana del abstracto lema «Hay un Camino«, lo ha desacreditado. Sin embargo, a pesar de la vacuidad y torpezas caprilistas la amenaza de una regresión persiste, pues en campañas electorales como esta se apela no a la confrontación de ideas sino a extremadas manipulaciones con ilimitado respaldo extranjero.
Un escenario como el expuesto es posible en buena medida debido a que cabezas financieras de la oligarquía como Cisneros y Mendoza y demás, continúan con su poder económico a pesar de estar restringidos en el social y político, con lo cual las definitorias transformaciones económicas se han aplazado. Una convivencia con poderes como estos no puede ser indefinida pues cuando las circunstancias les permitan harán honor a su clase y serán punta de lanza tanto contra el gobierno que mantiene condiciones para la organización popular, como hacia la destrucción de estas mismas bases; los recuentos históricos de tales contrarrevoluciones no son nada aragüeños en cuanto a los derechos humanos. No hacer una revolución siempre va ha ser más mucho más costoso en todo sentido que hacerla.
Una forma de apoyar un proyecto de transformación social de fondo radica en el crecimiento de formas de producción no capitalistas; empero es ostensible como la participación de la economía socialista es insignificante en el conjunto venezolano, y por ello debe aumentar notablemente si se desean afincar los propósitos revolucionarios. En este orden de ideas, las quejas de los sectores más combativos del pueblo, quienes de una u otra forma dan impulso al gobierno y apañan al Jefe de Estado, son fundamentadas y fieles al proceso:
«¿Por qué nos dan a las cooperativas 100 millones y a las constructoras les dan 500 o 600 millones? El Presidente dice una cosa y pasa otra. Es como si su mano derecha lo estuviera saboteando.»(Declaración de miembros de Consejos Comunales. Mark Aguirre. ¿Retomará el Vuelo la Revolución Bolivariana? Viejo Topo 265 Febrero de 2010. Pag.13)
Luego de un buen lapso de control del aparato estatal por parte del actual gobierno no se han construido una cantidad de viviendas suficiente para las urgentes necesidades de las ciudades; por ejemplo, el déficit de las mismas es muy notorio en Caracas y debe revertirse con todos los medios a disposición: construcción, junto con profundización de la reforma urbana y proyectos de transformación urbanística concertados con los populares Comités de Tierras Urbanas (CTU).
La creación de una ‘boliburguesía‘ cívico-militar, la cual se enriquece una vez su ascenso a cargos públicos y su empotramiento en los mismos, se erige en obstáculo interno gravísimo, como denuncian sectores combativos; son tales y tan constantes estas quejas que es imposible una exageración al respecto, siendo el mayor Talón de Aquiles de proceso, pues una revolución sin ejercicio de la ética complementaria se fagocita a sí misma El estatismo desarrollado y por desarrollar en el proyecto actual financiado por la renta petrolera representa una mesa servida para las avideces de esta casta falsamente revolucionaria, mezcla de arribistas y oportunistas, practicante fiel de los hábitos capitalistas clásicos de corrupción, individualismo e insolidaridad.
Se habla de una guardia pretoriana que separa al jefe de estado de los mandantes y obtiene beneficios, lo cual empeora el problema de un Jede de Estado como Chávez en el papel de epicentro único de la revolución, emblema irremplazable, ícono insustituible, rozando con el caudillismo. Sin duda alguna el Presidente Hugo Rafael es un hombre valiente, decidido, un miembro del pueblo, impulsador de las causas de las clases oprimidas, por tanto leal a sus postulados, su historia lo demuestra de sobra; empero él es resultado de las luchas de varias generaciones atrás no quien las originó, ni quien las finiquitará. Es bien conocido que la transformación de la realidad social conlleva tiempo y variados esfuerzos por lo menos de padres, hijos y nietos, siendo siempre incompleta; por tanto el poder paulatinamente y sin descanso debe ir recayendo en las organizaciones colectivas pasando por encima de nefastos intermediarios, a fin de garantizar su permanencia y profundidad.
Cualquier revolución que se estime auténticamente como tal intentará por todos medios posibles transformar la sencilla vida cotidiana, y esto en pequeño pero significativamente está sucediendo en lugares de Venezuela con el control obrero de ciertas industrias y campesino de algunas tierras, por su puesto como iniciativa popular en marcha.
Es una perogrullada, que en veces es indispensable nos sea recordada: el bienestar del pueblo venezolano depende de su independencia y la de las naciones del continente y estas a su vez se subordinan directamente a la capacidad de lograr erigir la unidad latinoamericana, del Abya Yala o como le llamemos. El proceso que se desarrolla en Venezuela desde hace unos treinta años, ha enseñado muchísimo en ese sentido; la dirección del proceso bolivariano extraordinariamente ha puesto el tema en el rol de aspecto fundamental de las relaciones de los gobiernos desde el Río Bravo hasta el Estrecho de Magallanes. El compromiso con la liberación de neocolonialismo en el continente es una virtud unificadora de conceptos dentro de la izquierda, aplastante de las nada ocultas ideas de dependencia y saqueo de cualquier derecha, la cual ya no es vende-patria sino en el neoliberalismo regala-patria.
La injusticia social en Venezuela no ha desaparecido y apenas en una minúscula parte ha sido atenuada y a pesar de ello, las gentes han ido familiarizándose con su capacidad de llegar a tener algún control en sus vidas como seres sociales y de allí emplearse radicalmente en pos de que los crímenes más apremiantes y aquellos elementalmente solucionables sean abordados bajo sus propias necesidades. Esa seguridad en el empoderamiento popular proviene de este periodo y honra a cualquiera que lo reconozca. Una interrupción del mismo a pesar de sus ya denunciadas falencias sería desastrosa en un contexto de permanentes amenazas de reconquista oligárquica bajo égida imperial; cabe más bien una pertinaz presión de los populares por ir hasta las últimas consecuencias. Como decía Hanna Arendt, no están despistados quienes políticamente exigen lo imposible (Sobre la Violencia. Editorial Joaquín Mortiz S.A. México 1970. Pag.71), pues sólo así se puede abarcar la integridad de lo realmente posible, que es mucho.
El proceso revolucionario venezolano ha politizado amplias capas sociales y este es un mérito nada desdeñable; una revolución si se precia de serlo a corto o a largo plazo modifica sustancialmente la vida cotidiana; con conciencia y acciones de empoderamiento popular que los venezolanos han venido atesorando, es plenamente posible el empuje necesario para tender al dominio colectivo de la realidad social. El 7 de octubre se dará un paso más en ese largo y a la vez alegre camino, recordando por parte de los miembros de los Consejos Comunales y demás colectivos aquella frase de José Gervasio Artigas: «Nada podemos esperar sino es de nosotros mismos«.
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