Lejos de admitir culpa por los altos precios del combustible en Estados Unidos, los máximos ejecutivos de algunas de las mayores compañías petroleras del mundo exigen a las autoridades más incentivos. Pero, presionados por el público, numerosos legisladores y funcionarios estadounidenses advierten que las ganancias de estas empresas continúan aumentando, y que el sector debería […]
Lejos de admitir culpa por los altos precios del combustible en Estados Unidos, los máximos ejecutivos de algunas de las mayores compañías petroleras del mundo exigen a las autoridades más incentivos.
Pero, presionados por el público, numerosos legisladores y funcionarios estadounidenses advierten que las ganancias de estas empresas continúan aumentando, y que el sector debería asumir su responsabilidad elevando su capacidad de refinación para reducir los precios.
Algunas petroleras de Estados Unidos, el mayor consumidor de crudo del mundo, han obtenido en los últimos meses los mejores resultados financieros de su historia.
Las ganancias de ExxonMobil, la mayor petrolera del planeta, aumentaron 75 por ciento en el tercer trimestre del año respecto del mismo periodo de 2004. Esas ganancias ascendieron a 9.900 millones de dólares, el mayor rendimiento en la historia de las empresas de este país.
Pero ejecutivos petroleros urgieron al Congreso legislativo estadounidense a eliminar regulaciones y a autorizar la búsqueda de crudo en tierras hasta hoy vedadas para esa actividad, pues, aseguran, es la única manera de reducir los precios del combustible.
Sin embargo, los legisladores aprobaron en agosto una ley que les concede a las compañías de energía exenciones de impuestos por 2.600 millones de dólares.
«Lo que definitivamente necesitamos es hacer más eficientes las regulaciones y los permisos», dijo el miércoles el director ejecutivo de Chevron, David O’Reilly, ante una sesión conjunta de los comités de Comercio, Ciencia y Transporte y de Energía y Recursos Naturales del Senado.
«Lo que realmente necesitamos es acceso», agregó, en alusión a su pretensión de nuevas exploraciones.
Altos representantes de ExxonMobil, ConocoPhillips, BP America y Shell Oil manifestaron puntos de vista similares a los de O’Reilly en la audiencia del miércoles.
La legisladora Nancy Pelosi, del opositor Partido Demócrata, propuso la aprobación de leyes que alivien a los consumidores estadounidenses del aumento de los precios del combustible, esencial para el transporte y la calefacción.
A las petroleras «se les ha dado miles de millones de dólares de los contribuyentes» en concepto de subsidios, exenciones de impuestos y suspensión del pago de regalías por la extracción de petróleo de tierras fiscales, dijo Pelosi.
Los demócratas impulsan en la Cámara un proyecto, denominado Ley de Respuesta Federal a Emergencias Energéticas (FREE, por sus siglas en inglés), cuyo objetivo es proteger a los consumidores de la presión que ejerce el sector de la energía sobre los precios.
La ley también daría a la Comisión Federal de Comercio amplias facultades para tomar medidas sobre el precio excesivo de los combustibles, con sanciones a empresas en toda la cadena de producción y suministro.
Los gastos en combustible de los estadounidenses que calientan sus hogares con gas natural podrían aumentar hasta 85 por ciento en algunas zonas del país. Los que usan derivados del petróleo afrontarán un aumento promedio de 32 por ciento.
«La familia estadounidense promedio gastará 4.100 dólares energía este año, lo que acercará a muchos al límite de su capacidad financiera», dijo Steve Miller, presidente de la organización sin fines de lucro Americans for Balanced Energy Choices (Estadounidenses por opciones equilibradas de energía).
«Una energía que se pueda afrontar económicamente es parte vital del modo de vida de los estadounidenses para calentar nuestros hogares, cocinar e iluminar nuestras mesas a la hora de cenar», sostuvo Miller.
«Además, la escalada del costo de la energía puede robar a las familias estadounidenses la oportunidad de pagarse la atención de la salud, la vivienda y la nutrición», añadió.
Legisladores demócratas no se mostraron dispuestos a considerar sanciones, como el cobro de impuestos a las ganancias inesperadas relacionadas con la manipulación del mercado.
Algunos, como el demócrata Ron Wyden, del septentrional estado de Oregón, parecieron poco convencidos por los reclamos de incentivos fiscales por parte de los ejecutivos de las petroleras
Organizaciones independientes de defensa a los consumidores lamentaron los elevados precios y solicitaron la intervención oficial. Entre las medidas propuestas figura la obligatoriedad de que ExxonMobil inviertan algunas de sus ganancias en capacidad de refinación de crudo.
Organizaciones ambientalistas, incluida Greenpeace Internacional, aseguraron que ExxonMobil no cumple con los términos de un fallo judicial de hace 16 años.
Se trata de las compensaciones que la empresa debe a pescadores de Alaska por un derrame de 11 millones de galones de crudo en el estrecho Príncipe William, en la costa meridional de ese estado, ubicado en el extremo noroccidental de América del Norte.
Ni a los pescadores ni a los miembros de la comunidad se les entregó aún los 5.000 millones de dólares que ordenó pagar un tribunal en 1994, dijo Greenpeace.
Otras organizaciones exigieron una investigación penal.
«Tenemos sólida evidencia que comprueba manipulaciones de las refinadoras al mercado del gas, reduciendo la oferta», afirmó Alan Dye, presidente de la organización de defensa al consumidor Gas Pump Watch.
Dye presentó a la Comisión Federal de Comercio y el Departamento de Justicia un análisis especializado, según el cual la industria del petróleo acaparó ilegalmente suministros de gasolina para maximizar las ganancias.
«‘Big Oil’ (término con que se alude en inglés a las grandes compañías petroleras) usa sus viejos trucos contra los consumidores mientras ríen durante todo el camino al banco», opinó Dye.
La organización alegó que, actuando en conjunto, la industria y los refinadores se aseguraban de que la oferta fuera limitada artificialmente, aislando a los refinadores de la competencia, causando aumentos récord en los precios y garantizándose a sí mismos ganancias considerables.
«Una y otra vez, la historia ha mostrado que Big Oil distorsionará la competencia en el mercado para cargar beneficios extra sobre las espaldas del público estadounidense», señaló Dye.
«Están construyendo sus propios nidos sobre una falsa premisa y tienen que ser llamados a la responsabilidad por su comportamiento», agregó.
Pero algunos analistas pro-industria discreparon con todas estas medidas, particularmente los impuestos extra sobre las ganancias del petróleo.
«Si aplican un impuesto a las ganancias inesperadas u otra forma de control de precios, el resultado será exactamente el opuesto de lo que los consumidores demandan», dijo Richard W. Walter, del Centro Nacional para el Análisis Político, con sede en Dallas.
Walker alegó que la intervención del Congreso pondría a las petroleras estadounidenses en desventaja competitiva en el mercado global de energía y que eso aguaría las inversiones en la producción interna de petróleo.