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Caribe-Cine

En busca de la identidad robada

Fuentes: IPS

Filmes de los grandes centros metropolitanos fijaron el estereotipo de sol, playa y música rítmica para identificar el Caribe. Una iniciativa, que ponen a punto creadores antillanos y otros actores internacionales, procura corregir la distorsión y revelar un cine propio que la mayoría desconoce.

La propuesta consiste en una muestra itinerante de cine caribeño, que a partir de febrero del próximo año recorrerá 18 países insulares más otros cuatro continentales integrantes de la cuenca regional.

El proyecto, que cuenta con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la Asociación de Estados del Caribe y de las instituciones culturales y los gobiernos caribeños, supone no pocos retos.

Entre ellos, la dispersión geográfica de una zona que dispone de escasos enlaces de transporte, el financiamiento, la variedad de idiomas y culturas, pero sobre todo la poca familiaridad de los caribeños con su cine autóctono.

«El público de la región está actualizado sobre los últimos premios Oscar (de la cinematografía estadounidense), pero en su mayoría ignora las recientes obras de los creadores del Caribe», comentó a IPS el cineasta cubano Rigoberto López, presidente del comité organizador de la muestra.

Sin embargo, esta zona geográfica posee realizadores con obras relevantes, «rodadas con grandes esfuerzos», pero que al final «no han sido difundidas en los circuitos internacionales» y, lo que es peor, «tampoco en las salas caribeñas», señaló el director de «Roble de Olor» (2003).

«Bim», de Trinidad y Tobago, «Ava y Gabriel», de Curacao, «Lo que le pasó a Santiago», de Puerto Rico, y «Lucía», de Cuba, aparecen entre las más emblemáticas cintas de la cinematografía caribeña, enumeró para IPS el académico trinitario Bruce Paddington, un estudioso de la temática en el área.

En su artículo «Cine caribeño: imagen, identidad y producción», Paddington llama la atención sobre esta realidad mediante una cita del escritor martiniqueño Aimé Césaire.

Lamentaba Césaire que la población caribeña ha sufrido «la verdadera alienación, es decir, la falta de conocimiento sobre uno mismo», y subrayó entonces que «el tipo de filmes extranjeros que hemos visto ha contribuido grandemente» a tal carencia.

Con estos antecedentes, López consideró la venidera primera muestra «de mucha importancia, porque va a propiciar que los espectadores del Caribe se puedan acercar a un cine que cuenta la historia de ellos mismos, que refleja zonas esenciales de la identidad caribeña».

La exhibición estará compuesta por alrededor de 16 filmes de directores caribeños, seleccionados por un comité de cineastas, académicos y personalidades de la región entre lo más representativo de la creación vernácula.

Aunque no se conoce con exactitud a cuánto asciende esta producción fílmica en las décadas más recientes, podría sumar «más de 100 películas», sin contar la cinematografía cubana, calculó para IPS el cubano Luis Notario, coordinador de la muestra.

En dicha aproximación no se incluye la filmografía de Colombia, Venezuela y México, también pertenecientes a la cuenca caribeña.

La realización «no es tan escasa como dispersa» y «está centrada fundamentalmente en cortos y documentales para la televisión regional más que en filmes de largometraje» añadió Notario.

Atribuyó lo limitado de las cifras al alto costo de las filmaciones y a «la carencia de una industria cinematográfica en el Caribe», con excepción de Cuba, donde se organizó en marzo de 1959 con la creación del Instituto Cubano de Industria y Arte Cinematográficos (ICAIC).

Paddington coincidió con esta apreciación en su artículo, en el cual expuso que «solamente en el período que va de los años 60 a los 80», con la independencia de muchas de las islas, «es cuando el Caribe empieza a producir filmes».

En la actualidad, «la construcción de una industria cinematográfica caribeña se hace posible por el descenso de los costos de producción que ha traído la tecnología digital. La región cuenta con un talento natural y, como en el caso de la música, podremos contar con una industria del cine», dijo a IPS.

A juicio de López, la muestra podrá contribuir a la colocación del desarrollo del audiovisual en las agendas de los gobiernos y las instituciones culturales de la región.

De hecho, varios estados insulares manifiestan la voluntad política de fomentar la industria cinematográfica e, incluso, Trinidad y Tobago la concibe como una de las alternativas «para incrementar las contribuciones del sector no petrolero» a la economía nacional.

Pero en esta vía, los caribeños insulares deberán lidiar equilibradamente con la tentación del alquiler de locaciones para producciones fílmicas extranjeras que, por ejemplo, en 2003 generó ganancias por 14,3 millones de dólares a Jamaica.

Sin descartar los beneficios financieros de este mercado, Paddington advierte que podría ir «en detrimento del talento local», pues técnicos y artistas preferirían los salarios de esas realizaciones «que contribuir con la producción de sus colegas por muy poca paga».

Monserrat Martell, especialista de programas culturales de la oficina de la Unesco en La Habana, explicó a IPS que el aporte de la organización en el proyecto es cooperar «a abrir la oferta de productos culturales cinematográficos en el Caribe».

«Creemos y apostamos a que existe un mercado potencial que no se ha explotado en el Caribe», añadió Martell. Con en el empeño de potenciar la diversidad cultural de la región, «apoyan la creación de una industria audiovisual sólida», comentó.

En el aspecto conceptual del llamado séptimo arte, Paddington considera que «el cine caribeño está todavía en el proceso de autodefinición», y en este sentido son complejas y plurales las tesis. «La realidad que constituye el cine caribeño existe en las obras de sus principales cineastas», estima el intelectual trinitario.

En tanto que López lo caracteriza en el plano de «la reafirmación de nuestras identidades». Para el realizador cubano, «en la riqueza intelectual, la herencia tangible e intangible» de nuestros países «reside la posibilidad de colocar» mediante el cine y la producción audiovisual en general «la auténtica imagen del Caribe y sus pueblos en el mapa global»

La muestra procurará crear «una suma de experiencias que deben converger en un encuentro» en la capital cubana, a fin de «discutir sin retórica cómo buscar mecanismos reales para integrarnos, lograr coproducciones y la circulación de las películas en el Caribe», aseguró López.