No inventé yo ese cuento, como se le llama desde la oposición: de un universo de 18 países donde la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) realizó el estudio, Venezuela ocupa el último lugar como país con menos desigual social. El 10% de la población se embolsilla un 36% del ingreso nacional. Se trata de […]
No inventé yo ese cuento, como se le llama desde la oposición: de un universo de 18 países donde la CEPAL (Comisión Económica para América Latina) realizó el estudio, Venezuela ocupa el último lugar como país con menos desigual social. El 10% de la población se embolsilla un 36% del ingreso nacional.
Se trata de una cifra sin duda aún grosera, pero la más baja en la historia de Venezuela, significativamente diferenciada de los países líderes en la región: el 10% de la población de Brasil y Colombia se apoderan del 50 y 49%, respectivamente, de la riqueza ingresada.
¿Sabía usted lo que digo? Lo más probable es que no, si tomamos como paradigma que lo que sabemos político lo dicen los medios de comunicación, en Venezuela representados ─como sabemos─ por corporaciones interesadas en prostituir la noticia con propósitos desestabilizadores, para no extendernos hacia otros países, como España, EEUU, Perú, Chile, Colombia, etc., donde los mass media mienten descaradamente a su población para seguirle el juego a la oposición interna venezolana. Porque es lo mismo, si usted nota que entremezclo oposición y medios de comunicación en un mismo saco.
Se trata de una verdad universal, ya a estas alturas del juego. Medio mundo consciente sabe del entramado conspiratorio que se le recuadra a Venezuela, coordinadamente desde lo interno y externo, es decir, oposición política nacional y oposición política internacional, ambas golpistas. Y se ha dicho cien mil veces: la razón es que llegó un gobierno de vocación socialista que le ha volteado la tortilla de la riqueza a los ricos criollos, ha puesto coto a la imagen de botín de la Venezuela rebosante de recursos naturales regalables y, finalmente, ha subido los niveles de dignidad y soberanía en el país, estatuyendo leyes de propósito igualatorio social, redistribuyendo la riqueza y salvaguardando como patrimonio la dote natural de su tierra.
Ya por ahí nada más el impacto es desmesurado (para no hablar de bolivarianismo extra fronteras, donde toma forma una inusitada integración regional). La oposición interna, conformada en su dirigencia por empresarios indolentes, políticos apátridas en aras de su propio peculio, religiosos desarraigados de la enseñanza primera cristiana (la humildad y atención al desvalido), más preocupados por lo terrenal que por lo celestial, eleva el grito a diario al cielo para quejarse de que el país marcha al revés del progreso. ¡Y cómo no ─acota uno─: ya sus negocios no marchan impunemente como en el pasado, cuando todo era un relajo con la cosa pública y se la robaban y repartían en prebendas! El más tonto era una suerte de monarquita, dueño de almas y media manzana de tierra en Venezuela, como en épocas feudales.
¡Qué carrizos reconocerá en los medios de comunicación a su cargo respecto de la prosperidad o avance humano de Venezuela! ¿Cómo, si su consideración es que los índices de riqueza de un país son los de su bolsillo propio, representativo, capitalistamente hablando en su expresión más pura, de un 1% de la población? ¡Cómo se le ocurre imaginar que publicarán en sus medios que el país se humaniza si la merma en sus bolsillos o la pérdida de prebendas políticas es para ello pobreza extrema, barbarie, retrogradez! A diario dicen: «El país va palo abajo», «Todo se echa a perder», «No hay justicia ni prosperidad», cuando lo que quieren es decir «¡Ay, el ayer: se fue!», «Ya no gano tanto o no soy quien» «A este país se lo llevó el diablo», «Tengo tiempo que no voy a Europa a gastar el fruto de mi ingenio comercial» «Mal gobierno», «Antes me decían señor y tenía suertes de haciendas con sus respectivos esclavos», «Hay mucho pobre por allí, hablando de una ridícula riqueza social y dignidad», «Hay un comunismo trasnochado y no el capitalismo de la felicidad y los negocios». Ayayaes.
Darle al pobre y menesteroso, y de paso registrarlo en las leyes, apoyándolos con los vanos cuentos de las cooperativas, negocios particulares, créditos y ridículos trueques, es ejercer, en efecto, una economía de pobreza. Gente de tal condición lo que sabe es utilizar muletas, que no engrandecer naciones. La pobreza se combate no enriqueciendo al pobre, sino fortaleciendo al rico, para que ellos los atienda, los administre, como un objeto más de riqueza.
Por el lado externo pasa igual. Existe una aguerrida oposición internacional al gobierno bolivariano de Hugo Chávez. Países tradicionalmente imperialistas, como EEUU y España, para nombrar dos, acostumbrados al desmán tercermundista de la Venezuela sumida en el atraso, donde hacían y deshacían a su antojo en virtud de la moralina pilla de su dirigencia, andan hoy preocupados con el país nuevo que hoy alza vuelo. Como que se les acabó el pezón de la rica leche donde acudían por sorbitos para sostener sus negocios, puestos políticos y hasta la «estabilidad» económica mundial, si vamos al hecho que Venezuela es hoy el país con mayores riquezas energéticas de la Tierra.
Ahora tienen que pagar por todo, a precio sincerado, y de paso dejar cuotas de tecnología en el país, plusvalías del progreso, para que el hecho de comercio no sea un puro acto colonialista de tomarlo como surtidor y proveedor de materias primas, como gusta propalar mucho una célebre matriz de «patio trasero» que deambula por allí. Se debe ahora afrontar al país con la conciencia de las asimetrías o simetrías comerciales, de manera que las transacciones y negociaciones con la República Bolivariana de Venezuela resulten lo más compensatorias posible y no vayan en detrimento ─como en el ayer político─ de la economía nacional. ¡Qué carrizos los animará a decir que el país de Bolívar prospera, si al respecto no les va como ayer en los bolsillos!
El país más consumidor de energía en el planeta (EEUU) ya le dio su golpe de Estado a Venezuela en el 2.002, como expresión de protesta por el pezón perdido, ya no tan facilón y generoso. Se ponía entonces la cosa dura. Sus proyecciones de consumo de petróleo aumentaban estrepitosamente y las del principal surtidor (en tanto surtidor) bajaban de la misma guisa, así como sus propias reservas. La cosa se ponía peluda. ¿Cómo diablos reconocerle qué en materia de desarrollo humano a Venezuela, si parecía hacerse independiente, peleona de lo suyo y poco regalona ahora de su riqueza? A menos que se esté loco. Las últimas alianzas comerciales con China y Rusia han disparado las alarmas, circunstancia que fuerza a mentir con mayor pasión, enceguecerse lo más posible, encandilando con mayor saña a los pueblos, mientras no llegue la hora propicia de la guerra.
Por el contrario, Venezuela retrograda. Tal ha de ser el lema. Nada de nada en reconocimientos. No prospera, es mentira. La ONU y la CEPAL enloquecen. Tiene pobres, guerrilla, narcotráfico y terrorismo. En eso es rica. Es lo cierto. Le quita recursos y tierras a lo viejos ricos, vieja también clase aliada, hoy oposición. Ni una tinta en los periódicos aflorando semejantes realidades, si no gratas, menos. No es aceptable alimentar una matriz de opinión que va contraria al interés propio, esto es, no seguir teniendo en Venezuela el granero y patio traseros del pasado. Verdades virtuales hay que explotar, como una mina. Hugo Chávez es un tirano y el fascismo prende en sus seguidores. Lucha por quitarle la fragancia al país, es decir, por descolonizarla, para decirlo tono poético derechista.
En días pasados me escribió un amigo peruano y me preguntaba que si era cierto que Chávez entregaría el poder, acorralado como se decía estaba por la gente, molesta a causa de los apagones y escasez de agua. Le respondí y le eché el cuento que ahora aquí echo a ustedes. Son los medios, amigos, la maquinación de una realidad virtual impositiva, la guerra de los nuevos tiempos, que hace de la palabra y la desinformación un nuevo cartucho de combate. La mentira es un misil o torpedo. Situación que pone a los mismos medios a hundirse en medio de una charca de desconfianza y sobre el filo naciente de nuevos paradigmas comunales o sociales de busca de la verdad, tipo comité de usuarios, gente cansada del engaño, ahíta de fortalecer conciencias y de no dejarse batuquear más en lo sucesivo.
Pero vayamos más allá con la noticia, generada en el 2.008 y jamás propalada por esos medios del escarnio que es la derecha política, por el contrario desvirtuada (se dijo en su lugar que el país se hundía en la pobreza y que era el más desequilibrado socialmente en la región). Vea usted: las ONU mide la desigualdad de ingreso de los países echando mano de un llamado Coeficiente Gini, que da un 0 a quien logre distribuir la riqueza entre todos en partes iguales y un 1 al extremo contrario, es decir, a quien dé su riqueza a una sola persona y nada al resto. Venezuela puntúa 0412, el último en la escala regional, donde mandan imbatiblemente Brasil (0594), Guatemala (0585) y Colombia (0584).
Como les dije, no lo inventé yo, lo negaron ellos.
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Notas:
Las cifras manejadas en el texto fueron tomadas del periodista Eleazar Díaz Rangel en su artículo «La desigualdad social» (en línea). En Aporrea.org. – 4 abr 2.010. – (Pantalla 2). – http://www.aporrea.org/actualidad/a98250.html . – (Consulta: 7 may 2.010).
Para más información, la CEPAL presenta su información en la siguiente WEB: http://www.eclac.org/
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