Río de Janeiro, 2 nov (PL) Las recurrentes dificultades financieras del Parque Nacional Sierra de Capivara, principal reserva ecológica de Brasil y la mayor del mundo a cielo abierto, se agravaron al extremo de ser despedido todo su personal. Los 214 empleados, sin embargo, decidieron seguir trabajando en forma voluntaria, porque no tienen otras posibilidades […]
Río de Janeiro, 2 nov (PL) Las recurrentes dificultades financieras del Parque Nacional Sierra de Capivara, principal reserva ecológica de Brasil y la mayor del mundo a cielo abierto, se agravaron al extremo de ser despedido todo su personal.
Los 214 empleados, sin embargo, decidieron seguir trabajando en forma voluntaria, porque no tienen otras posibilidades de empleo en esa región del estado de Piauí y para preservar el parque de la depredación de cazadores y posibles incendios.
La arqueóloga Niede Guidon, encargada de la reserva, dijo al diario O Globo que todos los parques nacionales enfrentan falta de recursos, pero eso se agrava en el de la Sierra de Capivara por ser muy grande.
El Instituto del Medio Ambiente (IBAMA), encargado del parque junto con la Fundación Museo del Hombre Americana encabezada por Guidon, anunció que hasta diciembre asignará a esa instalación 424 mil reales (185 mil dólares).
La arqueóloga Guidon, de 72 años, ha dedicado más de 30 de ellos al estudio y cuidado de esa reserva, en una labor que la hace digna émula de la alemana María Ritchie, que por décadas y hasta su muerte estudió y cuidó las famosas Pampas de Nazca, en Perú.
Ese parque, declarado Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 1991, tiene más de 700 sitios catalogados, lo que lo convierte en el más impresionante tesoro arqueológico de Brasil.
Niede comenzó su labor allí al frente de una misión franco-brasileña que inició los estudios y hoy encabeza la organización no gubernamental que junto con el IBAMA está responsabilizada por el cuidado del lugar.
En el 2002 fueron descubiertos más de 80 sitios, uno de ellos con más de cinco kilómetros de extensión y 700 metros de ancho, el que asombró a la arqueóloga por su tamaño y por la calidad de su conservación.
Allí también se encontró una pintura rupestre de 35 mil años de antigüedad, la misma edad de sitios arqueológicos hallados en Francia y Australia.
Más recientemente se hallaron ocho urnas funerarias y 14 sepulturas, que Niede calcula tengan entre mil 500 y seis mil años, aunque la falta de presupuesto no ha permitido hacer la datación.
A comienzos del 2003 se encontró además la primera pieza de arte decorativa, lo que vino a comprobar la tesis de la arqueóloga de que en esa región existió una cultura sofisticada.