A propósito del artículo «Irreversibilidad del proceso para la construcción del socialismo» (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=83605) continuamos las reflexiones, por algunas observaciones que nos hiciera un señor de la oposición. Así mismo, por los días de abril que recordamos y recordaremos siempre con su nombre correcto: GOLPE. A nuestro parecer, las observaciones del amigo expresan su punto de […]
A propósito del artículo «Irreversibilidad del proceso para la construcción del socialismo» (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=83605) continuamos las reflexiones, por algunas observaciones que nos hiciera un señor de la oposición. Así mismo, por los días de abril que recordamos y recordaremos siempre con su nombre correcto: GOLPE.
A nuestro parecer, las observaciones del amigo expresan su punto de vista, cosa perfectamente válida en un país democrático y no en dictadura como mucha gente define nuestra situación política actual. La dinámica nacional y local, hace que algunos de nosotros refiramos los eventos entre revolucionarios y opositores como confrontación, guerra, neutralización, entre otras palabras que pueden no parecer adecuadas para algunos, pero surgen producto de la experiencia en el desarrollo de este proceso.
No es casual interpretar las cosas así, cuando desde antes de Abril de 2002, el movimiento opositor se ha hecho de muchos símbolos, aunque algunos se sientan incómodos al observar los nuestros y los cuestionen, los suyos sólo refieren fascismo, racismo, xenofobia, agresión, imposición y muerte. Acostumbrados a imponer la voluntad por el poder económico y no por mayoría y a fuerza de trampas, hoy cuando el pueblo es pueblo, en medio de su impotencia, se baten, dicen groserías, se muerden los labios, como ejemplo sólo de lo que muestran, no así de lo que hacen.
Sólo basta oír hablar a Ledezma, Rosales, Goichea, ¡Sánchez¡(UCV), Julio Borges (quien es y no es), Urosa Sabino (CEV), Nitu Pérez Osuna, Mata Cura, entre otros muy visibles; o algunos más dramáticos, no por ello más sobresalientes como Norkis Batista, Fabiola Colmenares, Julio César Pineda o el mismísimo Conde del Guácharo, cuyas expresiones hacia nosotros, nos caracterizan con mucho desprecio como ignorantes, feos, mal olientes, sin dientes, gordos, negros y pare de contar cuántas cosas más, por el hecho de que luchamos por una Venezuela más justa o un destino diferente, para todos. Eso nos mueve a los que verdaderamente creemos en la revolución.
Sería agradable conocer que ellos no expresan su manera de pensar, o al menos no del todo, pero el grueso de la oposición los ha puesto al frente y les han aceptado como voceros.
Para su pesar, en las filas del chavismo hay mucha muchas mujeres y hombres en proceso de preparación, nos hemos preparado en lo profesional y en lo político y continuamos haciéndolo, porque sabemos que nunca es suficiente. Ah! Y muchos no somos ni mayores ni feos, pero también somos revolucionarios. No obstante, más que los títulos o la belleza corporal, nos mueve el deber, lo humano la necesidad de la luz de la que hablaba nuestro Libertador.
Para la oposición, ser revolucionarios es sinónimo de ignorancia, defectos físicos y mentales, incompetencia, porque ellos creen tapar sus defectos con cirugía y maquillaje. A eso se le llama ofensa no se le llama debate, a eso se le llama guerra no discusión. No es fácil debatir las ideas, con quienes nos ven de esa manera y menosprecian todo cuanto somos y hacemos, porque nos consideran incapaces de pensar y decidir. Sin embargo, estamos dispuestos a hablar. Lo estuvo el presidente a pesar de lo ocurrido en aquellos días de abril del 2002 y lo está ahora, pero ya no es el mismo. Ya no somos los mismos.
Por el significado de estos días de abril, ahora la oposición quiere marchar, quiere cambiarles el nombre de GOLPE por el de MARCHA. Pero eso no pasará, porque la conciencia de la gente, los videos, los testimonios, la tecnología que una vez les beneficio y les ayudó a dividir la pantalla y a grabar los videos contando los muertos que aún no ocurrían, hoy les acusan, y ese es un juicio eterno. Las cicatrices que tanto cuestionan, los inválidos y los muertos que son su responsabilidad, hoy les acusan.
Así mismo, aunque no comparto la actitud de muchos mal llamados revolucionarios, gracias a quienes se nos endosan los títulos de ladrones o tramposos, somos parte de este proceso y confiamos y esperamos que la revolución tenga éxito, hasta en contra de esas individualidades. Es por ello, que cuando decimos «todos», para referir a quiénes debemos construir el socialismo, hablamos de quienes respondan al llamado que se ha hecho para todos.
Lamentablemente, las generalizaciones son frecuentes en ambos bandos, tal vez las circunstancias nos lleven a creer, que el hecho de ubicarnos como parte de los extremos, deja sin efecto los grises. Pero la oposición dice que pueblo son los dueños de los medios, los banqueros, los empresarios, los demás somos plebe y con exclusividad para las elites, legislaron por más de cincuenta años. Para los gobiernos de la cuarta, los pobres no necesitaban salud, comida, vestido y educación, a ellos les venían bien los harapos, la ignorancia, los defectos. ¡Cómo costaba estudiar y evitar la falta de dientes o las cicatrices! porque los obreros son los que manejan la pala, el pico y las máquinas.
Para nosotros, pueblo son nuestros feos y sus bonitos, nuestros pobres y sus ricos, sus citadinos y nuestros indígenas, nuestros hombres y mujeres todas, sea cual sea su situación social, raza, credo o condición económica. Es decir, para nosotros, pueblo es Venezuela, Latinoamérica, el mundo. Nosotros no excluimos, la oposición se excluye y nos excluye.
Para debatir en buena lid o conversar con la oposición, es necesario revisar los hechos, los involucrados y su cuota de responsabilidad. Nosotros los respetamos a todos, a los suyos y a los nuestros, pero por favor, no nos cuestionen si en el leguaje recogemos lo que hemos visto y leído de tanto que nos han mostrado. Tampoco nos pidan que olvidemos sus caras, sus nombres, sus palabras, los hechos. Bien lo decía Ernesto Villegas al ser entrevistado en el programa De Frente, «fueron 47 horas intensas», recogeremos los pedazos y terminaremos el rompecabezas. Nada hay en esos días, ni en los anteriores, ni en los siguientes, a favor de la oposición. Ahora, más que ayer, no debemos olvidar.