Hazel Henderson es una futurista, una iconoclasta económica, fundadora de Ethical Markets Media y autora de varios libros. Su principal objetivo es explorar los «puntos ciegos» de la teoría económica convencional. Se ha dedicado a investigar la creación de una teoría económica y política interdisciplinaria, centrándose en cuestiones ambientales y sociales. Por ejemplo, ha estudiado […]
Hazel Henderson es una futurista, una iconoclasta económica, fundadora de Ethical Markets Media y autora de varios libros. Su principal objetivo es explorar los «puntos ciegos» de la teoría económica convencional.
Se ha dedicado a investigar la creación de una teoría económica y política interdisciplinaria, centrándose en cuestiones ambientales y sociales. Por ejemplo, ha estudiado el «valor» del agua dulce y del aire limpio, necesarios en enormes cantidades para sostener la vida pero que a veces se dan por sentados.
El 14 de este mes se presentó un informe encomendado por el presidente francés Nicolas Sarkozy a los premiados economistas Joseph Stiglitz y Amartya Sen, así como a otros 20 expertos, a fin de hallar nuevas maneras de medir el crecimiento.
Ante el estudio, según el cual los países necesitan encontrar maneras de medir el bienestar según el crecimiento económico bruto, los puntos de vista de Henderson no podrían ser más pertinentes.
IPS dialogó con ella a través del correo electrónico.
IPS: A menudo oímos que un país equis no cumplirá los Objetivos de Desarrollo de la ONU para el Milenio. Según Jan Vandemoortele, uno de los arquitectos de esas metas, éstas se han convertido en frases abarcadoras y carentes de significado que se miden en dinero y se centran en los donantes. Si no hay objetivos concretos, comunes, comparables, ¿cómo sabremos que hemos tenido éxito?
HAZEL HENDERSON: Necesitamos ver los Objetivos del Milenio en el contexto de un mundo rápidamente cambiante desde 2000: Estados Unidos ha perdido su posición de superpotencia única. China, India y Brasil ahora son actores mundiales clave, el Grupo de los Siete (países más industrializados: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia y Japón) y el Grupo de los Ocho (los siete anteriores más Rusia) son reemplazados por el Grupo de los 20 (países ricos y emergentes), y pronto el Grupo de los 192 (Asamblea General de la ONU) será la versión expandida para la democratización de la economía mundial, luego que las crisis financieras cambiaron el juego para todos los actores.
Así que necesitamos mantener los Objetivos del Milenio como tales y alinearlos con el consenso que surge rápidamente en materia de cambio climático: el Nuevo Trato Verde Mundial, liderado por inversiones privadas a través de los fondos de pensiones mundiales (de unos 120 billones de dólares) y con garantías gubernamentales de bajo riesgo por 10 billones de dólares en bonos de Prosperidad Climática durante la próxima década.
El crecimiento económico medido según el producto interno bruto (PIB) y el modelo tradicional de los «mercados eficientes» ahora han fenecido. Necesitamos desvincular los Objetivos del Milenio de esta vieja métrica.
Nuevas (maneras de medir) el progreso más allá de coeficientes monetarios están apareciendo en Europa, Canadá, China, Brasil y muchos otros países podrán realizar un seguimiento más realista del cumplimiento de los Objetivos del Milenio.
IPS: El Informe Stiglitz-Sen señala que los países necesitan hallar maneras de medir la felicidad y el bienestar tomando como parámetro el crecimiento económico bruto. ¿Cómo afectará esto a los países pobres? Bhután, por ejemplo, declara una elevada «Felicidad Nacional Bruta». Si un nuevo índice de bienestar es la referencia para la riqueza, tal vez Bhután no necesite ninguna asistencia, comercio o inversiones, pese a ser uno de los países más pobres.
HH: El Informe Stiglitz-Sen está avanzando en la dirección correcta, pero demasiado lentamente, y todavía está atrapado intelectualmente en la ahora extinta «caja de la economía».
Las sociedades humanas complejas nunca pueden medirse utilizando una sola disciplina, especialmente la economía, que nunca fue una ciencia. Los cálculos económicos son ciegos ante la mayoría de los costos sociales y ambientales que sus estrechas decisiones imponen sobre otros, re-enmarcadas como «factores externos», por ejemplo los costos que empresas y proyectos omiten en sus balances.
Estos innumerables impactos de las decisiones financieras se acumulan sin ser advertidos por los economistas hasta que se convierten en crisis de pobreza, desigualdad, exclusión social y contaminación, culminando en el mayor fracaso de mercado: el caos climático.
Stiglitz y Sen no pueden ver que los nuevos indicadores nacionales del «progreso» deben ser multidisciplinarios y usar muchos parámetros de medida, similar al enfoque sistémico utilizado por los Indicadores Calvert-Henderson de Calidad de Vida. Estos constituyen un enfoque alternativo que yo diseñé con el Calvert Group, realizando un seguimiento de 12 aspectos que hacen a la calidad de vida.
Soy muy cauta en relación con los indicadores de «felicidad», porque son culturalmente dependientes y demasiado subjetivos. Por ejemplo, personas que viven cerca de un oculto vertedero de desechos tóxicos o que beben agua contaminada pueden decir que son «felices» mientras ignoran estos peligros.
Economistas conservadores y estadísticos han aprovechado las encuestas de «felicidad» como excusa para reducir los presupuestos del bienestar social.
IPS: El informe recomienda que el crecimiento del PIB se use simplemente para medir la actividad de los mercados, y que los nuevos sistemas tomen en cuenta la salud ambiental, la seguridad y la educación. ¿Acaso los Objetivos del Milenio no alcanzan como puntos de referencia?
HH: El informe se equivoca al recomendar que el PIB continúe usándose para medir la actividad de los mercados, porque esto perpetuará la ignorancia sobre la acumulación de los «factores externos» en materia social y ambiental. Esto debe restarse del PIB para calcular el nivel neto del PIB real.
El reporte también comete el error en el que incurren las oficinas de estadísticas y el Sistema de Cuentas Nacionales de las Naciones Unidas (UNSNA): designar como «cuentas satélite» a las relacionadas con las brechas sociales, ambientales, sanitarias, educativas y de pobreza, que han proliferado. Por lo tanto, son ignoradas por los medios y devaluadas.
Todavía es necesaria una reforma real del PIB, que cubra explícitamente objetivos similares a los del Milenio. La comisión Stiglitz-Sen estuvo integrada por economistas, en vez de incluir a sociólogos, educadores, expertos en salud y en ambiente.
IPS: El trabajo en el hogar, realizado principalmente por mujeres a las que no se les paga por esto, es un motor de la economía. ¿Considera usted que estas tareas pueden ser reconocidas en términos prácticos? Y si se las toma en cuenta, ¿los países donde las mujeres no tienen acceso a trabajo formal aparentan ser más ricos?
HH: Se estima que el trabajo no pago realizado en el hogar y en la comunidad representa aproximadamente 50 por ciento de toda la actividad productiva en los países industrializados, e incluso entre 60 y 70 por ciento en muchos países en desarrollo. Las cuentas del UNSNA ignoran toda la producción que no es paga.
En 1996, el Informe de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Humano y su Índice de Desarrollo Humano calcularon el trabajo no pago en 16 billones de dólares (11 billones para las mujeres y cinco billones para los hombres), que simplemente no se contabilizaban dentro de la cifra oficial del PIB mundial, de 24 billones de dólares, si bien en 1996 una cifra más real habría sido de 40 billones de dólares…
IPS: ¿Cómo puede contabilizarse el valor de un bosque, por ejemplo, como parte de los recursos o del crecimiento de un país?
HH: El valor de los bosques y todo el apoyo a nuestros ecosistemas deben valuarse como factores de producción, lo que es mucho más básico que si se tratara solamente de tierra (en el modelo viejo: tierra, trabajo y capital). Los ecosistemas son capitales naturales y se estima que brindan aproximadamente 34 billones de dólares anuales de servicios a las sociedades humanas, pero que se pierden del PIB.
En (la conferencia convocada en noviembre de 2007 por el Parlamento Europeo) Más Allá del PIB, nosotros fuimos mucho más lejos que el Informe Stiglitz-Sen. Tanto el trabajo no pago como los servicios de los ecosistemas fluyen a partir del capital social y del capital de los ecosistemas.
En su Informe sobre la Riqueza de las Naciones (1995), el Banco Mundial estima el capital social en 60 por ciento, el de los ecosistemas en 20 por ciento y el capital de infraestructura (fábricas, carreteras) en 20 por ciento. De ahí que el Banco Mundial admitiera que 80 por ciento de la riqueza de las naciones fue pasada por alto en sus programas, que se centran principalmente en el 20 por ciento del capital creado por el ser humano.
Este informe nunca fue incorporado al modelo de PIB del UNSNA. Yo abogué durante décadas y en muchos países para este simple cambio de cuentas, que reduciría en alrededor de 50 por ciento la mayoría de las deudas públicas de los países con el trazo de una lapicera.
Wall Street y los poseedores de bonos se resisten a este cambio porque esto también reduciría 50 por ciento los intereses.
IPS: ¿Cuál es el significado práctico del Informe Stiglitz-Sen fuera de Francia?
HH: Como Stiglitz y Sen son muy conocidos, este informe elevará el debate en los medios. Los políticos alineados con los negocios y las finanzas resistirán, igual que los estadísticos convencionales, porque esto reducirá su reclamo de ganancias y politizará la economía, revelando su falta de toda base científica.
De modo similar, los estadísticos y muchos académicos tendrán que descartar sus inversiones intelectuales, reorganizar sus modelos y atenerse a muchas otras medidas más científicas de los actuales problemas y condiciones mundiales.
IPS: ¿Y ahora qué?
HH: Los próximos pasos son publicitar más ampliamente todas estas propuestas de reforma, incluyendo la directiva de la Comisión Europea de septiembre de este año, propuesta para los países de la Unión Europea (UE) en 2010 por Stavros Dimas (comisario de Medio Ambiente de ese bloque), el nuevo Índice Canadiense de Bienestar y el PIB Verde chino (que es objeto de oposición por parte de los políticos de las provincias).
¡Me encantaría participar en un debate abierto con Stiglitz y los demás autores del informe sobre todo esto!
* Miren Gutiérrez es editora en jefe de IPS.