Aún se sacaban cuerpos de entre los escombros el jueves cuando la congresista estadounidense (Republicana) Ileana Ros-Lehtinen hizo pública una declaración condenando lo que ella llamó «brutal» atentado terrorista en Londres. «Atacar a personas inocentes es algo insidioso y muestra una total falta de respeto de los terroristas por la humanidad», declaró la Republicana de […]
Aún se sacaban cuerpos de entre los escombros el jueves cuando la congresista estadounidense (Republicana) Ileana Ros-Lehtinen hizo pública una declaración condenando lo que ella llamó «brutal» atentado terrorista en Londres.
«Atacar a personas inocentes es algo insidioso y muestra una total falta de respeto de los terroristas por la humanidad», declaró la Republicana de Miami. «Los que cometieron esta cruel acción deben saber que nuestra determinación de neutralizar el terrorismo se mantiene firme y que no cederemos ante tales perfidias».
Fuertes palabras.
Pero, ¿dónde estaba la indignación de la congresista cuando salió en defensa de Luis Posada Carriles, un hombre que se jactó de haber organizado una serie de atentados con bombas contra hoteles en la Habana que provocaron la muerte de un turista italiano, un hombre acusado de haber volado un avión civil cubano en pleno vuelo?
¿Dónde estaba su deseo de «neutralizar el terrorismo» cuando ella intercedió hace dos años ante la presidenta de Panamá para que liberara a Pedro Remón, Guillermo Novo y Gaspar Jiménez?
Esos hombres, junto a Posada, fueron condenados en Panamá por poner en peligro la seguridad pública, un cargo derivado de una supuesta conspiración para volar un centro universitario que Fidel Castro debía visitar. Ros-Lehtinen, junto a los también congresistas Lincoln y Mario Díaz-Balart, tranquilamente le escribió a la presidenta panameña Mireya Moscoso pidiéndole que perdonara a los cuatro hombres. Y una de sus últimas decisiones como presidenta fue justamente esa.
Ros-Lehtinen y los Díaz-Balart defendieron la carta, que el Herald recientemente sacó a la luz en Panamá, diciendo que los cuatro hombres estaban siendo retenidos «bajo circunstancias legales y de procedimiento» que eran cuestionables.
Ros-Lehtinen está actualmente compitiendo para ser la próxima presidenta del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes, que la convertiría en una de las voces líderes en el Congreso en materia de política internacional y la lucha mundial contra el terrorismo.
Pero, ¿qué autoridad moral puede ella llevar a tal puesto cuando ayuda a individuos que son considerados terroristas? Por ejemplo, Remón, se declaró culpable en 1986 por tratar de volar la Misión Cubana en New York.
Novo, miembro del violento grupo anti-castrista Omega 7, fue declarado culpable en 1976 por el asesinato del diplomático chileno Orlando Letelier. El veredicto fue más tarde anulado en apelación.
Jiménez y otro hombre cumplieron seis años de cárcel después de que trataron de secuestrar a un diplomático cubano en México y mataron a su guardaespaldas. Fiscales federales también lo acusaron por haber plantado una bomba en el auto del comentarista de radio Emilio Milián, quien perdió ambas piernas en la explosión. Otro fiscal estadounidense anuló la acusación alegando problemas con un testigo.
Y, finalmente, está Posada.
¿Qué diferencia hay entre poner bombas en restaurantes y hoteles en la Habana y hacerlo en trenes y autobuses en Londres? Posada – quien niega haber volado el avión civil cubano – se jactó de haber organizado los atentados con bomba en los hoteles de la Habana.
Cuando ese alarde le causó problemas a los que lo apoyan en Miami, se retractó. Hoy, él no habla de los atentados con bomba.
Yo quería hablar con Ros-Lehtinen. El viernes en la mañana llamé a su secretario de prensa y le expliqué sobre lo que estaba trabajando. Me dijo que me llamaría de vuelta pero no escuché más de él o de la congresista a pesar de que hice otras llamadas.
Los esfuerzos de Ros-Lehtinen a nombre de estos cuatro hombres no deberían haber sorprendido a nadie. La primera vez que se postuló para el Congreso ella ayudó a otro militante cubano, Orlando Bosch, y eso la ayudó a ser elegida.
Pero lo que hace ganar elecciones en algunas partes de Miami probablemente parecerá hipocresía en cualquier otro lugar.
O se cree que el terrorismo es algo brutal o no. O cree que los que cometen tales actos no respetan la humanidad o no.
La nobleza de una causa no puede ser una justificación para el terrorismo pues todos los terroristas creen que lo que hacen es lo correcto.
Es por eso que la única forma de luchar contra el terrorismo es condenándolo en todas sus formas y no solo cuando es políticamente conveniente.
10 de julio de 2005