Desde los calabozos en Boleíta, Caracas, nos han hecho llegar otra carta del trovador de la montaña Julián Conrado, desaparecido desde hace 53 días en la República Bolivariana de Venezuela. Está en la tapa de un libro, de letra muy apurada pero con huellas dactilares incluidas. La nueva carta: Julio 20, 2011 Yo, Guillermo Enrique […]
Desde los calabozos en Boleíta, Caracas, nos han hecho llegar otra carta del trovador de la montaña Julián Conrado, desaparecido desde hace 53 días en la República Bolivariana de Venezuela.
Está en la tapa de un libro, de letra muy apurada pero con huellas dactilares incluidas.
La nueva carta:
Julio 20, 2011
Yo, Guillermo Enrique Torres con cédula de ciudadanía: 9.281.852, de Turbaco, Bolívar, Colombia:
Señor Canciller Nicolás Maduro, Señores ACNUR y a quienes compete:
Yo me vine de Colombia porque mi vida corría peligro y fui capturado en Venezuela el 31 de Mayo. No se han reconocido mis derechos humanos, ni siquiera tengo derecho a un alegato para mi defensa.
Estoy enfermo de la próstata y otras enfermedades.
Solicito Asilo y Refugio a la República Bolivariana de Venezuela.
(Huellas dactilares)
Guillermo Enrique Torres Cuéter
Su captura, realizada el pasado 31 de mayo por cuerpos de inteligencia perfectamente coordinados de los Estados colombiano y venezolano preparan la extradición a Colombia para su entrega a los EEUU, como lo ha dicho el criminal general Oscar Naranjo de la Policía Nacional de Colombia al ratificar que: «…He recibido informaciones de nuestros servicios de investigación criminal y de inteligencia que se pagarán varias fuentes que colaboraron en el proceso de localización de alias ‘Julián Conrado’… este caso en particular «Julián Conrado» hace parte del programa de recompensas de los Estados Unidos de primer nivel…». La recompensa de 2.5 millones que ofreció el subsecretario de Estado para Latinoamérica de los EEUU, Arturo Valenzuela por su captura, no sabemos cómo la distribuirán, ni entre quienes. Obvio, suponemos entre apátridas colombianos y venezolanos.
Para que esta barbaridad contra el Derecho Internacional Humanitario no ocurra, lo importante es que entendamos y hagamos lo del «Cuento del Colibrí» que nos comentó el «Cabo de Tres Soles», cartero de Julián: «…Mire, me contaron que en la selva había un enorme incendio forestal, por una inmensa sequía: Muchos animales morían. Los que pudieron, corrieron al lecho del río. Los animales quedaron atrapados entre el fuego y el feroz caudal. En la disyuntiva de quemarse o ahogarse, el pequeño colibrí recogía gotitas de agua de la orilla del rio y las echaba, con su dimito pico, al pertinaz fuego. El león, elefantes, jirafas y todas los animales se burlaba del colibrí, hasta que le gritaron: «Imbécil, ¿Qué crees que haces?…¿acaso vas a apagar el incendio con tus gotitas?…El colibrí le respondió: «Yo hago lo mío…, qué hacen ustedes».
Si no entendemos la gravedad de este nuevo intento de convertir en ley internacional aceptada, la política del Plan Cóndor, con las entregas criminales de luchadores sociales a regímenes terrorista de Estado como cuando las espantosas dictaduras de Cono Sur, violando todo precepto legal valido y humanitario, estamos condenando a los pueblos del mundo en lucha por su independencia y libertad, a la más absoluta indefensión ante la jauría fascista colombiana-estadounidense del Plan Colombia, con su «voraz incendio» en nuestra amada Colombia durante más de 60 años.
Sabemos que la entrega a Colombia-EEUU del Cantor, con palabras de Julián, sería «…la tortura y la muerte…».
«… la vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen mal,
sino por las que se sientan a ver lo que pasa…»
Albert Einstein
Coordinadora «Que no calle el cantor»