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ENARSA puede quebrar el oligopolio gasífero

Fuentes: Rebelión

De Yrigoyen a Morales y Kirchner En el contexto del reciente acuerdo de integración energético firmado entre la Argentina y Bolivia, de igual forma que Yrigoyen, el gobierno de Néstor Kirchner acepta introducir al Estado como protagonista principal en un sector estratégico de la economía como el hidrocarburífero, por demás privatizado desde 1989. No sólo […]

De Yrigoyen a Morales y Kirchner

En el contexto del reciente acuerdo de integración energético firmado entre la Argentina y Bolivia, de igual forma que Yrigoyen, el gobierno de Néstor Kirchner acepta introducir al Estado como protagonista principal en un sector estratégico de la economía como el hidrocarburífero, por demás privatizado desde 1989. No sólo eso, sino que dado los importantes volúmenes de gas natural a importar ,cuya compra y comercialización dependerá exclusivamente de ENARSA, la empresa nacional ingresará al selecto grupo de compañías (oligopolio) que concentran la oferta primaria de gas natural.

Durante la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen, la Argentina suscribe sus primeros acuerdos interestatales, introduciendo al Estado como protagonista principal en un sector del comercio exterior. El primero de ellos firmado en 1928 entre el gobierno argentino y el inglés, ,, consistió en la apertura recíproca de un crédito por valor de 100 millones de pesos durante dos años. Nuestro país adquiría de Gran Bretaña materiales de fabricación inglesa destinados a los ferrocarriles del Estado, mientras el gobierno británico adquiriría cereales y demás productos nacionales. Con el crédito Yrigoyen se proponía reiniciar la obra del ferrocarril a Huatiquina, paralizada por Alvear durante 6 años. Para ampliar la red de los ferrocarriles del Estado, el gobierno adquiría materiales de construcción, rieles, vagones y locomotoras de Gran Bretaña. La novedosa intervención del Estado establecía una nueva modalidad de comercialización entre gobiernos, soslayando a los monopolios privados de cereales y carnes.

El segundo acuerdo de carácter interestatal (1929), se realizó con la Unión Soviética a través de la sociedad Iuyamtorg. Implicaba para la Argentina la importación de 250.000 toneladas de petróleo (luego refinadas por YPF) durante tres años. A cambio, enviaríamos cueros, extracto de quebracho, lana, ovejas en pie y caseína. La nafta soviética vendría a suplantar la importada, reservándose el Estado la facultad de reducir la cantidad de nafta a importar si la producción fiscal aumentase (en aquel entonces YPF participaba con un 15% de la producción local). Las ventajas eran más que evidentes, el contrato con Iuyamtorg significaría un desalojo total de las compañías extranjeras, principalmente la norteamericana Standard Oil, que por entonces y hasta ese año tutelaba con la Shell la fijación de precios en el mercado interno.

Integración energética boliviana-argentina

El referido acuerdo argentino-boliviano es, a priori, beneficioso por los siguientes motivos:

  1. Negociación interestatal, regida por intereses nacionales y no empresariales. Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) le venderá a ENARSA la producción gasífera. Será ésta última la responsable de la comercialización (operadora), con lo cual pasará a gravitar con fortaleza y progresivamente en el mercado gasífero argentino.

  2. El nuevo precio acordado de 5 dólares el millón de BTU hasta diciembre de 2006 y 5,50 dólares para 2007, es comprensible si se lo compara con el precio internacional que oscila -según el país o la región- entre 10 a 15 dólares el millón de BTU.

  3. La mencionada modificación del precio no repercutirá en las tarifas locales.

  4. La Argentina se asegura la provisión de gas natural hasta un 30,7% del consumo local estimado para 2010.

  5. El acuerdo implica la construcción del Gasoducto del Noreste (capacidad de diseño original de 20 millones de m3/día, ampliables a 30 millones), cuyas obras estarán finalizadas para 2010 y que será operado conjuntamente por YPFB-ENARSA. Llevará gas natural a Misiones, Corrientes, Chaco y Formosa, provincias que carecen de este energético esencial.

  6. Participación conjunta ENARSA-YPFB en la fabricación de equipos conversores para el uso de gas natural en automóviles; en la construcción de una planta separadora de gases y en la realización de actividades conjuntas de exploración y explotación en yacimientos bolivianos.

  7. Fortalecimiento de un proceso de integración energética incluyente y equitativo entre los socios de la Comunidad Sudamericana de Naciones.

A partir de la privatización de Gas del Estado, el sector gasífero vive gobernado por un oligopolio. Por ejemplo, el año pasado el 89,6% del gas natural fue extraído únicamente por seis empresas: Repsol YPF, Total Austral, Pan American Energy, Pluspetrol, Petrobras y Tecpetrol, las cuales sumadas a otras tantas compañías privadas abastecen el 100% de la oferta primaria del hidrocarburo.

Ahora bien, como consecuencia del acuerdo con Bolivia, en el 2007 ENARSA aportará el 7,5% de los 37.473 millones de m3 que consumirá la Argentina; por lo tanto, el sector privado representará el 92,5% (7,5% menos). Al comenzar a operar el gasoducto del Noreste en 2010, la empresa nacional aportará el 30,7% de los 42.152 millones de m3 a consumir por nuestro país, cifra ésta que incluye un 4% anual de crecimiento en el consumo del mercado interno. En la medida que la Argentina no prohíba sus exportaciones de gas, para el 2014 las reservas de gas natural se habrán agotado; en tan lamentable situación, su oferta primaria será cubierta totalmente por importaciones de ENARSA.

Intervencionismo estatal y demanda creciente: una tendencia mundial

El primer contrato de venta de gas natural boliviano a la Argentina fue firmado en julio de 1968, iniciándose la exportación efectiva en mayo de 1972. Este contrato y sus renovaciones llega hasta nuestros días. Con la privatización de las empresas estatales boliviana y argentina, la importación, comercialización y transporte del recurso quedó en manos de Pluspetrol, Petrobras, Total y Techint. En realidad, desde 1990 en adelante la política integracionista que gobernó el MERCOSUR se basó en un proceso de «integración» desigual entre los miembros del bloque, caracterizada además por ser las empresas privadas las protagonistas de los acuerdos comerciales entre países.

Pues bien, las nuevas reglas de juego en la comercialización del gas natural importado por la Argentina son consecuencia del proceso de nacionalización en Bolivia, decretado el 1 de mayo de este año. A partir de entonces, YPFB pasó a gestionar toda la cadena hidrocarburífera comprendida por la extracción, la comercialización interna y externa y la industrialización. De esta suerte, la estatal boliviana propuso sea su homóloga argentina quien adquiera el fluido. La sentencia que el vicepresidente norteamericano Dick Cheney emitiera en 1999: «el petróleo [léase hidrocarburos] es, fundamentalmente, un negocio entre gobiernos», es cumplida al pie de la letra por los presidentes Evo Morales y Néstor Kirchner.

No obstante las particularidades de nuestro hemisferio, tanto Bolivia como la Argentina (al igual que el proyectado Gasoducto del Sur) no hacen sino reflejar una tendencia mundial, a su vez caracterizada por dos aspectos esenciales de creciente trascendencia: intervención estatal e importancia relativa del gas natural. Con el 80% de los activos en hidrocarburos de propiedad estatal, «el futuro de la industria ha vuelto a manos de los Gobiernos», sostiene acertadamente la consultora estadounidense IHS-Energy. Con un 64% de participación, las compañías públicas son las dueñas mayoritarias de las actuales reservas de gas natural a nivel global, mientras que el porcentaje restante está en manos privadas.

Para ilustrar a los lectores con un ejemplo destacamos el papel del mayor productor y exportador de gas del mundo, la empresa la estatal rusa Gazprom (Rusia concentra las primeras reservas de gas natural del planeta, situadas en un 25%). A partir de agosto del corriente año, Gazprom controlará la totalidad de la extracción y el transporte del gas natural de su país, incluyendo las operaciones de suministro al exterior. Los promotores de esta normativa, aprobada a inicios de julio en el parlamento ruso, sostienen que la exportación de gas debe priorizar los intereses económicos de su país y los compromisos internacionales en la esfera de la seguridad energética. En este contexto, vale mencionar que el 50% del gas importado por Europa proviene de Rusia, pudiendo alcanzar el 70% en 2030, según datos de la Unión Europea.

Muy a pesar de esta marcada dependencia, el motor de Europa, Berlín cerró con Moscú un acuerdo por el cual se asegura el gas ruso hasta el año 2030, previa construcción de un gasoducto de 4.000 millones de euros y 1.200 kilómetros de extensión.

Europa al igual que Sudamérica y por supuesto la Argentina, no escapan a esta dependencia común, aserción ratificada por el analista Ricardo De Dicco (IDICSO) «el gas natural se ha convertido en un recurso estratégico pues explica el 23% de las necesidades energéticas mundiales. La proyección estimada para 2030 de la participación de este recurso en el consumo energético mundial llegará a un 26%.»

¿Cómo sigue esta historia?

De cumplirse los acuerdos firmados con Bolivia, queda por ver si el gobierno nacional reproduce la intervención estatal en los sectores de transporte, distribución, industrialización y fraccionamiento del fluido, hoy en manos del oligopolio privado.

Visto los conflictos en Medio y Cercano Oriente, la frenética escalada de los precios internacionales, la demanda creciente y la lucha por reservarse proveedores confiables, el control vertical del segmento energético y gasífero es, sin dudas, una preocupación esencial. De imitar a Gazprom, ENARSA -quien como vimos aumentará su participación en la oferta primaria de gas natural hasta controlarla-, pasará a tener la potestad de regular y formar las tarifas de la Argentina, factor estratégico para la economía nacional, ya advertido por los poderosos. Entonces, se quebraría el oligopolio privado gasífero.

* Bioquímico, especializado en biotecnología y microbiología industrial (UBA). Analista energético y autor del libro «Petróleo, Estado y Soberanía: hacia la empresa multiestatal latinoamericana de hidrocarburos» (Biblos 2005). Conductor del programa televisivo Conciencia y Energía (Canal Metro).