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Enfrentamiento entre EEUU y Venezuela escala hasta muro petrolero

Fuentes: IPS

Aunque distantes de un conflicto abierto, Venezuela y Estados Unidos siguen atizando su disputa política y diplomática, en un teatro de operaciones donde cada día se amplía el escenario, como ocurre ahora con las armas convencionales y el petróleo. El comercio petrolero ha marcado la relación bilateral durante 90 años. Venezuela despacha a Estados Unidos […]

Aunque distantes de un conflicto abierto, Venezuela y Estados Unidos siguen atizando su disputa política y diplomática, en un teatro de operaciones donde cada día se amplía el escenario, como ocurre ahora con las armas convencionales y el petróleo.

El comercio petrolero ha marcado la relación bilateral durante 90 años. Venezuela despacha a Estados Unidos 1,5 millones de barriles diarios, lo que representó el año pasado ingresos por 24.000 millones de dólares, dentro de un comercio total de 38.000 millones, según cifras de la Cámara de Comercio Venezolano-Americana.

Pero el gobierno estadounidense de George W. Bush ya definió al venezolano de Hugo Chávez como su principal preocupación en América Latina y lo colocó en un campo adversario global, después que Caracas apoyó en la Organización Internacional de Energía Atómica el derecho de Irán a sostener su desarrollo nuclear.

La confrontación escaló desde 2004, cuando Chávez revalidó su mandato presidencial con un referendo constitucional convocado por presión de la oposición y le dio carácter regional a su cruzada antiimperialista, en tanto Washington ampliaba al área andina el Plan Colombia de lucha contra la guerrilla y el narcotráfico.

La secretaria de Estado (canciller) de Estados Unidos, Condoleezza Rice, llamó el jueves a la comunidad internacional a «establecer una especie de frente unido» contra Chávez, presentándolo como «un desafío para la democracia» y un «peligro» para la región», entre otras razones, por su cercanía política con el presidente cubano Fidel Castro.

Además, «la comunidad internacional tiene que ser mucho más activa en su apoyo y defensa del pueblo venezolano», dijo la jefa de la diplomacia estadounidense en una audiencia ante el Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes de su país.

Los ingresos petroleros «han permitido a Chávez embarcarse en una política activista en América Latina, y busca lazos diplomáticos, económicos y militares con Irán y Corea del Norte», países considerados amenazas para Washington, dijo a comienzos de este mes el director nacional de inteligencia, John Negroponte, en este caso ante el Senado.

Venezuela e Irán establecieron el miércoles un fondo compartido de 200 millones de dólares para proyectos económicos conjuntos. Además, Caracas ha dicho que buscará aviones y barcos militares «en Rusia, China o en otro país» si Washington hace naufragar, como ha indicado, una compra de ese tipo prevista a España y Brasil.

Venezuela «no busca ninguna guerra. Pensar que pueda amenazar a Estados Unidos es cosa de locos. En cambio, Washington le declaró la guerra al resto del mundo al asumir el derecho de atacar cualquier estado por cualquier actividad vista como potencialmente peligrosa para su seguridad», dijo a IPS el general de división del ejército Alberto Müller.

Este oficial, de 70 años y con 20 de retiro, fue reincorporado a filas la semana pasada para coordinar el estado mayor presidencial de seguridad y defensa, un organismo inédito en Venezuela.

¿Una invasión o una guerra? Müller recuerda 27 intervenciones estadounidenses en la región, «pero en estos momentos la probabilidad es baja, por el desprestigio de Bush dentro y fuera de su país y porque su Fuerzas Armadas están en condición precaria.»No pueden ni reclutar reemplazos suficientes para enviar a Iraq», apuntó.

Pero también porque «Venezuela no es lo mismo que Granada (invadida en 1983), Panamá (en 1989) o Nicaragua (bloqueada en los años 80 tras el triunfo de la guerrilla sandinista)», señaló. «Tenemos una geografía muy complicada, y por supuesto que ante tal eventualidad no servirían las armas convencionales sino las piedras, la guerra primitiva», abundó.

En un reciente acto con militares, Chávez evocó el aserto de que «la mejor manera de evitar un conflicto es preparase para él», y agregó que, «si este suelo de la patria de (Simón) Bolívar fuese hollado por la planta insolente de potencia extranjera alguna, no nos quedaría más recurso que desenvainar la espada y salir a los campos de la guerra».

Para el general retirado Fernando Ochoa, ex ministro de Defensa y ex canciller de Venezuela, «no hay signos de que ninguna potencia tenga interés en subvertir el orden en Venezuela». «Lo que hay es un creciente descontento interno por la ineficiente gestión de siete años», puntualizó.

Otro choque evocado es el petrolero. Chávez, al responder a Negroponte y al secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, quien la semana pasada lo comparó con Adolfo Hitler, retó: «si quieren romper relaciones, procedan. A mí no me temblará el pulso para mandar a cerrar las ocho refinerías que tenemos en Estados Unidos».

Citgo, filial de la empresa estatal Petróleos de Venezuela, opera ocho refinerías, procesa más de un millón de barriles diarios (dos tercios venezolanos) y abastece a unas 14.000 estaciones de servicio en el sur, este y sudeste e Estados Unidos.

Pero el ex presidente de esa firma Luis Giusti sostuvo que, en tal caso, Washington podría echar mano de sus leyes para mantener las refinerías abiertas y, además, se crearía para Venezuela la dificultad de no encontrar mercados para sus crudos pesados, que pocas refinerías en el mundo pueden procesar como hacen las de Citgo.

Si se cerrasen los grifos de Venezuela, que produce 3,2 millones de barriles diarios según el gobierno (la Agencia Internacional de Energía, de países industrializados, afirma que sólo son 2,6 millones), el precio del crudo subiría del entorno actual de los 60 dólares por barril de 159 litros hasta no menos de 110 dólares.

El petróleo cubre así, en la confrontación Washington-Caracas, las dos caras de la moneda, como arma que se evoca e interés cierto en sostener el entendimiento.

Mientras, Bernardo Álvarez, embajador venezolano en Estados Unidos, y el secretario de Estado adjunto de ese país para Asuntos del Hemisferio Occidental, Thomas Shannon, se reunieron el martes en Washington.

El encuentro se concretó «porque tenemos áreas en las que hay discrepancias, pero otras en las que hemos colaborado históricamente, como energía, comercio y combate al narcotráfico», dijo el embajador de Washington en Caracas, William Brownfield, al informar al respecto.

Álvarez solicitaba infructuosamente desde hacía tres años una reunión como esa para empezar a procesar las diferencias. En tanto, para mostrar que «una cosa es el gobierno y otra el pueblo estadounidense», Citgo ha vendidos combustible para calefacción con descuento en distritos populosos de Estados Unidos.

Pero la confrontación no cesa, cada mes, a menudo cada semana y en ocasiones cada día. El miércoles, mientras se informaba de la reunión Shannon-Álvarez, el embajador estadounidense ante la Organización de las Naciones Unidas(ONU), John Bolton, anunciaba su oposición a que Venezuela sea elegida miembro no permanente del Consejo de Seguridad del foro mundial.

Venezuela presiona para reemplazar a Argentina, que está en su segundo año como representante del grupo de América Latina y el Caribe en el Consejo, junto a Perú.

«Venezuela no contribuirá a las operaciones del Consejo de Seguridad. Podemos ver sus acciones durante los pasados seis meses en la Asamblea General, que han sido inútiles», dijo Bolton. Cuba y Venezuela objetaron el informe sobre la reforma de la Carta de la ONU y Chávez ha exigido la supresión del derecho de veto de los miembros permanentes.

En los meses precedentes, los choques más marcados fueron por la compra de armas. Venezuela adquirió en Rusia 100.000 fusiles kaláshnikov AK-103, 40 helicópteros con una primera entrega de 10 este año, y pactó comprar seis buques patrulleros y 12 aviones de transporte a los consorcios españoles Navantia y CASA.

También prevé la importación de Brasil de una flotilla de aviones Supertucanos, para entrenamiento y patrullaje fronterizo.

Ante estas compras, Estados Unidos pidió a Moscú, sin éxito hasta ahora, que no vendiera los fusiles a Caracas, y vetó que CASA y Embraer empleasen tecnología estadounidense en los aviones a entregar, lo que ha complicado los contratos de adquisición.

Washington, que además niega la entrega de repuestos para los aviones caza estadounidenses F-16 que posee Venezuela, argumenta que el gobierno de Chávez actúa como un factor de perturbación y subversión respecto de sus vecinos. Caracas lo rechaza cada vez.

También Venezuela ha encabezado la retórica contra la propuesta estadounidense de un Área de Libre Comercio de las Américas, aboga por una integración regional sin Estados Unidos y mantiene una fuerte alianza política con Cuba, tradicional adversario de Washington en el área..

María Teresa Romero, profesora de postgrado en Asuntos Internacionales, comentó a IPS que «Venezuela ha avanzado con el viento a favor de los precios petroleros, pero, en caso de una confrontación en la que se deba escoger entre Caracas o Washington, la elección seguramente le resultará desfavorable».

El gobierno de Venezuela «apuesta a construir una contra-agenda, aprovechando que Estados Unidos no está en su mejor momento frente a la comunidad internacional», precisó estimó el director del postgrado en asuntos políticos de la Universidad Central, Carlos Romero.

Empero, «Washington no permitirá que Caracas sea una pista de aterrizaje para otras experiencias de carácter radical y aplicará torniquetes», estimó.

Quizá un torniquete sea el «frente unido» sugerido por Rice, en una declaración que, sin duda alguna, recibirá respuesta de Caracas.