Recomiendo:
2

Enrique Dussel: In memoriam

Fuentes: Rebelión

El 5 de noviembre, falleció Enrique Dussel, considerado uno de los más importantes pensadores latinoamericanos. ¿Por qué fue importante? ¿Cuáles fueron sus aportes y contribuciones filosóficas?

Lo que aportó fue sin duda un rechazo radical al eurocentrismo, una crítica de la modernidad capitalista neoliberal, además de la fundamentación de una alternativa de modernidad liberadora desde la visión de los vencidos.

Igual que otros filósofos como Bolívar Echeverría, las preguntas que se planteó Enrique Dussel fueron las siguientes: ¿qué es la modernidad?, ¿cuál es su origen?, ¿cómo se relaciona con la globalización y el neoliberalismo?, ¿hay una sola modernidad o varias?

Quizá el problema no sea tanto negar que la modernidad tenga su origen histórico en el siglo XVI, antes o después. Se puede aceptar cualquier propuesta cronológica y valorar sus argumentos, pero siempre quedará la duda si ésa es la manera correcta de plantear la cuestión. El problema puede estar en otra parte. Tal vez más que un asunto de cronología, sea más bien de cómo interpretar la historia.  

Según Enrique Dussel, habría dos paradigmas al respecto:

1) El “eurocéntrico”, que establece que, a partir de una superioridad cultural intrínseca, Europa se expande en la Edad Moderna debido a su fuerza tecnológica, militar, política y religiosa.

 2) El “no eurocéntrico”, que sostiene que la modernidad es la cultura del centro del sistema mundo y que no es más que el “resultado de la gestión de esa centralidad”. Según este paradigma, no hay ni puede haber una superioridad intrínseca de Europa, ya que nunca fue una realidad independiente. Esa cultura sólo es una parte del sistema que se desarrolló desde 1492. Comienza a ser un centro a partir de su referencia con la periferia, es decir, cuando España desarrolla su proceso de colonización que coincide con la conformación de Europa como el eje de un sistema mundial.

Mientras que el primer paradigma corresponde a la manera tradicional de entender la historia del mundo como si fuera la historia de Europa, el segundo nos permite ubicarnos en la perspectiva de los vencidos. Por supuesto que esta manera de plantear el problema es más convincente en relación con otros enfoques que únicamente pueden aceptar que culturas diferentes de Europa puedan mezclarse y transformarse a condición de volverse europeas. Hay un presupuesto ideológico en ello, ya que parte de la premisa de la superioridad intrínseca de su cultura. Podemos entonces distanciarnos de estos enfoques de la modernidad y criticarlos como eurocéntricos.

Una primera contribución de Enrique Dussel (de necesaria consideración para el desarrollo de una libre modernidad liberadora) reside entonces en este importante señalamiento: necesitamos otra interpretación de la historia que no se identifique con el eurocentrismo.

¿Cómo sería la historia desde la visión de los vencidos? Antes del Renacimiento había una interacción cultural donde todavía Europa no cumplía el papel central. En aquella época se mezclaban el mundo del África negra, el mundo mesopotámico, persa, helénico, musulmán y finalmente el occidental (que se explica por la interacción de varias culturas).

 Casi toda la cultura europea no se explicaría sin esta vertiente de cultura oriental. De la misma manera advertimos que Grecia y el mundo mediterráneo no son, ni nunca fueron, propiamente occidentales, sino más bien de Oriente. Por esta razón, es comprensible el argumento de Dussel en sentido de que Europa no es más que el simple resultado de la interconexión con otras culturas o civilizaciones.

Vista desde esta perspectiva, la historia de la humanidad no se reduce a la historia occidental; no habría que pensar en la existencia de una sola Europa, sino de varias (no es lo mismo la Europa germana que la del mediterráneo). Hay una parte que corresponde a la cultura del norte (Alemania, Francia, Inglaterra, Bélgica, Holanda), en donde no se ha desarrollado tanto el catolicismo, sino el protestantismo. En cambio, la Europa del sur a la que pertenecen las naciones del mediterráneo (Italia, Grecia, España) tiene otras características culturales por derivar en mayor medida del mundo oriental. Esto explica que los turcos durante siglos estuvieran en Venecia. De la misma manera se puede entender la presencia duradera de los árabes en España. Tanto los turcos como los árabes, al conquistar la parte occidental de Europa, fueron en realidad los que crearon lo que hoy llamamos Europa (que no es otra cosa que un producto del mestizaje con los pueblos originarios como los arios, germanos o los romanos).

La centralidad europea no es entonces el resultado de una superioridad innata acumulada sobre las otras culturas, sino que es el efecto —según Dussel— del simple hecho del descubrimiento, conquista, colonización e integración, hecho que le dará ventaja a Europa con relación al mundo otomano musulmán, la India y China. Con la conquista y colonización de Amerindia se crea la primera periferia para Europa, de manera tal que conforma “la primera estructura fundamental de la modernidad”. A esta modernidad corresponde una actitud de afirmación desarrollista que se autoconcibe como un fenómeno exclusivamente europeo.

Para Dussel habría una segunda modernidad que consistiría en una negación de la primera, ya que se formula desde la periferia rechazando la dominación y la exclusión. Sería algo así como una modernidad liberadora o una “filosofía de la liberación”.

Lo que determina el carácter liberador y la necesidad de una segunda modernidad, no la modernidad como “encubrimiento del otro”, es justamente esta situación histórica de haber padecido el mal, el dolor y la privación de la vida. De manera tal que la realidad de ser victimado por el capitalismo periférico (en la fase actual de la globalización del capitalismo mundial) no es un hecho inmediato, sino un hecho masivo y colectivo: gran parte de la humanidad es víctima de la dominación.

Las contribuciones filosóficas de Enrique Dussel son importantes, ya que nos permiten considerar la necesidad de una crítica al eurocentrismo y al tipo de modernidad que nos impone el capitalismo neoliberal que únicamente produce exclusión, desempleo y extrema pobreza.  

También es indispensable rescatar su concepción de una modernidad alternativa. ¿Por qué habría que rescatarla? La insistencia de Dussel en no repetir la experiencia de la modernidad occidental reside en el hecho de que en América Latina existen pueblos con tradiciones diversas. Frente al desarrollo de la modernidad capitalista globalizadora, que impulsa la homogeneidad y el avasallamiento de la diversidad en nombre de un “sistema democrático”, hace falta pensar en otra forma de modernidad basada en las expresiones culturales locales.

La forma en que Dussel define el presente y el futuro sugiere que todavía hay alternativa. Tal manera de plantear una alternativa posible constituye una tarea urgente para la filosofía latinoamericana. Se puede desarrollar una praxis revolucionaria, lejos del academicismo estéril y de la pura especulación abstracta. De lo que se trata entonces es de pensar y crear categorías filosóficas para transformar la realidad de los pueblos de América Latina.

Adios, maestro.

Referencias

Dussel, E. (1998). Ética de la liberación en la edad de la globalización y de la exclusión. Madrid: Trotta, UAM, UNAM.

Dussel, E. (1994). 1492: El encubrimiento del otro. Hacia el origen del “Mito de la modernidad”. Quito, Ecuador: Ediciones Abya-Yala.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.