1) Detrás de los agoreros del «fin» -y los ríos de tinta que hablan de un «coma inducido»- del Comandante Chávez, se esconde una profunda impotencia política. Hay que ser claros con esto para entender el porqué de tanta vehemencia. Así, medios de comunicación de derecha -como ABC de España, Cadena Caracol, CNN y C5N, […]
1) Detrás de los agoreros del «fin» -y los ríos de tinta que hablan de un «coma inducido»- del Comandante Chávez, se esconde una profunda impotencia política. Hay que ser claros con esto para entender el porqué de tanta vehemencia. Así, medios de comunicación de derecha -como ABC de España, Cadena Caracol, CNN y C5N, entre otros- toman una parte de las informaciones oficiales (que hablan de un «complejo» estado de salud), y, con una irresponsabilidad asombrosa, van mucho más allá de lo dicho para hablar de «intubación», «signos vitales debilitados», «respiración artificial», y hasta «posibilidades de desconexión», entre otros datos absolutamente incomprobables (y por tanto, no chequeados). Lo que produce esto, más que la información, es el deseo. Se trata de una necrofilia absoluta, que se mueve en la idea de «salir de Chávez» a toda costa, más no sea físicamente. ¿ Por qué demuestra una profunda impotencia política? Porque descansa en la premisa de haberlo perdido todo contra ese ser que está internado en La Habana. Haber perdido elecciones y referéndums presidenciales. Haber perdido en los intentos de golpe de Estado y en un sabotaje petrolero. Incluso haber gobernaciones, hace sólo semanas atrás. Desde esa perspectiva se deduce que la única forma de vencer a ese contrincante poderoso es con su propia muerte.
2) Sin embargo, estos agoreros del «fin» no son los primeros. El «salir de Chávez» ya lo deseaba, en 2005, el pastor evangélico norteamericano Pat Robertson -conocido amigo de la familia Bush-, cuando afirmó, sin pelos en la lengua, que « eliminar a Chávez sería mas económico que empezar un guerra. Tenemos la capacidad de sacarlo, y creo que ha llegado el tiempo de ejercer dicha capacidad» . El actor Orlando Urdaneta también deseó (y exigió) el final de Chávez en TV, en Octubre de 2004, desde Miami, donde declaró que «de 250 mil hombres de uniforme que hay en Venezuela, tiene que haber un altísimo porcentaje de gente honesta que en su momento saldrá…Pero todo esto tiene que partir de la desaparición física, por lo menos, del perro mayor. No hay lugar a dudas, eso no tiene otra salida». Ambos pudieron decir públicamente lo que estos medios masivos de (des)información anhelan y desean tras un velo «informativo». El eje transversal de este tipo de razonamientos es que, tras la muerte de Chávez, la Revolución Bolivariana se caería por su propio peso -no soportando la muerte de su mentor y principal figura-. Esto guía a todos los agoreros, desde Robertson y Urdaneta, hasta ABC de España, Cadena Caracol, CNN y C5N.
3) Nada más errado que pensar que una revolución colectiva puede detenerse por una situación de adversidad. Más allá de dura que pueda ser -y cuando tiene de protagonista al actor principal y no a uno de reparto-. Veamos: Cuba, por ejemplo, se sobrepuso a la enfermedad de Fidel, y, con este acompañando desde un lugar de mayor tranquilidad y menor exposición, acaba de lucir 54 años de dignidad revolucionaria. Venezuela debe, en estas horas difíciles, resignificar lo que el Comandante repetía durante la última campaña electoral: «Chávez ya no soy yo. Chávez es un pueblo. Chávez somos millones. Tú también eres Chávez, mujer venezolana. Tú también eres Chávez, joven venezolano. Tú también eres Chávez, niño venezolano. Tú también eres Chávez, soldado venezolano. Tú también eres Chávez, pescador, agricultor, campesino, comerciante…porque Chávez no soy yo, Chávez es un pueblo». Este contenido colectivo que el propio Comandante atribuye a la primer revolución del Siglo XXI debe ser tomada al pie de la letra por una nueva generación que hoy ocupa importantes responsabilidades en el Gobierno Bolivariano. Se trata, ni más ni menos, que de reforzar la Revolución a través de un reimpulso del poder popular. Es importante que esto haya sido destacado por el propio Vicepresidente Ejecutivo, Nicolás Maduro, el pasado 28 de Diciembre, cuando afirmó, tras el triunfo en 20 de 23 gobernaciones, que « sólo la victoria permite limpiar el terreno sembrado por la viejas mafias corruptas del puntofijismo, pero desde la limpieza de ese terreno tenemos que construir el Poder Popular». También es sumamente valioso que otro de los cuadros emergentes, Elías Jaua, afirme recientemente, en un artículo de opinión, que » ser Chavista es saber que el Poder nos pertenece como pueblo y no a los ricos; es sentirnos respetados en nuestra diversidad cultural y social. Ser Chavista, es ser consciente de que el ingreso nacional es para todos y todas; es tener la solidaridad humana como un valor supremo; es sentirnos parte de una fuerza ética para la vida, para la emancipación de los pueblos, para la unión Suramericana, para lo grande, para lo hermoso como nos lo enseñó nuestro padre Simón Bolívar». Incluso Ernesto Villegas, reciente Ministro del Poder Popular para la Comunicación e Información, declaró hace pocos días atrás que «el Socialismo es posible y lo construiremos con certeza en este 2013», en referencia al empoderamiento del pueblo al que hacían alusión Maduro y Jaua.
4) 2013 se inició con millones de latinoamericanos pendientes de la evolución de la salud del Presidente de Venezuela. La frase «amor con amor se paga» no ha tenido, hasta hoy, un momento de mayor «devolución» que este: vigilias en decenas de países demuestran el apoyo que la Revolución Bolivariana tiene en nuestro continente, como retribución de 14 años de dignidad para un pueblo. Y así como pensamos eso, también podemos afirmar que la Revolución Bolivariana debe seguir su rumbo. Tal como dice Mercedes Chacin, editora en jefe del diario Ciudad Caracas, en un reciente artículo sobre la salud de Chávez y el futuro del proyecto bolivariano: es momento de «trabajar duro desde nuestros espacios, que son miles y que se multiplicaron gracias a que lo elegimos y lo apoyamos una y otra vez». Como Chávez ya no es Chávez -sino que es un proyecto que lo sobrepasa, por ser colectivo- se le debe exigir menos, y dejar que se recupere, en familia, día a día. Se debe «depender» menos y actuar más. Aquella nueva generación de la que hablábamos con anterioridad debe tomar las riendas de la Revolución hasta el retorno del Comandante -que esperemos sea lo más pronto posible-. Para demostrarle a Robertson y Urdaneta -pero también a ABC de España, Cadena Caracol, CNN y C5N- que hay Revolución Bolivariana para rato, se deben activar los Consejos Comunales, las Misiones Sociales y todas aquellas instancias de participación popular desarrolladas en estos años. Sólo de esta manera Venezuela podrá tener certeza de la irreversibilidad de lo conseguido hasta el momento. Sólo así, de la mano de ese gigante que ganó mil batallas en todos estos años y que hoy tiene su pelea más complicada, la Revolución Bolivariana vencerá a todos los agoreros del «fin».
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