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Entre las notas de rechazo y el impeachment, es posible hacer historia

Fuentes: Rebelión

Traducido del portugués para Rebelión por Alfredo Iglesias Diéguez

«El desacuerdo entre el sueño y la realidad no tiene nada de nocivo, siempre que el hombre que sueña crea seriamente en su sueño, que observe atentamente la vida, compare sus observaciones con sus castillos en el aire y, de una manera general, trabaje a conciencia por la realización de su sueño». 

Lenin

«Bolso[naro] lleno, proyectos vacíos. ¡El diputado que está desde hace 30 años en el centro de la criminalidad y la corrupción, sin hacer nada para frenarla, ahora quiere salvar Brasil!»
Crédito: Juninho da Bahia, tomado de su twiter.

En la actual realidad de cuarentena y pandemia, mientras centenares de personas mueren, muchas y muchos de nosotros nos sentimos impotentes políticamente. ¿Muchos nos preguntamos cómo luchar quedando en casa y si las notas de rechazo y/o  impeachment son estrategias de “lucha” válidas para este momento histórico?

Tenemos que asumir la realidad tal como es… La gran mayoría de la clase trabajadora no está en cuarentena o está en cuarentena parcial. Las trabajadoras y los trabajadores continúan trabajando, intentando vender su fuerza de trabajo para sobrevivir, o sobreviven informalmente, o, más aún, tienen que salir de la cuarentena para apañar las migajas del apoyo estatal o burgués y para acciones de autodefensa ante la pandemia. Si existen límites que la cuarentena impone a la lucha de clases, para lo que respeta a la mayoría de la clase trabajadora son relativos y podrían ser utilizados en estrategias políticas de enfrentamiento.

El  autoproclamado campo de izquierda -PT,  PCdoB,  PDT,  PSB,  PSOL,  PCB y  UP-, no utiliza esos espacios debido a que se encuentra perdido ante la pandemia; ese campo está perdido desde hace mucho tiempo debido al predominio de su estrategia de conciliación de clases en su actuación política.

El sector mayoritario de ese campo -PT,  PCdoB,  PDT,  PSB y sectores mayoritarios del  PSOL-, tiene que subestimar o enfriar el poder de movilización y enfrentamiento de clase para justificar los diferentes niveles de conciliación de clase propuestos en sus proyectos políticos.

En ningún momento ese campo coloca la fuerza de movilización protagónica de las trabajadoras y de los trabajadores de la ciudad y del campo como instrumento determinante en la búsqueda de soluciones. En realidad, sólo usan muy parcialmente sus «ejércitos» en períodos electorales. Ni tan siquiera cuando tuvo lugar la destitución de Dilma o en las luchas contra la destrucción de nuestros derechos, se desarrollaron contundentes movilizaciones de masas.

En ese contexto, las notas de  rechazo apelando a la «conciencia» de quien puede “hacer algo institucionalmente” se confunden con la opción meramente burocrático-institucional del  impeachment, materializada en un #ForaBolsonaro en el recinto del parlamento y en las ventanas y balcones de la pequeña y baja burguesía y de los sectores de la clase trabajadora con los salarios más altos.

Por otro lado, los sectores minoritarios de ese autoproclamado campo de izquierda -sectores del  PSOL, el  PCB y la UP-, actúan sólo como «conciencia crítica» de los sectores hegemónicos, para, llegado el momento someterse, aunque sea críticamente, a la política mayoritaria. Con eso no consiguen presentarse como una alternativa política. Basta observar las últimas notas, inofensivas e inocuas, sobre la coyuntura, firmadas por todos los partidos de ese autoproclamado campo de izquierda.

Realmente esa situación puede llevar a una sensación de que no existen políticas posibles al margen de las notas de rechazo o del impeachment de Bolsonaro, pero la política es el arte de hacer posible lo imposible. Para romper con esas alternativas tenemos que priorizar la movilización y la organización de las trabajadoras y de los trabajadores para oponernos con efectividad a esa política de conciliación de clase.

Las organizaciones políticas anticapitalistas y revolucionarias, que están hegemonizadas por el sector reformista de ese autoproclamado campo de izquierda, deberían iniciar un proceso de demarcación claro de sus diferencias políticas.

Eso no significa que no exista la posibilidad de unidad en las luchas concretas, pero apunta en el sentido de dejar claro para la clase los límites de esa unidad: la conciliación de clases. Podemos luchar juntos en las políticas de la burguesía con los sectores mayoritarios de la izquierda institucional, pero debemos marchar separados. Eso significa efectivamente disputar la hegemonía, las direcciones políticas y, por lo tanto, el sentido de los movimientos de lucha populares y de clase, contribuyendo a la educación política y a la organización de las trabajadoras y de los trabajadores en sus luchas de autodefensa y por reivindicaciones concretas.

En ese sentido, en un futuro no tan distante como nos imaginamos, al contrario, más cerca de lo que creemos que es posible, y con el  ascenso del movimiento de luchas populares y de clase bajo esa nueva hegemonía, podemos intervenir revolucionariamente en la política institucional para retomar la revolución brasileña.

La estrategia de lucha en este momento histórico debe ser el enfrentamiento organizado y consecuente para las trabajadoras y los trabajadores de la ciudad y del campo, de las políticas burguesas de respuesta a la crisis y a la pandemia. Con seguridad, la  burguesía no va poner impuestos a las grandes fortunas, no va a garantizar políticas sociales realmente comprometidas con la vida de las clases dominadas o sancionar a las empresas que pretendan continuar produciendo. Durante la pandemia y después de la misma habrá un aumento exponencial de la explotación y de la miseria.

La  burguesía pretende descargar todo el “coste” de la pandemia en los hombros de las trabajadoras y de los trabajadores, de la pequeña y mediana burguesía y de los pequeños y medianos campesinos. Para garantizar eso, va a aprovecharse de la  cuarentena para accionar un sistema represivo en las calles, anticipando los conflictos políticos y sociales.

La clase trabajadora aún no tiene los instrumentos o el instrumento político para implementar plenamente ese enfrentamiento. Existen pequeñas organizaciones políticas que asumen esa perspectiva, pero que aún no acumulan fuerza política, y partidos y corrientes partidarias insertados en el  autoproclamado campo de izquierda –PCB,  UP y sectores del  PSOL-, que podrían iniciar esa tarea, pero, que sometidos a la hegemonía de la política de conciliación de clases, enfrentan grandes dificultades para cumplir ese papel.

Falta que nos reflejemos sobre esa realidad y hacer historia…

Aurelio Fernandes es profesor de Historia, educador popular y militante de los Círculos pela revolução brasileira.