Salió Maduro disparado a Nueva York a ver si Trump lo recibía. Sus asesores y «negociadores secretos» con la administración norteamericana y un desliz o «peine» del mismo Trump desde la ONU, hizo que todo el gobierno se agitara. Rápido contactaron al encargado de negocios de la embajada en Caracas, en Nueva York había expectativas […]
Salió Maduro disparado a Nueva York a ver si Trump lo recibía. Sus asesores y «negociadores secretos» con la administración norteamericana y un desliz o «peine» del mismo Trump desde la ONU, hizo que todo el gobierno se agitara. Rápido contactaron al encargado de negocios de la embajada en Caracas, en Nueva York había expectativas de la avanzada, emoción. «Ahora si lo va a ver», «teníamos razón», «resolveremos todo», mientras la maquinaria de propaganda del madurismo se apresuraba a cantar «victoria» en las redes sociales, a regodearse con la posibilidad de que Trump recibiera a Maduro.
Un frío y preciso vocero del Departamento de Estado fue suficiente para hacer «un contacto con la realidad»: Trump no tenía interés alguno en recibir a Maduro con ocasión de la Asamblea General de la ONU, pero ya el avión había salido. Muy tarde.
Maduro no tenía agenda para el 73 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU en su segmento de alto nivel. El gobierno está «EnTrumpado» o entrampado en sus propias contradicciones. Más allá de los «fuegos de artificios» y discursos altisonantes, lo que está claro, es que el madurismo, como un todo, insiste en intentar que la administración norteamericana los tome en cuenta o los «legitime» de alguna manera en el poder.
Al fin y al cabo, no hay razones para que no sea así, Maduro está dispuesto a hacer lo que sea para mantenerse en el poder, lo que pasa es que, a la administración norteamericana, ni le interesa Maduro, ni le conviene, por extraño que parezca, que su gobierno siga desbaratando el país, entregándoselo a otras potencias y creando un foco de inestabilidad en la región. Ni los «halcones» más retardatarios de Washington se creen el cuento de que Maduro representa una opción revolucionaria, ni socialista, que ponga en «peligro» su hegemonía ideológica, ni su influencia política, en la región, ni siquiera para sus intereses económicos.
Por el contrario, el gobierno de Maduro, le ha hecho un favor a la derecha norteamericana, porque su desastre ha contribuido, como nunca antes, al descrédito y desprestigio de la causa del socialismo y del ejemplo, de Chávez en la región. Situación injusta para nuestras ideas y para la trayectoria del Comandante, pero es consecuencia del pésimo gobierno de Maduro, no tiene nada que mostrar, ni nada que ofrecer, como esperanza, ni alternativa a los pueblos del mundo.
Ellos saben que Maduro no es Chávez, que ni de lejos representa el peligro estratégico, que el Comandante representaba para el imperialismo norteamericano en la región y el mundo. Probablemente lo que, si le preocupe e interese al Pentágono, son nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas y nuestro Petróleo.
Maduro llegó a la ONU sin agenda, ni porque tuviese «una avanzada» inusualmente grande, ni porque la Misión de Venezuela en Nueva York este bajo control de «los suyos», pero fracturada en su seno. Se hizo una movilización de toda la jerarquía del madurismo vinculada a Cancillería y Casa Militar, con un derroche de recursos, mientras los Diplomáticos en Nueva York, y el resto de las Misiones y Embajadas llevan cinco meses sin cobrar su sueldo. Es la ética de este gobierno.
El segmento de alto nivel de las Naciones Unidas, es la oportunidad política, por excelencia, para los encuentros bilaterales entre los Jefes de Estado, para el debate de los problemas del mundo, para proyectar al país y hacer propuestas que interesen al resto mundo. Pero también es la oportunidad donde se puede tomar el pulso a la percepción que existe del país, a los resultados del trabajo diplomático en el seno de la ONU y de la política exterior.
Pues el resultado ha sido un rotundo fracaso. El discurso de Maduro fue ante una Asamblea General con escasa presencia de Diplomáticos, una intervención de un presidente que no genera interés, no emociona. Él fue a exponer «su» verdad, a hablar de un «dron» que a nadie le interesa y a pedir que el FBI, algo insólito y sin precedentes, fuera a Venezuela a investigar este «atentado», como si fuéramos un país tutelado por fuerzas extranjeras. No habló de la verdad de todo un país.
Hizo un discurso, de sí mismo, no se refirió a nuestra situación, ni buscó apoyo para enfrentarla. A pesar de que la Constitución lo faculta para ejercer las relaciones internacionales de la República, para que cumpla un interés general, nos represente a todos. Se trataba de cumplir un deber, a favor del país, del pueblo. Nó sólo de ir para sí mismo.
En este segmento de alto nivel del 73 período de Sesiones de la Asamblea General de la ONU, la mayoría de los presidentes y Jefes de Estado de la Región, se han pronunciado contra el país. Han sido muy pocos los apoyos o expresiones de solidaridad.
El presidente norteamericano, sigue amenazando con una intervención militar en nuestro país, porque, a diferencia de sus otros enemigos, como Corea del Norte, Irán, Siria o Cuba, Venezuela luce debilitada y vulnerable por una errática e incoherente conducción del país. Debemos estar atentos y prestos a defender la patria, porque la irresponsabilidad e incapacidad del gobierno puede estimular una agresión contra la misma.
En su discurso, Maduro minimiza el desastre que él mismo, ha provocado, de la salida del país de más de dos millones, dos millones trescientos mil venezolanos según los reportes de la propia ONU, prefigurando una delicada y sin precedente situación de refugiados y emigrantes venezolanos. Maduro dice que esta situación no existe, pero el Secretario General Guterres, nombra un enviado especial de la ONU para hacerle seguimiento al tema.
No mencionó Maduro nada de las operaciones ilegales de la «Exxon Mobil» en aguas territoriales del Esequibo, en reclamación con Guyana. No dijo Maduro nada en apoyo a nuestra Fuerza Armada Bolivariana, de la cual, Mr. Trump hizo burlas en referencia a la reacción, inexplicable, de la parada del componente de la Guardia Nacional Bolivariana durante los eventos del pasado 4 de agosto.
No habló con humildad, no tuvo vuelo, ni altura estratégica. Utilizó esa tribuna, la misma donde se han dado discursos vibrantes e inolvidables de jefes de Estado, para victimizarse, mentir y evadir la realidad del país. No hubo iniciativa política, ideas, propuestas.
Por otra parte, Maduro no realizó mas de tres bilaterales con otros Jefes de Estado, no tuvo actividad política en el seno de la ONU, no tuvo actividad comunicacional, no participó en ninguno de los eventos, que son muchos, donde los Jefes de Estado debaten, fijan posiciones. No mencionó nada de los temas del debate, las preocupaciones del mundo con respecto al aislacionismo, la suerte del multilateralismo, los Objetivos del Desarrollo, el colonialismo, Palestina, nada.
No se llevó a cabo ninguna iniciativa del Movimiento de Países No Alineados, el cual nuestro país preside casi que, para extinguirlo, con una gestión fría y burocrática que ha provocado que el Movimiento esté paralizado, sin iniciativas ni peso político efectivo. No hubo ningún tipo de actividad propia de Venezuela. Maduro se fue a Harlem a un evento organizado por Cuba para el presidente de aquellos.
Al día siguiente de su discurso, en Ginebra, el Consejo de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, aprueba una resolución se condena a Venezuela por violación de los Derechos Humanos. Con abstenciones de países que han sido tradicionales aliados del país: Catar, Arabia Saudita, Angola, Suráfrica, entre otros, se aprueba este instrumento que reviste un serio peligro para nosotros, porque es la antesala a una acción en el seno de la Asamblea General de la ONU en Nueva York y de allí, en una operación de pinzas, puede llegar a convertir los asuntos internos de nuestro país en tema del Consejo de Seguridad.
¿Cómo llegamos a este punto? Estas decisiones y posturas en el seno de la ONU, son reflejo de una política exterior, marcada por la irresponsabilidad e inconsistencia. Una política exterior que ha pasado varios años insultando a otros Jefes de Estado, cancilleres y embajadores por tuiter o en intervenciones estridentes e irrespetuosas en organismos multilaterales. Es muy peligroso cuando un país resulta estar aislado en su propia región. Una política exterior incoherente, donde se abandonan causas y posturas tradicionales de nuestra Revolución como la lucha contra el Colonialismo, o el apoyo a la Causa Palestina. No tenemos nada que mostrar al mundo.
Desde que acepté representar a nuestro país como Embajador ante las Naciones Unidas, a partir del 05 de enero de 2015, me concentré en el trabajo político y diplomático, para blindar a nuestro país y neutralizar cualquier decisión política que pretendiera vulnerar nuestra soberanía.
Desde el Consejo de Seguridad de la ONU, mantuve las posiciones de principios, sin hacer concesiones de ningún tipo, que marcaron la política exterior del Comandante Chávez. Extendimos nuestra solidaridad a los países africanos y del norte de África, árabes, azotados por los conflictos bélicos, el intervencionismo, la pobreza y la desestabilización. Estrechamos las relaciones con nuestros aliados estratégicos y grupos de países en desarrollo.
Presidimos durante dos años consecutivos, a pesar de no tener el apoyo de Caracas, el Comité de Descolonización, donde se lleva la causa Saharaui, Puerto Rico, Las Malvinas y otros 17 casos de territorios bajo ocupación Colonial.
Por iniciativa propia, nos propusimos para ocupar la Vicepresidencia de la Primera Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, y la obtuvimos. Igualmente, postulamos nuestra candidatura a la presidencia de la Cuarta Comisión de la Asamblea General de las Naciones Unidas, también sin apoyo de Caracas, pero con el apoyo de nuestra región, en el «Grulac», fuimos a votación en el seno de la Asamblea a solicitud de la embajadora norteamericana y les dimos una paliza, sólo votaron en contra: Estados Unidos, Israel y Marruecos. Fue una victoria en toda la línea, que era un termómetro del apoyo que habíamos logrado para el país en casi tres años de intenso trabajo político en el seno de la ONU.
A pesar que desde Caracas se nos negaban todos los recursos y apoyo político, teníamos una importante presencia y una estrategia de alianzas que nos hicieron imbatibles en todas las iniciativas y candidaturas en el seno de la Organización. Nuestro país, sus logros y avances, los tuvimos siempre presentes en el ambiente diplomático del organismo.
Cuando nos correspondió asumir la presidencia del Movimiento de Países No Alineados, Maduro no quiso que lo manejáramos desde la Misión de la ONU en Nueva York. Se llevaba de forma aérea desde Caracas. Perdimos una tremenda herramienta política, por las fijaciones personales de Maduro.
Cuando finalmente renuncio a mi posición como Embajador Representante del país ante la ONU, el 04 de diciembre de 2017, el madurismo entró «a saco roto» en la Misión de Venezuela en Nueva York. Movieron, maltrataron al personal, fracturaron el equipo de trabajo y comenzaron a pactar en el seno del Organismo. Se retiraron de la presidencia del Comité de Descolonización, disminuyeron al mínimo su posición en el Comité de Palestina, abandonaron la Presidencia de la Cuarta Comisión de la Asamblea General, ya que la región no quiso apoyar al nuevo embajador, abandonaron la Vicepresidencia de la primera comisión. Venezuela desapareció de la actividad y dejó de tener presencia política. Es lo que yo llamo la «política de la Guacamaya» en referencia a un símbolo, previo a nuestra gestión, que estuvo en los eventos de la Misión cuando se desarrollaba allí la política de «no hacer, no decir, no moverse». La Guacamaya volvió a la Misión.
Mientras la visita de Maduro a la ONU, pasa sin pena ni gloria, de fracaso en fracaso, mientras siguen «EnTrumpados» en sus contradicciones. Agitan los aires de guerra con Colombia. Es muy peligrosa la manera cómo el gobierno se está moviendo en la frontera con Colombia. Se está creando un ambiente que puede dar origen a un enfrentamiento que escale a una situación insospechada. Se agita el trapo de la guerra, para ocultar el fracaso y la falta de apoyo popular e internacional del gobierno de Maduro. Son capaces de utilizar sangre venezolana y colombiana, hijos de Bolívar, para distraer la terrible crisis a la que han llevado al país.
Al mismo tiempo, intentan ocultar y distraer la entrega de nuestros recursos naturales: el oro, petróleo y gas, la privatización de PDVSA, entregando a sus empresas relacionadas y amigas, actividades primarias reservadas por la Constitución al Estado, a través de PDVSA; la venta por partes de PDVSA, ellos lo deciden, le colocan un precio que nadie conoce, ni discute; siguen guardando silencio ante los avances de la «Exxon Mobil» en el Mar Territorial del Esequibo, sigue el paquetazo de Maduro erosionando y castigando a nuestro pueblo; sigue la improvisación y debilitamiento del país.
Lo vuelvo a decir, y espero que nadie se moleste con la verdad, la Asamblea Nacional Constituyente no dice y no hace nada frente a esta situación. Entonces, ¿Cuál se supone que es su papel?, si no van a controlar al Ejecutivo o ejercer el poder originario, entonces ¡devuélvanle las competencias a la Asamblea Nacional!
Nuestro país necesita una opción progresista, patriota, revolucionaria, Bolivariana, verdaderamente chavista, ante el Madurismo y la extrema derecha injerencista. Nuestro Pueblo y las Fuerzas Armadas Bolivarianas deben estar prestos para rechazar cualquier injerencia o intervención extranjera, así como, rechazar e impedir cualquier aventura guerrerista del madurismo. Si nuestro Ejército sale de sus cuarteles, será solo para restablecer nuestra soberanía y proteger nuestras conquistas sociales. Es el Ejército Libertador, no agresor. Hay que recordar lo que siempre dijo el Comandante, acerca del papel y doctrina de nuestras Fuerzas Armadas Bolivarianas. Con Chávez siempre ¡Venceremos!
* Rafael Ramírez Carreño es ex-embajador de la República Bolivariana de Venezuela ante la ONU. Ex-ministro de Energía y Minas y expresidente de empresa pública Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) hasta el año 2014.
Fuente: https://www.aporrea.org/venezuelaexterior/a269939.html