1. Sobre la palabra «revolucionario». Hay muchas personas de la izquierda radical que siempre tienen la boca llena de palabras muy sonoras y simbólicas. La palabra «revolucionario» tiene un gran valor y significado sociales, pero quienes hacen uso de ella deben estar a la altura de la misma. No sucede así de forma habitual. De […]
1. Sobre la palabra «revolucionario». Hay muchas personas de la izquierda radical que siempre tienen la boca llena de palabras muy sonoras y simbólicas. La palabra «revolucionario» tiene un gran valor y significado sociales, pero quienes hacen uso de ella deben estar a la altura de la misma. No sucede así de forma habitual. De manera que esa palabra ha perdido gran parte de su sal y de su valor. Por mucho que yo me llame revolucionario, no por ello soy un revolucionario. Seré revolucionario, si realizo acciones revolucionarias. Pero sólo podré realizar acciones revolucionarias, si existe una situación revolucionaria. Y si no existe situación revolucionaria alguna y yo sigo llamándome revolucionario, sólo seré un revolucionario de palabra. Además con esta palabra, al menos en las condiciones de cultura que vivimos en la UE, la izquierda radical no atraerá a la gente sino que la espantará, presentándose ante ella como una izquierda trasnochada y fuera de época.
2. Sobre el idealismo de izquierda. Marx, a diferencia de los socialistas utópicos que se dedicaron a imaginar cómo sería el socialismo, se dedicó a estudiar el capitalismo, que era lo que existía, y a descubrir en él los gérmenes del socialismo. Hoy día sucede lo mismo con el socialismo: en vez de estudiar el socialismo real que ha existido y que existe y descubrir en él los gérmenes de un socialismo superior, muchos sectores de la izquierda real se dedican a negar que el socialismo real sea verdaderamente socialismo. Y para ello contraponen el socialismo real con el socialismo que ellos tienen en la cabeza, donde todo es perfecto y puro. Así, por ejemplo, determinan a priori que en el socialismo no debe haber alienación, cuando la práctica del socialismo ha demostrado y demuestra que la alienación económica no se ha podido de momento solventar. El hombre vive alienado, no porque quiera, sino porque hay muchísimas leyes sociales de las cuales carece de representación científica. Así que la izquierda radical daría un gran paso hacia delante si se dedicara a estudiar y a conocer el socialismo que ha existido y existe y dejara de lado su representación ideal de socialismo.
3. La transición entre los contrarios. En su obra «El impuesto en especie» Ilích Ulianov dice lo siguiente: «La expresión «República Socialista Soviética» significa la decisión del Poder de los Soviets de llevar a cabo la transición al socialismo, mas en modo alguno el reconocimiento del nuevo régimen como socialista. Sin embargo, ¿qué significa la palabra transición? ¿No significará, aplicada a la economía, que en el régimen actual existen elementos, partículas, pedacitos tanto del capitalismo como de socialismo? Todos reconocen que sí. Mas no todos, al reconocer eso, se paran a pensar qué elementos de los diversos tipos de economía social existen en Rusia. Y en eso está todo el meollo de la cuestión. Enumeraremos esos elementos: 1) economía patriarcal, 2) pequeña producción mercantil, 3) capitalismo privado, 4) capitalismo de Estado, y 5) socialismo». Un sector de la izquierda radical sigue todavía concibiendo al capitalismo y al socialismo como los extremos de una contradicción en oposición absoluta. Cuando la experiencia ha demostrado que entre esos dos contrarios hay muchas transiciones, pasos intermedios, flujos y reflujos. Y hay que decir lo que advertía Ilích Ulianov: este sector de la izquierda radical puede llegar a reconocer que hay transición entre los contrarios, pero no se paran a pensar en cuáles son esos elementos transitorios y esos pasos intermedios. Y la experiencia dice que esos elementos transitorios son la economía de mercado, el capitalismo de Estado y el pequeño capital.
4. La concepción absoluta sobre la lucha de clases. Los marxistas puristas, aquellos que se representan el socialismo en base a ideas en vez de en base a lo que ha sido y es la experiencia del socialismo realmente existente, y que son muy proclives a caer en posturas extremistas, tienen una concepción absoluta de la lucha de clases. Primero, porque creen que la lucha entre los capitalistas y los trabajadores es constante, y segundo, porque creen que esta lucha se despliega en todos los campos de la vida. Si la primera fase del socialismo debe contener elementos del socialismo y elementos del capitalismo, es obvio la necesidad de que la clase trabajadora colabore con la clase capitalista. De esa colaboración hablaba Ilích Ulianov cuando proponía el capitalismo de Estado para el socialismo soviético. Se trata de poner en manos de un gran capitalista una empresa socialista para que la explote durante un tiempo determinado de forma capitalista. Es obvio, que esta situación no se resolverá satisfactoriamente sin colaboración entre dichas clases sociales. Los marxistas puristas suelen hablar mucho de revolución y muy poco de construcción. Una vez que hubo triunfado la revolución socialistas de 1917, la tarea era la construcción del socialismo. Y en la etapa de la construcción económica del socialismo la colaboración entre clases es imprescindible. En esta fase la lucha de clases está o debe estar al servicio de la lucha por la producción. No se trataba de la conquista del poder del Estado, sino de la construcción económica del socialismo. E incluso para la conquista del Poder del Estado es necesario que la clase trabajadora establezca una alianza con otras clases. No se puede disparar en todas las direcciones a la vez.