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Es hora de acabar con los rescates: los muchachos de la banca están bien

Fuentes: CounterPunch

El Secretario de Tesorería Timothy Geithner dijo al país la semana pasada que los bancos están fundamentalmente bien según indican las pruebas de estrés aplicadas a los  19 bancos más grandes del país. El anuncio del Secretario Geithner puede que no parezca del todo correcto. Al fin y al cabo, el peor escenario considerado por […]

El Secretario de Tesorería Timothy Geithner dijo al país la semana pasada que los bancos están fundamentalmente bien según indican las pruebas de estrés aplicadas a los  19 bancos más grandes del país. El anuncio del Secretario Geithner puede que no parezca del todo correcto. Al fin y al cabo, el peor escenario considerado por las pruebas de estrés  asumía que el desempleo alcanzaría un promedio del 8’9% para todo el año 2009, y ya alcanzamos esa cifra la semana pasada, pero aun así confiemos en la palabra del Secretario de Tesorería.  

Así pues, se nos dice que los bancos tienen los medios necesarios para superar el bajón. Si esto es así, ¿por qué deberíamos de gastar cientos de de miles de millones de los dólares del contribuyente para mantener a flote a esas instituciones saludables?

Mientras los bancos estaban en sus lechos de muerte existía el argumento plausible de que los dólares del contribuyente eran necesarios para evitar que el sistema financiero colapsara. Pero si los bancos gozanahora, según la Tesorería, de buena salud, entonces es hora de que los bancos dejen de confiar en las donaciones de los contribuyentes.

En primer lugar y ante todo, esto significaría poner fin al programa Alianza de Inversión Pública y Privada (Public Private Investment Partnership, PPIP) diseñado para eliminar los activos tóxicos de las cuentas de los bancos. El programa PPIP implicaba un subsidio masivo a los bancos que otorgaba una enorme influencia a los compradores de los activos tóxicos, al tiempo que les asignaba un riesgo muy pequeño.

La historia básica era que si un inversor ponía sobre la mesa un millón de dólares, el gobierno pondría hasta 13 millones de dólares. El inversor tendría la oportunidad de sacar beneficio de 7 millones de dólares de esta inversión (su millón mas 6 millones del dinero del gobierno), pero no podría perder más de un millón de dólares. El gobierno sacaría beneficio o pérdidas de los otros 7 millones de dólares que puso directamente.

Incluso asumiendo que no hubieron trampas por parte del PPIP (los bancos podrían haber pagado a terceros para aumentar el precio de sus activos), esta estructura de incentivos empujaría a los inversores a pujar mucho más por los activos tóxicos de lo que hubieran hecho en un mercado libre. El resultado probablemente sería que muchos inversores incurrirían en grandes pérdidas con los dólares de los contribuyentes.

Si los bancos fueran muertos vivientes sin esperanza, quizá habría una razón para este tipo de subsidio financiado por los contribuyentes que permitiera limpiar los libros de contabilidad y permitir que los bancos empezaran a prestar de nuevo. Pero si el Secretario Geithner nos está diciendo que los bancos están sanos, ¿no podemos dejar que simplemente vendan sus préstamos en el mercado como todos los demás? ¿Cuál es el argumento para defender este programa de beneficios especial que disfrutan los bancos?

Por supuesto los beneficios bancarios van más allá del PPIP. Los bancos tienen la autoridad de emitir cientos de de miles de millones de dólares en forma de bonos que vienen con una garantía explicita del la Corporación de Seguros del Depósito Federal (Federal Deposit Insurance Corporation, FDIC). Este es un subsidio de tasas de interés substancial, especialmente para los bancos con más riesgo. Los ahorros de una garantía del gobierno pueden fácilmente alcanzar los 4 puntos porcentuales de interés. Si un banco ha tomado prestando 30 mil millones de dólares bajo este programa (como es el caso para los bancos más grandes), esto se convierte en un regalo financiado por el consumidor de 1’2 mil millones de dólares por año.

Además de las garantías de la FDIC, los bancos también se benefician de una variedad de facilidades de préstamos establecidas de forma especial por el Consejo de la Reserva Federal. Estas facilidades permiten a los bancos tomar prestado en secreto y posiblemente pagando tasas de interés substancialmente mas bajas para tomar prestada la misma cantidad en el sector privado. La Reserva Federal tiene actualmente cerca de 2 billones de dólares en préstamos pendientes (una gran porción de estos préstamos es para compañías no financieras) que fueron emitidos a través de estas facilidades especiales. Si los bancos están hoy en forma, entonces debería ser hora de cerrar estos canales especiales y permitir que los bancos confíen de nuevo en la financiación del mercado.

Debería ser hora, finalmente, de cerrar la ventana del American International Group (AIG). Muchos de los bancos más grandes, incluyendo Goldman Sachs y J.P. Morgan, han comprado productos derivados de la división de productos financieros de AIG. Si se hubiera permitido que AIG colapsara el pasado otoño, la mayor parte de esos derivados carecerían de valor. Sin embargo, el gobierno intervino y decidió honrar de pleno las obligaciones de AIG.

Este compromiso por parte del gobierno fue muy útil para los bancos. Goldman Sachs en concreto saco buen provecho, embolsándose 12’9 miles de millones de dólares con los productos derivados que se hubieran convertido en papel mojado sin la intervención del gobierno. Si los bancos están bien, ¿qué tal si les dejamos acarrear con las consecuencias de sus decisiones de inversión en lugar de endosarnos los costes de sus errores al resto?

En breve, deberíamos de ver en los resultados de las pruebas de estrés buenas noticias. Basándonos en lo que el Secretario Geithner ha dicho a la prensa, los rescates deberían de acabar. Es hora de que los bancos se mantengan sobre sus propios pies y de que saquen las manos de nuestros bolsillos.

Dean Baker es co-director del Center for Economic and Policy Research (CEPR). Es autor de Plunder and Blunder: The Rise and Fall of the Bubble Economy.

Traducción para www.sinpermiso.info: Sandra González

http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2579