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¡Es la estúpida economía!

Fuentes: Progreso Semanal

Viajando a través del país se pueden ver los resultados del descenso económico –desde los vecindarios urbanos de Miami hasta las áreas rurales pobres como Collinsville y Bird’s Landing al norte de San Francisco. Solo en enero, los patronos californianos eliminaron 20 300 empleos de sus nóminas. Veo más gente sin techo durmiendo en las […]

Viajando a través del país se pueden ver los resultados del descenso económico –desde los vecindarios urbanos de Miami hasta las áreas rurales pobres como Collinsville y Bird’s Landing al norte de San Francisco. Solo en enero, los patronos californianos eliminaron 20 300 empleos de sus nóminas. Veo más gente sin techo durmiendo en las calles de Oakland y San Francisco, los jornaleros inmigrantes que esperan en vano por trabajo. Pero para los que suponen que la prosperidad es un axioma de la vida, tal realidad de la vida diaria parece tan extraña como la ciencia ficción.

Por allá por 1992 el patricio Presidente George H.W. Bush se maravilló cuando en una convención de detallistas en la Florida vio por primera vez un escáner leyendo el código en un producto. Para esa época el escáner y el código de barras ya eran cosa de rutina en las tiendas de todo el país –para los que iban a comprar a las tiendas no para la clase verdaderamente alta.

El hijo de alta alcurnia, el Presidente George W, Bush, se vio igualmente maravillado a fines de febrero cuando un reportero le informó que los precios de la gasolina pudieran ir más allá de $4 dólares el galón.»¡Vaya!», decía la expresión en su rostro. Esperen su reducción de impuestos, recomendó al público. Esos cheques significan unos pocos cientos de dólares para la gente que no está en los niveles más bajos de la economía y se espera que se envíen en mayo.

Bush entonces ridiculizó la idea de que la economía norteamericana hubiera entrado en recesión. Bueno, él no ha notado ningún cambio en su estilo de vida. Con su ubicua sonrisa tonta declaró: «Yo no creo que nos encaminamos a una recesión». Luego, al darse cuenta de algún desasosiego en el salón, agregó: «Pero no hay duda que estamos disminuyendo».

Mientras Bush tranquilizaba al público acerca de la economía, a pesar de su descenso, un número cada vez mayor de analistas reportaron que el sector bancario de EEUU se dirige hacia una disminución del crédito que será el «peor en varias generaciones». Un artículo de Duncan Mavis en The Vancouver Sun el 27 de febrero citó a Meredith Whitney, una analista de Oppenheimer &Co. Inc. y panelista de Noticias Fox. Ella pronosticó «suspensión generalizada de pagos en una gama de deudas y un descenso nacional en el precio de viviendas como no se ha visto desde la Gran Depresión.»

Whitney apuntó a enormes pérdidas dramáticas de préstamos por parte de los bancos que «serán las más altas de los últimos 20 y tantos años, como resultado de un mayor número de suspensiones individuales de pagos de hipotecas y/u otros préstamos y de (balances de préstamos que) son mucho más altos de lo que fueron en el último ciclo de viviendas.»

Whitney, a quien la revista Forbes coloca en segundo lugar en su lista de los mejores seleccionadores de acciones de 2007, pronosticó anteriormente que los problemas de préstamos de riesgo que enfrentaba Citigroup Inc. provocaría una crisis. Lo cierto es que subsiguientemente se desató una liquidación mundial de acciones de bancos.

El 25 de febrero, Whitney predijo que las ganancias de los grandes bancos norteamericanos en 2008 disminuirían en casi 30%. Las razones: hipotecas, balances de tarjetas de crédito y otros préstamos de alto riesgo.

Los Bush no han tenido que enfrentarse a la compra de alimentos ni de viviendas -ni tampoco sus amigos cercanos. Cuando oyen decir que el precio de la vivienda bajó seis por ciento en todo Estados Unidos durante los últimos meses, se encogen de hombros. Whitney pronostica que «los precios nacionales de la vivienda disminuirán por un factor de tres veces tales niveles.»

Un miembro de mi familia tuvo dificultad para obtener un préstamo. El prestamista en potencia telefoneó a su patrono y verificó y volvió a verificar su crédito antes de decidir permitirle obtener una parte del préstamo que había pedido. Este agotamiento de la liquidez es el resultado de que los banqueros desconfían de los individuos y negocios que fueron sólidos y que en el último año han suspendido pagos.

El viernes, 29 de febrero, día bisiesto de un año bisiesto, las acciones se hundieron más de 315 puntos en el índice Dow Jones. Citigroup, el mayor conglomerado bancario del mundo, anunció que vendería al menos $100 mil millones de sus propiedades para que el precio de sus acciones no cayera más de lo esperado.

Joseph Stiglitz, el Premio Nobel de Economía, aseguró que la guerra de Bush en Irak se había tragado billones de dólares de la economía norteamericana. Hace cinco años, los asesores neoconservadores de Bush le garantizaron que la guerra sería rápida y barata. En un artículo en The London Times del 23 de febrero, Stiglitz y Linda Baines aseguran que «tenemos una guerra que está costando más de lo que cualquiera hubiera imaginado». El costo de las operaciones militares directas de EEUU –excluyendo los costos a largo plazo, tales como el cuidado de los veteranos heridos– ya excede el costo de la guerra de 12 años en Viet Nam y es más del doble del costo de la guerra de Corea.

El Secretario de Defensa Donald Rumsfeld y el Sub Secretario Paul Wolfowitz garantizaron a Bush que la «reconstrucción de postguerra se pagaría por sí sola por los incrementos de los ingresos petroleros». Rumsfeld pensó que con $50 a $60 mil millones se cubrirían todos los costos y que parte de ellos serían pagados por los aliados.

Ahora Bush ha solicitado $200 mil millones más en fondos suplementarios de guerra para 2008. Stiglitz y Bilmes calculan que si esto se aprueba, «el Congreso habrá asignado un total de más de $845 mil millones para operaciones militares, reconstrucción, costos de la embajada, aumento de la seguridad en bases norteamericanas y programas de ayuda exterior en Irak y Afganistán.»

En 2008, los gastos proyectados de guerra serán «más de $12,5 mil millones al mes, solo para Irak, mientras que en 2003 fue de $4,4 mil millones, e incluyendo a Afganistán el total es de $16 mil millones al mes», una cantidad igual al presupuesto anual de la ONU

Estas cifras no incluyen otros gastos militares relacionados, incluyendo el mantenimiento de las bases norteamericanas en todo el mundo, los costos para heridos y muertos (pensiones por defunción a familiares) ni tampoco cubre los costos de inteligencia. Stiglitz y Bilmes, después de revisar las cifras del Pentágono, calculan los costos para Irak y Afganistán en «más de $3 billones. Nuestros cálculos se basan en supuestos conservadores».

La reportera de NBC Ann Curry parafraseó a Bush al decir «ustedes dicen que van a tener esta carga (de la guerra de Irak). Algunos norteamericanos creen… que ellos están llevando la carga debido a esta economía.

Bush: Bueno, sí…

QuieroCurry: decir, están sufriendo por esta guerra, el gasto de Ia guerra.

Bush: No lo creo. Creo en realidad que el gasto de la guerra pudiera ayudar con empleos… porque estamos comprando equipamiento y la gente está trabajando.

Mientras que el viejo keynesianismo militar antes y después de la 2da. Guerra Mundial estimuló el crecimiento económico, explicó Stiglitz, los actuales presupuestos militares funcionan de manera inversa. Pero no para el gran economista de la Casa Blanca.

Con su ubicua sonrisa de comemierda, Bush no solo hizo caso omiso de los pronósticos de los expertos como Meredith Whitney y Stiglitz, sino que se mantuvo firme, si no testarudo, a favor de la continuación de su guerra en Irak. Solo por esa razón él apoyó a John McCain, quien hace alarde de su ignorancia económica y de la gloria de la noción de guerra perpetua.

Como verdaderos ricos, la familia Bush no ve ni siente el sufrimiento material. Puede que lean de tales asuntos, pero nunca entran en contacto con ellos. Cuando la ex Primera Dama Barbara Bush, la madre de W, hizo un aparición de celebridad al visitar a los refugiados del huracán Katrina en un estadio de Houston. Dijo que estaba alarmada porque «todos se quieren quedar en Texas. Todos están tan abrumados por la hospitalidad. Y tantas de las personas aquí en el estadio, ¿saben?, eran muy desfavorecidos, así que esto… esto está muy bien para ellos». («Marketplace», Radio Pública Norteamericana, 7 de septiembre de 2005.) Tales declaraciones de arrogancia imperial se combinan muy bien con la ignorancia de clase alta en su hijo, quien les ha costado al país y al mundo tanto material como espiritualmente.

Bush ha gobernado lanzando bolas rápidas de temor al Congreso y al público, y luego haciendo que el Congreso derroche dinero para pagar por medicina contra el miedo: la guerra actual. En 1933 en su toma de posesión, un patricio de tipo diferente, Franklin Roosevelt, echó a un lado la promoción del temor y promovió la esperanza. En noviembre de 2008, puede que los electores se cansen de recibir los lanzamientos llenos de temor de Bush y de McCain y superen momentáneamente el racismo y machismo existente para votar por un candidato de mayor prudencia. Veremos.

Saul Landau es miembro del Instituto para Estudios de Política y del Instituto Transnactional, y autor de Un mundo de Bush y de Botox.