Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Horacio Garetto
Es oficial. Anótalo en tu calendario. Ha comenzado la quiebra de la economía de EE.UU. Fue anunciada el miércoles por la mañana, el 13 de junio de 2007, por los escritores de economía Steven Pearlstein y Robert Samuelson en las páginas del Washington Post, uno de los medios más destacados y preferidos de la elite monetaria de EE.UU.
La columna de Pearlstein tenía por título: El boom de la captura de empresas a punto de quebrar» relacionada con la extraordinaria cantidad de deuda incurrida comparada con los beneficios reales de las compañías «capturadas» .
En lenguaje notablemente alarmista para las páginas usualmente ultra-insulsas del Post, Pearlstein escribió: «Es imposible predecir con exactitud cuando de llegará el momento de la verdad y todos terminen por darse cuenta de que los precios que son pagados por esas compañías, y la deuda incurrida para apoyar las adquisiciones, son insostenibles. Cuando eso ocurra, no será nada bonito. En general, caerán los precios de las acciones y las valoraciones de las compañías. Los bancos anunciarán dolorosas pasos a pérdida, algunos fondos de alto riesgo cerrarán sus puertas, y los fondos de inversión informarán de rentabilidades decepcionantes. Algunas compañías se verán forzadas a la bancarrota o a la reestructuración.»
Además, «la caída de los precios de las acciones llevará a las compañías a reducir sus contrataciones y sus inversiones, mientras los gobiernos se verán obligados a aumentar los impuestos o a reducir los servicios, ya que disminuirá el ingreso en concepto de impuestos sobre las ganancias de capital. Y la combinación de la reducción de la riqueza y de las mayores tasas de interés terminará por llevar a los consumidores a dar marcha atrás en su consumo financiado con deudas. Sucedió después de los colapsos de los bonos basura y los «ahorros y préstamos» a fines de los años ochenta. Sucedió después del descalabro de la burbuja de la tecnología y de las telecomunicaciones a fines de los años noventa. Y sucederá esta vez.»
La columna de Samuelson: «El fin del crédito barato,» dejó la puerta ligeramente abierta en caso de que el colapso no sea tan severo. Escribió sobre el tema de los aumentos de las tasas de interés: «A medida que aumenta el precio del dinero, la toma de préstamos y la economía podrían debilitarse. La profunda caída inmobiliaria podría empeorar. . Podríamos también descubrir que el prolongado período de crédito barato ha dejado una resaca desagradable.»
Otros escritores que escriben desde plataformas menos prestigiosas que el Post han estado hablando también de la aproximación de una quiebra financiera hace un par de años. Entre ellos ha estado el economista Michael Hudson, autor de un artículo sobre la burbuja inmobiliaria con el título: «El nuevo camino a la servidumbre» en la edición de mayo de 2006 de Harper’s.
Hudson ha estado hablando en esa entrevista de una «ruptura de la cadena» de pagos que conducirían a un «crac económico prolongado, largo» con «deflación de los activos,» «incumplimientos masivos de pagos de hipotecas,» y una «inmensa apropiación de activos» por los ricos que puedan proteger su efectivo mediante el lavado de dinero y la protección con bonos en divisas extranjeras.
Entre los que están listos para beneficiarse con el crac está el Grupo Carlyle, el fondo de alto riesgo que incluye a la familia Bush y a otros inversionistas de alto perfil con conexiones gubernamentales que dan acceso a informaciones confidenciales. Un memorando de enero de 2007 a los gerentes de la compañía del socio fundador William E. Conway, Jr., apareció recientemente que señalaba que, cuando termine el actual «entorno de liquidez» – es decir el crédito barato -, la «oportunidad de comprar será una ocasión que sucede una vez en una vida.»
El hecho de que el crac esté siendo anunciado en las páginas del Washington Post muestra que es cosa hecha. Los Bilderbergers, o quienquiera que sea al que responde el Post, ya lo han decidido. Deja saber a todos para que no queda duda que es hora de cerrar las escotillas, ponerse a cubierto, acumular dos años de comida en latas, blindar sus activos, lo que sea.
Los que pagarán las consecuencias será la gente de a pie cuyos activos están cargados de deudas, tales como decenas de millones de deudores hipotecarios, millones de jóvenes que adeudan préstamos estudiantiles que según la nueva ley de bancarrota «reformada» en el año 2005 nunca podrán ser cancelados, o vastas cantidades de trabajadores con planes 401(k) [cuentas de jubilación patrocinadas por sus empleadores.] u otros planes de pensión que están combinados con el mercado de valores.
En otras palabras, suena como si estuviéramos en 2000-2002, pero tal vez en una escala mucho mayor. Entonces fue «sólo» el décimo peor mercado de caída de acciones en la historia. Ese entonces se desvaneció un billón de dólares.. Lo que convierte la situación actual en particularmente injusta es que la recuperación precedente que ahora llega a su fin – la de los «desocupados» – fue tan anémica.
Ni Perlstein ni Samuelson llegan al fondo de la crisis, aunque ellos, como Conway del Grupo Carlyle, subrayan el fin del crédito barato. Pero las tasas de interés son fijadas por gente que dirige bancos centrales e instituciones financieras. Podrán ser influenciados por «el mercado,» pero el mercado es controlado por gente con dinero que quieren incrementar al máximo sus beneficios.
La clave para lo que está sucediendo es que la Reserva Federal se niega a seguir el modelo establecido durante el prolongado reino del presidente de la Fed, Alan Greenspan, reaccionando ante tendencias económicas tambaleantes con grandes infusiones de crédito como lo hizo durante la burbuja de las «punto.com de los años noventa y la burbuja inmobiliaria de 2001-2005.
This time around, Greenspan’s successor, Ben Bernanke, Esta vez, el sucesor de Greenspan, Ben Bernanke, se queda tranquilo. Mientras la economía se balancea sobre el abismo, la Fed permite que las tasas se mantengan firmes. La Fed afirma que su política de tasas firmes se debe al peligro de aumentar «la inflación básica.» Pero eso no puede ser verdad. El mayor ítem de consumo, casas y bienes inmobiliarios, está sobreviviendo artificialmente. Oficialmente, el desempleo es bajo, pero sobre todo gracias a puestos de trabajo mal pagados en el área de servicios.
Las materias primas han subido, incluyendo los alimentos y la gasolina, pero no es un motivo suficiente para permitir que se sumerja toda la economía nacional.
¿Así que qué sucede en realidad? En realidad, es simple. La diferencia en la actualidad es que China y otros grandes inversionistas del extranjero, incluyendo a magnates petroleros de Oriente Próximo, están diciendo a EE.UU. que si las tasas de intereses bajan, , no seguirán llevando su dinero a EEUU. El tan necesario dinero para financiar los tremendos déficit comerciales y fiscal de EE.UU.
Desde luego nos metimos en este aprieto al transferir nuestras fábricas de manufacturas a China y otros mercados de mano de obra barata durante la última generación. La «hegemonía del dólar» está teniendo un efecto contraproducente. En los hechos, China está utilizando sus dólares estadounidenses para reemplazar al Fondo Monetario Internacional como prestamista a las naciones en desarrollo en África y otros sitios. Como un insulto adicional, China ahora podría estar dictando una nueva generación de decadencia para los estadounidenses que se ven obligados a comprar sus productos en Wal-Mart llevando al máximo lo que queda de nuestra deuda disponible en tarjetas de crédito.
Hace cerca de un año, un antiguo funcionario del Tesoro de Reagan, que es ahora un conocido comentarista de la televisión por cable, dijo que China se había convertido en el «banco de EE.UU.» y comentó que «ahora es más barato imprimir dinero que producir coches.» Ja ja.
Es verdaderamente asombroso que ninguno de los candidatos políticos de la «línea dominante» de cualquiera de los partidos haya tratado este tema en su campaña. Lo que pasa es que todos están considerablemente financiados por la elite financiera que se beneficiará no importa cuánto vaya a sufrir la economía de EE.UU. Todos los candidatos, con la excepción de Ron Paul y Dennis Kucinich tratan a la Reserva Federal como si se tratara de la quinta imagen grabada en el Monte Rushmore. E incluso los así llamados progresistas guardan silencio. El fin de semana antes de que aparecieran los artículos de Perlstein/ Samuelson, hubo una inmensa conferencia progresista en Washington, llamada «Taming the Corporate Giant» [Domando al gigante corporativo]. Ni una sola sesión fue dedicada a temas financieros.
¿Qué es probable que ocurra? Yo sugeriría cuatro guiones posibles.
1.
Aceptación por la población de EE.UU. de una prosperidad disminuida y de un rol en decadencia en el mundo. Sonríe y aguanta. Vive con tus padres hasta que tengas cuarenta años en lugar de treinta. Trabaja dos o tres trabajos en tiempo parcial, si puedes encontrarlos. Muere joven si pierdes tu atención sanitaria. Declara bancarrota si puedes, o simplemente escápate de tus deudas hasta que vuelvan a imponer la prisión para deudores como lo han hecho en Dubai. Mientras tanto, China compra más y más propiedades, casas y negocios en EE.UU., como han sugerido economistas cercanos a la Reserva Federal. Si eres un inmigrante ilegal emprendedor, diviértete aumentando la economía clandestina, evita las licencias y los impuestos para negocios, y alquila grupos de casas a tus amigos.
2.
Los tiempos de crisis económica producen tensión internacional y los políticos tienden a ir a la guerra en vez de tener que escuchar la fea melodía de la economía. El ejemplo clásico es la depresión mundial de los años treinta que condujo a la Segunda Guerra Mundial. Las condiciones en los próximos años deberían ser tan malas como entonces. Podríamos tener una guerra verdaderamente grande si EE.UU. decide de una vez por todas armarse de valor y arremeter contra China, o quien sea. Si ya no quieren nuestros dólares o nuestros Bonos de deuda, ¿qué tal si les tiramos unas buenas bombas nucleares?
3.
Tal vez terminemos por tener finalmente una revolución sea de la derecha o del centro involucrando ley marcial, suspensión de la Declaración de Derechos, etc., combinada con alguna especie de dictadura militar o de trabajo forzado. En todo caso ya vamos a mitad de camino en esa dirección. Olvídate de una revolución de la izquierda. No les gustaría que alguien se enojara con ellos por ser demasiado radicales.
4.
¿Podría haber un verdadero intento de reforma, tal vez incluso un intento, aunque sea, sólo de volver al Nuevo Trato? Ya que las causas de la crisis son monetarias, así lo serían las soluciones. El primer paso sería que el Sistema de la Reserva Federal fuera abolido como un banco de emisión y una transformación del sistema de crédito de la nación en un servicio público genuino por el gobierno federal. De esta manera podríamos reconstruir nuestra infraestructura manufacturera y pública y desarrollar una política de garantía de los ingresos que beneficiaría a todos.
Esta última es la única solución sensata. Existen reformadores monetarios que saben cómo hacerlo si alguien les da una pequeña oportunidad.
Richard C. Cook es autor de «Challenger Revealed: An Insider’s Account of How the Reagan Administration Caused the Greatest Tragedy of the Space Age.» Analista federal en retiro, su carrera incluyó trabajo con la Comisión del Servicio Civil de EE.UU., la Administración de Alimentos y Drogas, la Casa Blanca de Carter, y la NASA, seguidos por veintiún años con el Departamento del Tesoro de EE.UU. Ahora es un escritor y consultor basado en Washington. Su libro «We Hold These Truths: The Hope of Monetary Reform,» será publicado más adelante durante este año. Su sitio en la Red se encuentra en: www.richardccook.com.