El cierre de las fábricas de Ford en Brasil dejará 5000 personas desempleadas en plena crisis de coronavirus.
Llovía el viernes 15 de enero mientras decenas de sindicalistas, trabajadores y militantes socialistas se reunían frente a la planta de Ford, en la ciudad de Taubaté, para discutir el anuncio de la ensambladora estadounidense que le pone fin a su producción en Brasil, cerrando sus fábricas y dejando, como mínimo, a 5000 trabajadores directos desempleados.
Marina Sassi.- ¿Cómo recibieron los trabajadores de Ford el anuncio de que la empresa le pone fin a su producción en Brasil? ¿Qué significó para ustedes recibir esta noticia?
Jonas K.- El viernes 8 de enero salí de vacaciones. Justo cuando empezaba a disfrutar mi primer día libre con mi pequeño hijo y mi familia, recibí esta noticia que impactó a todo el mundo. Fue muy triste comenzar mi primer día de vacaciones teniendo que venir a la puerta de la fábrica para constatar que la empresa abandona Brasil.
Fue una gran decepción saber que necesito rehacer todos mis planes, sobre todo teniendo hijos pequeños y un bebé recién nacido. Y esto es todavía más complicado en el escenario de la pandemia, sabiendo que seré obligado a estar fuera de casa.
Marina Sassi.- ¿La empresa les brindó alguna garantía a los trabajadores de las fábricas que serán cerradas?
Jonas K.- Hasta ahora no se hizo ninguna promesa para los trabajadores. El sindicato se puso al frente para ayudarnos con las negociaciones. Anunciaron que el próximo lunes 18 de enero comenzará la negociación con Ford y las conversaciones sobre la desvinculación y el futuro de los trabajadores.
Marina Sassi.- Dijiste que la vida de los trabajadores despedidos será todavía más difícil a causa de la pandemia de COVID-19. ¿Cómo operó Ford y cuáles fueron los cuidados durante la crisis sanitaria?
Jonas K.- Fue una situación difícil y nueva para todos, pero Ford nos apoyó durante la pandemia brindándonos los EPP [Equipamientos de Protección Personal] necesarios, aplicó el distanciamiento social y consiguió mantener una buena comunicación con los trabajadores acerca de los protocolos. Era difícil escuchar a los otros con las máscaras y desde lejos en la misma área, pero con el tiempo nos adaptamos.
Lo mismo sucedió con los cuidados: existía cierto grado de exposición porque la fábrica estaba funcionando a todo vapor, operando como cualquier otro día. Durante la pandemia logramos producir un volumen muy alto de cabezales, casi 800 por día, operando durante los tres turnos de fundición, trabajando como si fuera un día normal sin pandemia.
Marina Sassi.- ¿Cuál será el impacto que tendrán estos cierres en la comunidad local?
Jonas K.- Aquí en la planta de Taubaté somos 830 trabajadores directos de Ford. El cambio para la ciudad será enorme, pero también lo será para el Valle del Paraíba y para todo Brasil. Hablan de 5000 empleos directos, pero son muchos más: está el tipo de la panadería, la pizza que dejamos de comer con nuestras familias, etc. El escenario cambia para todo el mundo si quedamos desempleados. Es muy complicado pensarlo.
Marina Sassi.- Dijiste que el país entero se verá afectado, ¿qué debería pensar la población brasileña de este cierre?
Jonas K.- Lo que pienso no se aplica solamente a Ford, sino a cualquier empresa de Brasil. Estamos viviendo una pandemia, pero todo el mundo está cuidando sus propios intereses. Ford está cuidando sus interesas al salir del país, pero ¿luego qué? ¿Está cuidando los intereses del padre de familia? ¿Está cuidando los intereses del comerciante? La empresa no cuida nada de esto. Esto afecta a mucha gente.
El aviso de que estaba armando las valijas para irse dejó a todo el mundo sin saber qué hacer. Es muy complicado. Mi hija de diez años vio la noticia en el diario y llegó llorando porque sabía que yo quedaría desempleado.
Es una situación muy difícil porque teníamos una relación con la empresa, casi un matrimonio. Es como si ella dijese: «Chau, me estoy separando», y se olvidara de todo el mundo.
Quiero manifestar mi pesar a todos los trabajadores porque sé que no es fácil. Ya vi a mucha gente llorando. No tendría que haber sido así. Podrían haberlo conversado, o al menos podrían habernos avisado. Pero no hacerlo de la manera en que lo hicieron. Nadie aquí es delincuente, nadie se merece vivir una situación como esta. Todos son lo suficientemente maduros como para entender lo que está sucediendo en el país.
Marina Sassi.- ¿Cómo evalúas la postura y la responsabilidad del gobierno de Bolsonaro en esta crisis?
Jonas K.- Para Bolsonaro es fácil decir que siente mucha pena por los 5000 empleos desde la comodidad de su cargo. Creo que el gobierno podría haber hecho mucho más.
Solo que no está en nuestra piel, no está en nuestro lugar, no tiene que pensar en las cuestiones de la salud, no tiene que madrugar para rehacer sus planes de vida, rehacer su currículum para volver al mercado de trabajo.
Es una falta de respeto para el trabajador. ¿Cómo queda la lucha? ¿El compañerismo entre los trabajadores? Van a quedar muchas secuelas para el trabajador, físicas y emocionales. Las personas se quedan sin nada. No alcanza con manifestar los sentimientos. No funciona así.
Marina Sassi.- ¿Cómo podrían reaccionar los trabajadores frente al anuncio?
Jonas K.- Vamos a necesitar reorganizarnos para intentar mejorar las cosas. Participar en las conversaciones con el sindicato y con los compañeros. Hacer reuniones para intentar revertir esta situación. Y si no conseguimos revertir el cierre, intentaremos por lo menos apoyar a los trabajadores de Taubaté, de Camaçari, de la Troller y de todo Brasil.
Marina Sassi es obrera metalúrgica y militante ecosocialista.
Traducción: Valentín Huarte, para JacobinLat.