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Entrevista a João Pedro Stédile, coordinador del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra:

«Es una vergüenza que un gobierno electo para realizar cambios sea rehén de las multinacionales»

Fuentes: Tribuna da Imprensa

Traducido para Rebelión por Hugo Scotte

A favor de una reforma agraria integrada con industrias nacionales para generar renta en el campo, el coordinador nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), João Pedro Stédile, piensa que la propuesta del gobierno de Lula para resolver la cuestión de la tierra no sólo camina a pasos lentos también «es una vergüenza nacional».

Contrario al llamado agronegocio, hace críticas a la gestión de Roberto Rodrigues y cree que el ministro de Agricultura, junto con las empresas multinacionales que investigan y producen semillas transgénicas, estén actuando directamente contra la reforma agraria.

«Es una vergüenza que un gobierno electo para realizar cambios sea rehén de las multinacionales y también haya aprobado una ley (de Bioseguridad) que libera los transgénicos. El presidente Lula no sabe la estupidez que va a escribir para la Historia».

 

TRIBUNA DA IMPRENSA – ¿Cómo analiza usted la propuesta de reforma agraria del gobierno de Lula?

 

JOÃO PEDRO STÉDILE – Los movimientos sociales que actúan en el campo, como MST y otros movimientos de la vía campesina y la propia Contag, firmaron un acuerdo con el gobierno Lula, en noviembre de 2003, en que el gobierno se comprometía a asentar 430 mil familias en los tres años que restaban de mandato. Y se comprometía a implementar el Plan Nacional de Reforma Agraria. Pasados dos años, el gobierno asentó cerca de 55 mil familias, no sigue el Plan Nacional de Reforma Agraria y, frecuentemente, el área económica gubernamental recorta los recursos. O sea, a pesar de la buena voluntad del presidente Lula, la reforma agraria de su gobierno es una vergüenza, anda a pasos de tortuga.

¿Usted cree que el gobierno de Lula ha sido omiso en la creación de proyectos para asentamientos de tierra?

No se trata de omisión. La reforma agraria está paralizada por tres motivos básicos. Primero: el Estado brasileño continúa fiel a su naturaleza de apenas garantizar los privilegios de los ricos y de los bancos. Segundo: el agronegocio de los hacendados se unió a las transnacionales poderosas de la agricultura, como Monsanto, Cargill, Bunge y, junto con el ministro de agricultura Roberto Rodrigues, hace campaña directa contra la reforma agraria. El tercer motivo es que la política económica, que prioriza el superavit primario, los intereses y las exportaciones, es incompatible con la reforma agraria, que representa puestos de trabajo, producción de alimentos y mercado interno. Entonces, mientras tengamos una política económica neoliberal, no es posible realizar la reforma agraria, que depende de un proyecto de desarrollo nacional.

¿Qué tipo de reforma agraria idealiza el MST ?

El MST y los movimientos sociales del campo tienen unidad en torno a un proyecto de reforma agraria, que se llama a Carta de la Tierra, aprobada por todos los movimientos en abril de 2003. Nuestra visión es que, primero, la reforma agraria debe depender, debe formar parte de un proyecto nacional de desarrollo dirigido hacia la industria nacional, el mercado interno y, sobretodo, la generación de empleo y distribución de renta. Es para eso que sirve la reforma agraria.

¿Y la cuestión de los asentamientos?

Nuestra reforma agraria involucra no sólo la distribución de tierras. Es necesito articular los asentamientos con agroindustria cooperativada. Cada asentamiento tendría que tener una cooperativa con agroindustria, produciendo alimentos para el mercado interno con incentivo del BNDES (Banco Nacional de Desarrollo), del gobierno. Es necesario democratizar la educación, llevar la educación al campo. No como ahora, que los alcaldes lleven los niños y los adolescentes a la ciudad. Por último, una reforma agraria integrada con técnicas agrícolas que respeten el medio ambiente y consigan aumentar la productividad, pero produciendo alimentos de calidad.

¿La propuesta del MST para a reforma agraria diverge de la defendida por la Comisión Pastoral de la Tierra?

No diverge en nada. Hemos discutido y debatido juntos.

¿Cuál es su análisis sobre el agronegocio, una vez que existe una tendencia de que este tipo de producción se expanda cada vez más?

La palabra agronegocio, en su sentido estricto, significa todas las actividades agrícolas que se dedican al mercado. Por lo tanto, a rigor, todo productor rural que vende algo practica el agronegocio. Pero aquí, en Brasil, la burguesía agraria nacional, el ministro Roberto Rodrigues, aliados a las transnacionales, transformaron el término en sinónimo de una condición específica de la producción agrícola, que se transformó en sinónimo de grandes propiedades modernizadas, que provocan desempleo, con alta productividad, dedicadas al monocultivo para exportación. Por tanto, el agronegocio predicado en la televisión y sus aliados de las transnacionales, no pasa de una «plantation» recolonizada.

¿Desde su punto de vista, a quién favorece el agronegocio?

Es la expresión de una clase social que sólo quiere ganar dólares exportando, no importa si a costas del medio ambiente, del desempleo, etc. En realidad se trata del nuevo maquillaje de la vieja colonización agroexportadora. Por eso no desarrolla el país, no genera empleo. Sólo gana dinero media docena de hacendados, encandilados por las multinacionales, porque ellas sí, controlan el comercio agrícola internacional y son quienes están ganando mucho dinero, en las exportaciones de soya, azúcar, cacao, madera etc.

 

¿Existe la posibilidad de que la propuesta de reforma agraria del MST se integre con la propuesta del agronegocio?

Son dos cosas totalmente diferentes. Como afirmé anteriormente, el agronegocio es el nuevo maquillage moderno del colonialismo, ahora al servicio de 10 empresas multinacionales. La reforma agraria que nosotros defendemos es aquella integrada con el mercado, pero el de producción de alimentos para el mercado interno. Una reforma agraria destinada al pueblo, para las necesidades del pueblo, para producir alimentos, generar empleos, utilizar la tierra respetando el medio ambiente para las generaciones futuras.

¿En locales en los que está implantado el agronegocio hay más conflictos de tierra? ¿Por qué?

En general los conflictos sociales que involucran el agronegocio ocurren en aquellos locales donde hay resistencia a este modelo y también en la frontera agrícola. Pero llamó la atención, por eso la Comisión Pastoral de la Tierra denunció que era emblemático que algunos casos de extrema violencia eran practicados por esos hacendados considerados modernos. Vea: el mayor productor de frijoles del país, elegido alcalde de Unaí, es quien ordenó el asesinato de tres fiscales del trabajo, que investigaban trabajo esclavo en sus haciendas.

En Felisbugo, Minas Gerais, el hacendado Adriano Chafik era líder político de los hacendados, utilizaba técnicas modernas de cria de ganado nelore etc.. Fue el mismo que contrató 15 pistoleros y personalmente participó de la masacre que mató cinco trabajadores sin tierra en noviembre pasado, intentando realizar la desocupación a mano armada, violando la ley, porque sabía que sus tierras eran públicas y, por lo tanto, usurpadas. Fue necesito que murieran cinco compañeros para que la Justicia Agraria de Minas Gerais, en la semana pasada, diese la tenencia de aquella hacienda al Estado minero, pues estaba registrada en notaría como tierra del
Estado.

 

¿Y la muerte de la misionera Dorothy Stang?

Los madereros que mandaron a matar a la hermana Dorothy son gente moderna, si dedican a la exportación… Las famosas multinacionales de los eucaliptos en Espírito Santo y el Sur de Minas Gerais son las mismas que tomaron tierras de los guaraníes para llenarlas de eucaliptos. En Rio Grande do Sul, son tan modernos que se arman para impedir que los técnicos del INCRA (Instituto Nacional de la Reforma Agraria) inspeccionen sus tierras. Ahora, se están en día con la ley, ¿por qué temen tanto?

¿Para usted, la disputa de la tierra se volvió una cuestión más doctrinaria que económica?

El problema de la tierra en Brasil es un problema de la sociedad brasileña, por eso es llamada cuestión agraria. Es un problema nacional, pues muchos problemas sociales de que Brasil padece, el desempleo, éxodo de desempleados, la violencia en las ciudades, tienen su raíz en la cuestión agraria no resuelta. Por eso es una cuestión social. Pero es también una cuestión económica, porque ella podría sacar de la pobreza a millones de brasileños al garantizar acceso a la tierra, trabajo y vivienda digna, dando un porvenir para esas familias.

¿El señor aprobó la Ley de Bioseguridad?

La Ley de «Bioinseguridad» es una vergüenza nacional. Fue sólo una forma de que las multinacionales, en especial Monsanto, consiguieran lo que querían, libertad total para diseminar las semillas transgénicas, controlar la agricultura y cobrar royalties de los agricultores. En las próximas elecciones, van a continuar financiando muchos de esos diputados que votaron a favor de la ley, como ya financiaron en las elecciones pasadas. Hay rumores de que hasta un presidente estadual del PT se habría beneficiado de este apoyo en las últimas elecciones. Imaginen los otros…

¿Qué espera usted del presidente Lula?

Espero que el presidente Lula tenga el coraje de vetar diversos artículos que dan libertad total. Si no lo hace, será cómplice de esa irresponsabilidad social. De nuestra parte, junto con las entidades ambientalistas y las iglesias, vamos a entrar con una acción de inconstuticionalidad en el Supremo Tribunal Federal, pues la ley aprobada hiere brutalmente la Constitución. Vamos a exigir del Estado, tan fiel en exigir cumplimiento de la ley a los pobres, que la cumpla con vigor y exija que las empresas coloquen en la etiqueta de sus mercaderías si sus productos tienen transgénicos. ¿Si los transgénicos son tan buenos, por qué ellos no quieren colocar la composición del producto en la etiqueta? En el año pasado fueron comercializados 6 millones de toneladas de soya de Rio grande do Sul que era transgénica en el mercado interno. Y, a pesar de la ley, no apareció ningún producto rotulado. ¿Por qué será?

 

¿Entonces, el MST reprueba totalmente los transgénicos?

No concordamos de ninguna manera. Nosotros y los movimientos siempre exigimos el derecho de pesquisa. Defendemos el principio de la precaución, o sea que no se puede liberar para efectos comerciales productos vegetales de los cuales nadie sabe las consecuencias para las personas, para los animales, para los agricultores, para el medio ambiente. Ya las multinacionales que detentan el monopolio de esas semillas solo quieren controlar la agricultura y cobrar royalties, no tienen ninguna responsabilidad social. ¿O será que ya encontraron al culpable por el mal de la vaca loca, qué mató cientos de personas en Europa? También ya está probado que las semillas transgénicas son homicidas; ellas no consiguen convivir con otras plantas y automáticamente se mezclan y las transforman en transgénicas. Eso pone en riesgo nuestra biodiversidad, que es lo que tenemos de más rico.

¿Pero por qué será que hay países qué liberaron los transgénicos, cómo Estados Unidos, por ejemplo, por qué hicieron eso?

En todo el mundo, todos son precavidos y exigen el control de los transgénicos. ¿Por qué será qué apenas Estados Unidos, Canadá y la Argentina de los tiempos de Menem liberaron los transgénicos? Porque en esos países no hay gobierno hay interés de las empresas transnacionales. Es una vergüenza que un gobierno electo para realizar cambios sea rehén de las multinacionales y también haya aprobado una ley que libera los transgénicos. El presidente Lula no sabe la estupidez que va a escribir para la historia.

 

(NOTAS DE LA REDACCIÓN: Tanto el alcalde de Unaí, Antério Mânica, como el hacendado Adriano Chafik, son por ahora, sospechosos de estar involucradosen los crímenes. No fueron considerados culpables por la Justicia)
La entrevista fue relizada antes de los vetos de Lula a la Ley de
Biosegurança, el jueves pasado.
Rio de Janeiro, 28 de marzo 2005