José Miguel nació en San Juan, Puerto Rico, en 1976. Se desempeña como poeta, investigador y docente. Ha publicado tres libros de poesía: «La pérdida es mía» (La Secta de los Perros / La Impresora, 2019), «Revienta» (Atarraya Cartonera, 2011) y «De visita» (Los Décimos Primeros, 2002). Sus versos han sido incluidos en diversas antologías y revistas en Puerto Rico, México, Estados Unidos, Canadá, España e Italia. Especialista en la obra de Pablo de Rokha, así como en la vanguardia poética latinoamericana y la geocrítica, sus investigaciones han explorado las transformaciones en los paradigmas temporales y espaciales durante la primera mitad del siglo XX. José Miguel obtuvo su doctorado en Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Salamanca, España. Además, cuenta con una maestría en Literatura Francesa de Middlebury College en París y un título de grado en francés y filosofía de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, donde actualmente enseña.
– Wilkins Román Samot (WRS, en adelante) – Hace poco publicó Vanguardia y revolución en Pablo de Rokha (2022). ¿De qué trató o tratas en este texto de investigación? ¿Cómo surgió la oportunidad de trabajarle?
– José Miguel Curet (JMC, en adelante) – Me alegra mucho tu interés por mi libro y por mis investigaciones sobre la vida y obra del poeta chileno Pablo de Rokha. Fuera de Chile, no es normal que se interesen por las investigaciones de este poeta tan visceral. Empiezo contándote un poco de qué va el libro. Como punto de partida, me planteé varios objetivos principales. Lo primero, quería refutar la idea generalizada e infundada de que Pablo de Rokha era un poeta marginal e ignorado por la crítica y el público de su época. A medida que progresaba en el trabajo, me percaté que De Rokha fue una voz singular y muy potente que supo unir la revolución poética que promulgaba con la vanguardia política con la que estaba comprometido. Al hacerlo a su forma tan intensa, causó incomodidad, disgusto y rechazo tanto en los sectores más conservadores de la crítica literaria oficial como en buena parte de la clase letrada de la izquierda. Sin embargo y a pesar de todo, siempre estuvo ahí, presente y muy activo en el centro de los quehaceres culturales y poéticos de Chile y América Latina.
En el libro, además, me propuse clarificar, corroborar y unificar la extensa y confusa bibliografía rokhiana. Aunque ha habido un grupo de académicos que han investigado y trabajado la poética rokhiana, cuando empecé a hacer las búsquedas y a investigar, me topé con una madeja bastante enredada de referencias, títulos de libros y poemas y muchas fechas no concordaban con lo que encontraba. Investigué a distancia, y para mí, fue imprescindible estructurar todo el material nuevo que iba localizando y toda la nueva información de las referencias que ya se conocían. Me enfrenté a muchas confusiones y falsas pistas, pero con paciencia logramos, Miguel Naranjo, el editor del libro, y yo establecer un listado de las obras rokhianas junto con su contenido. También listamos los poemas y textos diversos aparecidos en antologías, revistas y publicaciones periódicas. Esto me tomó mucho tiempo y, junto con lo que estaba pasando en Puerto Rico durante 2017 a 2022 y en mi vida, lo sentí casi como un maratón que no se acababa.
El libro Vanguardia y revolución en Pablo de Rokha es el desarrollo y profundización de varias partes de mi tesis doctoral en la Universidad de Salamanca. Es producto de muchos años de trabajo. La semilla inicial del libro, por llamarlo de esa manera, es mi tesina Pablo de Rokha, la vanguardia y la poesía de U (1926) para la obtención del Grado de Salamanca y el Diploma de Estudios Avanzados en 2011. Luego, ese trabajo, es el punto de partida para mi tesis Pablo de Rokha: vanguardia y geocrítica. La poesía de U (1926) y Carta magna de América (1949) que defendí en 2015.
El libro se logró publicar en 2022 porque en 2016, viajé por primera vez a Chile y tuve la dicha de contactar con mucha gente maravillosa que se dieron a querer desde el primer momento en que nos conocimos. El corillo rokhiano me integró con una generosidad que no me esperaba, sinceramente. Fue una gran sorpresa, un regalo que la vida me puso en el camino. Del corillo rokhiano, conocí a Miguel Naranjo y a Adán Méndez, que son los dueños y editores de Ediciones Tácitas. Con un desprendimiento también inesperado, cariño, paciencia y calma pudimos trabajar el libro que queríamos. Ahora Miguel y Adán son unos de mis grandes amigos chilenos.
– WRS – ¿Qué relación tiene su trabajo creativo-investigativo previo a Vanguardia y revolución en Pablo de Rokha y vuestro trabajo creativo-investigativo anterior y posterior? ¿Cómo lo hilvana con su experiencia de puertorriqueño y su memoria personal o no de/ con lo caribeño o no dentro de Puerto Rico y fuera?
– JMC – Antes de publicar Vanguardia y revolución en Pablo de Rokha, había publicado tres libros de poesía. En 2002, publiqué De visita. Simples rutinas, luego de estudiar y vivir en París. Es una edición cuasi artesanal y muy linda que desborda amor y compromiso con la poesía. En 2011, publiqué con Atarraya Cartonera, una editorial con espíritu guerrillero que Nicole Delgado y Xavier Valcárcel crearon en medio de la crisis económica. Este poemario florece de mis experiencias viviendo en España, Estados Unidos y, nuevamente, en París. En 2019, apareció mi tercer poemario, La pérdida es mía y está enmarcado en las diferentes crisis que hemos vivido a lo largo de los años que son nuestro modo de vida y enmarcado asimismo en la memoria como aglutinadora de las catástrofes del presente. Los tres poemarios parten de mis experiencias y mis formas de ver el entorno. Son experiencias boricuas, pero desde la travesía y el descubrimiento de nuevos espacios y sensibilidades. Son como una especie de testimonio de viaje y credenciales de transformación de la percepción de lo que es ser de Puerto Rico.
Escribo y publico de forma pausada, sin prisa y el calendario lo establece mi ánimo. Me gusta saborear y dejar que fluyan los cambios. También, soy como una especie de lobo solitario que lee más que escribe y que se deja llevar por el llamado.
Luego de la muerte de mi padre, el duelo está también en mi poesía y en las formas de ver lo que me circunde. Ahora, estoy profundizando en la historia y la memoria de lo que me ha hecho que mi existencia se dé de la manera en que la llevo aquí en la isla. La familia de mi padre es de origen libanés y quisiera que de alguna manera los avatares de la emigración libanesa y su adaptación a esta parte del mundo, sea parte de lo que hago y siento.
– WRS – Si comparas vuestro crecimiento y madurez como persona, escritor y docente-investigador con su época actual, ¿qué diferencias observas en vuestro trabajo creativo-investigativo? ¿Cómo ha madurado su obra? ¿Cómo has madurado?
– JMC – No sé si he madurado o me he macerado. El huracán María, los terremotos, la pandemia, la extensión eterna de las crisis marcaron mucho mi forma de ver la realidad. Ser padre en este contexto también es un camino que me ha tocado. La terrible enfermedad de mi padre que murió por consecuencia de la enfermedad Esclerosis Lateral Amiotrófica (ALS en inglés) ha sido y continúa siendo una gran prueba en las que se mezclan la humildad ante la muerte, el dolor, la memoria, la familia y las ganas que tengo de siempre de encontrar una voz propia, que sea mía pero que a la vez sea compartida para así llegarle a las personas que aprecio y a quienes quieran leer mi poesía.
– WRS –José, ¿cómo visualizas vuestro trabajo creativo-investigativo con el de su núcleo generacional de escritores con los que comparte o ha compartido en Puerto Rico y fuera? ¿Cómo ha integrado vuestro trabajo creativo-investigativo a su quehacer y a vuestro trabajo escrito de interés y cruce en Puerto Rico y fuera?
– JMC – Mi forma de hacer poesía, mis gustos literarios y preferencias estéticas no están alineadas necesariamente con el trend y los gustos que dominan en Puerto Rico. Tengo que decir que me llevo muy bien con los diferentes grupos de poetas y círculos artísticos, pero pienso que la poesía que escribo no es la que más se atrae o se estila por aquí en el archipiélago ni en la diáspora. En Puerto Rico siempre ha habido buenísimos poetas que me gustan y admiro. De mi generación, Gallego, Urayoán Noel, Emanuel Bravo, Nicole Delgado, Xavier Valcárcel, Mara Pastor, Roque Raquel Salas Rivera son quienes más me identifico y he estado más próximo. Sin embargo, creo que, en la poesía, la comunidad se hace en solitario, leyendo y conociendo a los demás por lo que escriben. Mi comunidad la hago leyendo en mi sofá o donde quiera que me ponga a leer.
– WRS –¿Cómo concibes la recepción a vuestro trabajo creativo-investigativo dentro de Puerto Rico y fuera, y la de sus pares?
– JMC – Cuando leo mi poesía en las actividades en la isla, siempre tengo buen feedback y la gente que me escucha le gusta, aunque a veces tengo la sensación de que hay una separación entre lo que hago y las preferencias del público. Cuando leo afuera, siento sintonía con mis búsquedas expresivas individuales, pero pasa que el habla boricua se interpone de vez en cuando y la fluidez se da de maneras diversas.
– WRS – Sé que vos es de Puerto Rico. ¿Se considera un autor puertorriqueño o no? O, más bien, un autor caribeño, sea este puertorriqueño o no. ¿Por qué? José Luis González se sentía ser un universitario mexicano. ¿Cómo se siente vos?
– JMC – Claro, yo soy puertorriqueño, pero yo soy yo antes que nada, sin que eso tenga que ver con alguna idea nacional, territorial o de lo que sea. Son mis factores de vida, amores, pulsiones y existencia terrenal los que me componen. Estoy atravesado por miles de nociones que a veces me atraen a Puerto Rico, al Caribe y a América Latina y otras veces me atraviesan barnices, discernimientos o elementos que hacen alejarme de esos barullos impuestos.
– WRS – ¿Cómo integra vuestra identidad étnica y de género, y su ideología política con o en vuestro trabajo creativo-investigativo y su formación en la Universidad de Puerto Rico?
– JMC – Como te comentaba anteriormente, antes que nada, no quiero dejar de ser el montón de cosas que me componen para pasar a ser un concepto aislado de algo. De entre todas las definiciones, diversidades sabrosas y combinaciones que hacen que el mundo sea una maravilla de color, sabor y formas, a lo que más aspiro es a ver compenetrarme en la humanidad de quienes están al frente mío y de los que me rodean en la cercanía y en la lejanía.
Soy un hombre porque así me lo zumbaron cuando nací. No quiere decir esto que estoy orgulloso de esta imposición ni mucho menos. Fue lo que me tocó y he tenido que bregarlo. A veces me siento bien en otras no tanto con lo que me tocó vivir. Muchas veces me he sentido muy mal por encarnar actitudes y comportamientos que desprecio. Me he frustrado muchas veces por esto.
En cuanto a lo de identidad de etnia y la política, lo que tengo es una mezcolanza rara en la que se añade la cuestión de clase. Lo que soy no es lo que suele llamarse un boricua al uso, aunque, igual, viene siendo un fenómeno súper boricua, pero de forma paralela un fenómeno global. Si me piden que le de algún término a lo que soy, podría decir que soy una búsqueda constante de las estelas que me han hecho ser como soy.
La familia de mi abuelo paterno es libanesa. Hizo parte de la diáspora sirio-libanesa de principios de siglo, cuando se tambaleaba el Imperio Otomano. Se establecieron en el Viejo San Juan luego de llegar por Nueva York, junto a otros muchos familiares libaneses o que se hacían familia en el viaje. Ellos eran católicos maronitas y, según cuenta el refrán libanés, comerciantes por gracia divina. Mi abuelo libanés tenía joyería y fabricaba prendas de oro que vendía en Estados Unidos, Puerto Rico y otros países. Entre que eran católicos y su negocio de prendas, se adaptaron sin problemas y vivieron sin ningún tipo de necesidades.
Por el otro lado, mi abuela materna era nacionalista y participó de la revuelta del 50 junto a Don Pedro. Estuvo presa, perseguida y vigilada hasta los 80. Son sobrevivientes de la represión política y la marginación y, me cuesta decirlo, pero en buena parte es una familia contenedora de muchos de los traumas del siglo XX en Puerto Rico.
Si leo poesía, en buena medida es por Mamita, mi abuela materna, que me recitaba de memoria poemas de Darío, Martí, Vallejo, entre otros.
– WRS – ¿Cómo se integra vuestro trabajo creativo-investigativo a su experiencia de vida tras su paso por la Universidad de Salamanca, España? ¿Cómo integras esas experiencias de vida en su propio quehacer de escritor y docente-investigador hoy?
– JMC – Estudiar en Salamanca, así como haber vivido en Madrid, París y Nueva York y la experiencia de Chile, me abrieron los ojos al mundo y he logrado trenzar lazos con sensibilidades afines que también influyen en mis maneras de leer y escribir.
– WRS – ¿Qué diferencia observas, al transcurrir del tiempo, con la recepción del público a vuestro trabajo creativo-investigativo y a la temática del mismo? ¿Cómo ha variado?
9.2 JMC – Al principio, cuando empezaba a escribir, publicar y recitar poemas, no le prestaba mucha atención a la recepción del público. Con los años, desarrollé esa conciencia tan importante de estar pendiente a cómo el público va reaccionando a lo que presento. Lo que siempre he estado muy alerta es al proceso de encontrar una voz con la que me sienta bien y a gusto y que sea la voz que me representa y que evoque mis procesos personales y creativos.
– WRS – ¿Qué otros proyectos creativo-investigativos tienes recientes y pendientes?
10.2 JMC – Luego de la publicación del libro de Pablo de Rokha, de la muerte de mi papá y de haber pasado los desastres en Puerto Rico, estaba como en un terreno baldío. Estaba en blanco y sin saber muy bien a dónde dirigirme. Me costó mucho asimilar las montañas rusas en las que estaba encaramado y eso se reflejó en mi vida y en mis proyectos y formas de desenvolverme. Pero ya eso es época pasada. En lo académico, estoy investigando la relación personal, política y estética de Pablo de Rokha y el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros.
En lo creativo/personal, empecé el proyecto El eco de los nombres en donde quiero hacer una crónica / memoria familiar y social sobre mi familia libanesa y su adaptación cultural en Puerto Rico.
Wilkins Román Samot, Doctor de la Universidad de Salamanca, donde realizó estudios avanzados en Antropología Social y Derecho Constitucional.
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