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Escuela comunitaria y educación popular: eslabones del poder popular

Fuentes: Aporrea

Estas reflexiones que tratamos de transmitir, son parte de un acumulado histórico, producto por una parte de la construcción de sueños colectivos que cada día se acercan mas a lo palpable , como se van materializando las utopías concretas, por la otra es la reivindicación de los gritos pocos escuchados de los excluidos, cuando se […]

Estas reflexiones que tratamos de transmitir, son parte de un acumulado histórico, producto por una parte de la construcción de sueños colectivos que cada día se acercan mas a lo palpable , como se van materializando las utopías concretas, por la otra es la reivindicación de los gritos pocos escuchados de los excluidos, cuando se deciden desde las frías instituciones la elaboración de las políticas públicas, para este caso el currículo educativo nacional.

El tercer motor de la nueva etapa de la revolución, anunció el comandante presidente Chávez, es la cruzada educativa desde todos los ángulos, institucional y extra institucional. Eso si, bajo un referente común, sin anarquía, sin relajo desplegado por muy buenas intenciones que se tengan.

Estamos hablando del paso hacia un nuevo estado, que debe ser desarrollado con una nueva institucionalidad; entonces, la Educación Popular Revolucionaria no puede ser orientada sin romper el dique que ha represado la transformación educativa y que se encuentra en el poder constituido que todavía se mantiene intacto en las viejas estructuras ministeriales. El nuevo Ministerio de Educación que está demandando la revolución tiene hoy mas que nunca la palabra para trazar las líneas rectoras en esta nueva etapa.

Como comenzamos señalando, estas reflexiones han sido expuestas en varias ocasiones, en conversatorios, asambleas y en otros espacios; ellas estan referidas a como consideramos una escuela y una educación revolucionaria.

Una escuela democrática centrada en el educando y a través de una práctica pedagógica emancipadora, es una necesidad para alcanzar la libertad del hombre y de la mujer. Establecer una relación en la que el que enseña reconoce que puede aprender de aquél al que va a enseñar, es de alguna manera la mejor forma de demostrar que el conocimiento y su implementación, no es una potestad exclusiva de la escuela sistemática o formal, esto nos remite a plantearnos una primera afirmación: todas las personas implicadas en el proceso educativo, educan y a su vez son educadas.

El método fundamental para educar es el diálogo abierto, teniendo en cuenta las necesidades del individuo y su entorno, básicamente la comunidad, con toda su carga cultural que lo permea. Bajo esta concepción de intercambio o dialogo de saberes, el estudiante es visto como protagonista del proceso de aprendizaje, mientras que el profesor, profesora, maestra o maestro, actúan como facilitadores y facilitadoras, donde impere el absoluto respeto por el ser humano; el aprendizaje está en el quehacer compartido, pues enseñar no es la pura transferencia mecánica de contenidos reproducidos de texto y manuales que el profesor traslada al alumno, pasivo y dócil. La educación emancipadora problematiza y desmitifica lo meramente formal; estamos concibiendo un docente como lo señala José Luis Rebelato » eso es ser profeta: una persona que proyecta las cosas, pero que además vive las cosas», una persona involucrada con la escuela, pero además, profundamente conocedor del entorno que la rodea.

Ahora bien, estamos hablando de un tema que involucra lo pedagógico y lo administrativo en un acto integral, es decir gestión y participación popular con democracia escolar. Significa entonces desaprender unos procesos de enseñanza, tanto en el orden de la formación docente, como en la enseñanza y aplicación de procesos administrativos que hemos heredado y que subyacen o se practican abiertamente en la educación actual. Implica desde luego, romper los diques de otros paradigmas, para asumir que los espacios escolares educativos deben ceder sus instituciones y ponerlas al servicio del movimiento popular emancipatorio, trabajando al lado de las organizaciones populares, abriendo surcos de participación y concediendo el protagonismo a la gente, a fin de ofrecer e intercambiar nuevos significados formadores, liberadores y revolucionarios.

En la escuela que tenemos , pero que queremos transformar, cuando se habla o escribe sobre gestión, casi siempre se piensa en los procesos administrativos y sus formatos preestablecidos e igualmente sus parámetros de funcionamiento se refieren a eficacia (llenado de recaudos, cumplimiento de planificaciones de lapsos escolares, matriculas…), a veces ni siquiera el aprendizaje y sus métodos de transmisión y adquisición aparece como tal y las preocupaciones se centran exclusivamente en el trámite burocráticos. Sin embargo, comprender la vida de la escuela y su entorno supone un propósito bien diferente y bastante más complejo. La gestión participativa comunidad- escuela -escuela- comunidad, produce en la diversidad; la claridad y articulación de intenciones que a la vez permite la satisfacción personal de los integrantes y el logro de los propósitos manifiestos en la nueva institucionalidad.

Aún con algunos esfuerzos y orientaciones que se hacen desde la institución rectora, con publicaciones y eventos dirigidos a docentes, supervisores y directores, seguimos en gran medida confrontando situaciones de orden estructural, como dijera Gramsci «no termina de morir lo que tiene que morir y de nacer lo que tiene que nacer». Casos de directores con conductas solo administrativistas, supervisores escolares regidos por los manuales de procedimientos y normatividad oficiales, emitidos en la década de los ochenta y noventa, lo que produce una contradicción entre los nuevos enfoques pedagógicos y la practica educativa de algunos supervisores, amparados o con el supuesto pretexto de cumplir con los lineamientos de la normatividad oficial, con este enfoque la supervisión escolar tiene como propósito prioritario observar el cumplimiento de la reglamentación administrativa oficial y verificar el correcto desempeño de las labores docentes; de esta manera en la práctica el supervisor escolar se instituye como un experto, ubicado jerárquicamente en la parte superior de la estructura operativa del subsistema, supuestamente más conocedor de la problemática de las escuelas que quienes la viven propiamente. Esta posición jerárquica se manifiesta al definirlo como un agente capaz de emitir juicios de valor sobre las prácticas cotidianas de un plantel, con base en la «calidad» de formas y documentos administrativamente solicitados como requisitos.

Sin embargo en algunos espacios vienen emergiendo algunas posturas que reconocen la necesidad del cambio, más por los caminos verdes que por acogimiento institucional; lento ha sido el proceso, pero ya se admiten los cambios. Creo que se están sucediendo una enorme cantidad de experiencias que aceptan que todo está cambiando, que los momentos son otros, pero que se plantean sobre todo cambiar nuestra época también. Ya no se trata sólo de aceptar que la época cambia sino que hay que cambiar nuestra época, que hay que impulsar una tarea transformadora.

Hemos expuesto de manera sucinta algunos de los rezagos que se conservan en nuestro sistema escolar. A pesar de los esfuerzos teóricos que se han hecho para avanzar en tan compleja tarea; de todas maneras nuestro deber y compromiso es seguir insistiendo con mucho mas ahínco y tesón.

Hasta aquí hemos evidenciado el diagnóstico situacional de una realidad, pero si consecuentemente somos marxista, hay que repetir al viejo Marx » no se trata de interpretar al mundo lo que se trata es de cambiarlo»; por ello hoy mas que nunca reivindicamos los postulados del Proyecto Educativo Nacional (PEN) y lo hacemos de tal manera que vamos a cerrar estas reflexiones proponiendo retomar su metodología para lograr avanzar en la propuesta transformadora de la educación.

La educación que queremos como proceso formal, integral y permanente posee una definición y una característica para orientar la sociedad que aspiramos, en el marco de la constitución Bolivariana de la Republica de Venezuela

¿Cómo definimos la nueva gestión educativa escolar?

Proceso de descentralización desconcentrada, que fortalece y desarrolla la democracia, la autonomía y la participación protagónica de los autores educativos-comunitarios en lo político, administrativo, gerencial, pedagógico, formativo y comunitario en la escuela, poniendo con ello en práctica una nueva cultura, soberanía política y ejercicio de la democracia directa, es decir, la participación integral de los ciudadanos y las ciudadanas en los asuntos públicos desde su cotidianidad y contexto (aula, escuela y comunidad).

Esta nueva gestión esta sustentada en la promoción de cambios organizativos a través de una gerencia educativa funcional y horizontal, de acompañamiento integral que permita planificar directamente todo lo ateniente al proceso educativo, considerando la escuela como centro del quehacer comunitario, construyendo redes locales para el desarrollo endógeno, partiendo de la socialización de los procesos, las propuestas y la construcción colectiva de proyectos integrales en diferentes áreas (salud, cultura, deporte, economía, entre otros).

FUNDAMENTOS LEGALES EN QUE SE SUSTENTA

Partiendo del artículo 102 de nuestra carta de navegación la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, en el cual se señala: «La educación es un derecho humano y un deber social fundamental, es democrática, gratuita y obligatoria».

Tomando en cuenta estas características constitucionales de la educación es que surge la necesidad e importancia de construir una nueva gestión educativa, fundamentada en los principios de democracia directa, participación protagónica, corresponsabilidad, descentralización y autonomía, para la toma de decisiones colectivas en la planificación, ejecución, evaluación y control de la gestión escolar por parte de los autores del hecho educativo (niños, niñas, adolescentes, jóvenes, docentes, madres, padres, representantes, obreros, administrativos, comunidad en general).

De igual manera tenemos de la Ley Orgánica de Protección del Niño, Niña y Adolescentes la cual expresa en su artículo 55 el derecho que tienen niños, niñas y adolescentes a participar activamente en el proceso educativo, así como también lo tienen madres, padres, representantes o responsables, para tal fin se señala que el estado debe promover el ejercicio de este derecho, brindando información y formación apropiada a niños, niñas, adolescentes, así como a madres, padres, representantes o responsables.

Tomando en cuenta lo contenido en este derecho es necesario darle participación protagónica a estos autores brindándoles espacios para su formación y organización dentro de una estructura flexible y democrática como miembros activos de la comunidad escolar y comunitaria. Participando en los colectivos de formación, asambleas educativas-comunitarias, consejos educativos comunitarios, círculos de estudio, entre otros, aportando ideas, sugerencias, experiencias desde sus saberes y haceres en los debates, discusiones, toma de decisiones y formulación de propuestas de manera individual, colectiva y autónoma, generando con este tipo de gestión la articulación y coherencia de los distintos colectivos para la construcción del proyecto educativo comunitario y la formación de una nueva ciudadanía sustentada en la valoración ética del trabajo.

Aunado a esto tenemos lo contenido en el plan de desarrollo económico y social de la Nación 2001-2007, en el eje social, donde se expone lo siguiente: «Alcanzar la justicia social a través de ofrecer una educación de calidad para todos y todas a través de la inclusión y la corresponsabilidad mediante la incorporación de nuevos actores, destacando la acción comunitaria, para la formulación, ejecución y evaluación de las políticas públicas y rendición de cuentas….»

Para el logro de estos fines es necesario el desarrollo de una gestión educativa escolar compartida que propicie la formación integral del ser humano bajo los principios de convivencia, solidaridad, cooperación, unidad e integración desde el aula, la escuela y la comunidad; flexibilizando el currículo en el marco de los contextos económico, social, geográfico y cultural, así como generando organización comunitaria mediante la identificación de necesidades y demandas individuales y colectivas, en torno al propósito de construcción colectiva de planes, proyectos y programas para la ejecución, seguimiento y evaluación con la participación protagónica de la comunidad profundizando los mecanismos de contraloría social.

PRINCIPIOS EN QUE SE FUNDAMENTA

Solidaridad: basado en el compartir ideas, intereses y necesidades de una manera colectiva superando las conductas egoístas e individualistas en cuanto a lo educativo, pedagógico, gerencial y comunitario.

Cooperación: generando la colaboración en el trabajo para su realización en equipo, delegando funciones, asumiendo compromisos de acuerdo a las necesidades y realidad circundante.

Participación: mediante el ejercicio de la ciudadanía, interviniendo activamente en la planificación, ejecución, evaluación y control de las políticas educativas en los diferentes espacios: el aula, la escuela y la comunidad.

Protagonismo: ejercido mediante el liderazgo individual y colectivo como autores activos en los debates, discusiones, intercambio de experiencias y construcción de conocimientos relacionados con la organización, comunicación, investigación y formación, donde todos y todas son responsables y aprenden ejerciendo la soberanía cognitiva.

Corresponsabilidad: basada en la relación familia-escuela-comunidad, para el funcionamiento escolar y de gobernabilidad autónoma, humanista y sostenible reflejada en el compartir de responsabilidades en cuanto al funcionamiento escolar en los aspectos relacionados con la administración, organización, currículo, cuido y mantenimiento de la planta física y la gerencia compartida, horizontal, de participación y con sentido de pertenencia.

Autogestión: sustentada en la capacidad de definir qué queremos y cómo hacerlo de manera colectiva y organizada que traiga beneficios a todos y todas de una manera justa, equitativa y productiva con la participación articulada estado-familia-sociedad-comunidad, para el bien común.

Autonomía: basada en la toma de decisiones individuales y colectivas de manera consensuada surgida del diálogo, el debate, la reflexión, el intercambio y la puesta en común de lo que mejor nos conviene a todos y todas.

Las principales características que debe tener la educación que profesamos son:

  • Articulación a múltiples procesos de trabajos, comenzando con la recuperación de las relaciones cooperativistas
  • Se debe conectar las experiencias organizativas de base donde se ejerce directamente la democracia en una diversidad de modalidades organizativa: comité de tierra, comité de salud, juntas comunales, consejo comunales, entre otros.
  • El espacio escolar contribuye a la formación de la cultura participativa siendo en tal sentido un eslabón del poder popular.
  • La escuela comunitaria contribuye a la lucha contra la exclusión al darle acogida a su seno a los sectores vulnerables, fomenta la calidad de vida al asociarse a proyectos alternativos de salud, deporte y recreación.
  • La escuela que proponemos es una célula de construcción de la identidad nacional porque al recuperar colectivamente su historia descubre y preserva raíces, tradiciones y lucha nacionales enmacipadoras.

Las claves para alcanzar metodológicamente estos cambios son:

  • Elaboración colectiva de propuestas en función del cambio en las practicas pedagógicas.
  • Participación de la comunidad en la gestión escolar en donde la escuela es el centro del quehacer comunitario.
  • Promover el acompañamiento y seguimiento de planes y programas, impulsando la participación comunitaria en la gestión escolar.
  • Planificar democráticamente todo lo atinente al proceso educativo.
  • Se debe plantear una gestión mas cerca a la comunidad a fin de hacer viable la gobernabilidad.