En un informe previo de CELAG, se discutió la efectividad de los incentivos tributarios en América Latina después de más de 50 años de vigencia.[1] Como es usual en la disciplina económica, los estudios académicos de corte neoclásico siempre dan validez y credibilidad a las políticas en favor del capital: encuentran que los incentivos tributarios […]
En un informe previo de CELAG, se discutió la efectividad de los incentivos tributarios en América Latina después de más de 50 años de vigencia.[1] Como es usual en la disciplina económica, los estudios académicos de corte neoclásico siempre dan validez y credibilidad a las políticas en favor del capital: encuentran que los incentivos tributarios inducen una entrada de capitales a los países. Por el contrario, algunos organismos internacionales (FMI y BID), estudios académicos más críticos y una serie de encuestas a empresarios, rechazan la efectividad de los incentivos tributarios para estimular la inversión en la región, dejando en tela de duda los resultados econométricos entre países que, como se sabe, padecen serios problemas de endogeneidad, causalidad inversa e híper simplificación de las variables de resultados.
Al profundizar en las relaciones subyacentes no capturadas por la econometría, varios estudios documentan como los incentivos no son el principal determinante para que se produzca la inversión. Por el contrario, la estabilidad macroeconómica, una mano de obra calificada o una buena infraestructura, son factores determinantes a la hora de definir dónde invertir. A su vez, los propios empresarios en América Latina señalan que los mayores obstáculos para el desarrollo de las empresas están en la inestabilidad política, las prácticas anticompetitivas, el poco acceso a crédito y la corrupción.