Concentración de los medios de comunicación en manos de pocas familias interfiere en las noticias sobre la operación
(Créditos: Carlos Latuff; Fuente: Brasil de Fato)
El artículo «Consideraciones sobre la mani pulite«, escrito por Sergio Moro en 2004, es un elogio a la operación Manos Limpias, investigación judicial que aconteció en Italia en la década de 1990. Principal inspiración de la Lava Jato, la Manos Limpias tuvo un resultado desastroso bajo los puntos de vista político y económico: Italia tiene uno de los índices de corrupción más altos de Europa y el PIB es prácticamente el mismo de 12 años atrás. En aquel texto, el juez del estado de Paraná afirmaba que los medios tuvieron un papel decisivo durante la operación: «minar» la imagen de los reos frente a la opinión pública, deslegitimando los argumentos de la defensa.
«La investigación de mani pulite [Manos Limpias] filtraba como una coladera. Tan pronto alguien era apresado, detalles de su confesión eran publicados por L’Expresso, La Republica y otros periódicos y revistas simpatizantes», describe Moro en la tercera página del artículo. «Las filtraciones sirvieron a un propósito útil. El constante flujo de revelaciones mantuvo el interés del público elevado y a los líderes partidarios a la defensiva. (…) El proceso de deslegitimación fue esencial para la propia continuidad de la operación mani pulite«.
Ojos abiertos
A ejemplo de lo que Sergio Moro constató sobre la operación Manos Limpias, la prensa brasileña también contribuyó para el avance de la operación Lava Jato. Al alimentar rumores sin la debida verificación, promover filtraciones selectivas y «condenar» los reos antes incluso de la sentencia judicial, la cobertura periodística brasileña ha sido un plato lleno para investigadores especializados en ética periodística.
Profesora del Departamento de Comunicación Social de la Universidad Federal Fluminense (UFF) jubilada en 2016, Sylvia Moretzsohn estudia las relaciones entre la ética y los dilemas del periodismo. Según ella, es natural que los intereses de las empresas de comunicación interfieran en las coberturas, pero los periódicos deberían preservar el sentido crítico y la verificación rigurosa de las informaciones.
«El periodismo no se justifica si no defiende causas. El problema es como las defiende, si es panfletario o no. Es preciso conciliar eso con una postura rigurosa en la investigación, en la divulgación, y no es eso lo que estamos viendo», analiza la investigadora. «Los medios pasaron a reproducir la idea de que ‘nunca se robó tanto’ como en los gobiernos PT. Y la intención fue clara: derrocar el gobierno [Dilma] y hacer un acuerdo a favor de intereses [económicos] que estaban siendo dócilmente contrariados», completa.
Superficialidad
Cuestionada sobre la cobertura de la Lava Jato después del golpe de 2016, Moretzsohn afirma que la «fórmula» es la misma desde 2005, cuando surgió el caso Mensalão [Mesada]. «Es a partir de ahí que la cosa comienza a degenerarse de manera escandalosa: la espectacularización de la Justicia, la preeminencia del Poder Judicial como actor político», critica. «El Mensalão ya tiene la figura del juez ‘salvador de la patria’, que fue Joaquim Barbosa, pero la Lava Jato radicaliza eso, principalmente debido al juez de primera instancia, que más de una vez optó por condenar sin pruebas -como en el caso de [José] Dirceu. Él [Moro] está siguiendo rigurosamente el script que describió en el artículo en 2004, de usar los medios a favor de la operación».
En medio del «fla-flu» [referencia al clásico del fútbol Flamengo vs. Fluminense] ideológico, la investigadora lamenta que el periodismo brasileño apenas refuerce el sentido común, apostando por columnistas políticos que asocian la operación Lava Jato a una lucha «del bien contra el mal» – que supuestamente llevaría al fin de la corrupción. «La responsabilidad de cualquier periódico que no sea fascista es no dar espacio a esas voces superficiales, que sólo reproducen odio», añade la investigadora. «El respeto a la ética es importante, pero no tenemos un consejo de ética con poder efectivo. Seria interesante si hubiese una legislación de prensa que garantizase la libertad y castigase gravemente esas prácticas, que se acumulan en nuestra historia reciente».
El Observatorio de Ética Periodística (ObjETHOS), vinculado al Departamento de Periodismo de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC), posee un equipo de veinte investigadores, responsables por publicar dossiers, artículos y comentarios semanales sobre la cobertura de la prensa brasileña e internacional. La operación Lava Jato es un tema recurrente en el portal del Observatorio, justamente por ocupar la mayor parte de las noticias políticas del país desde 2015.
Uno de los profesores responsables por ObjETHOS, Rogerio Christofoletti afirma que los periódicos brasileños están «perdidos» en la cobertura de la Lava Jato. «El tiempo de los medios es diferente del tiempo del Poder Judicial. El chequeo de los hechos, de las informaciones, es algo que atrasa la publicación. Pero esa es la función del periodismo», resalta. «Los medios precisan cuestionar lo que son pruebas y lo que son indicios, precisan cuestionar el porqué de todas esas filtraciones».
Se publica antes de verificar
La credibilidad de un periódico se construye con rigor en la investigación de la información. En el «espectáculo» Lava Jato, ese principio parece haber sido dejado de lado: lo que importa es publicar antes que la competencia.
No hay crÍtica a los métodos
Los medios comerciales hicieron oposición al gobierno Dilma y la Lava Jato colaboró para desestabilizarlo. En ese juego de intereses, el espacio para la crÍtica a los abusos cometidos por la operación es restringido.
Se condena antes del juicio
Periódicos y revistas tienen apuro para condenar a los investigados en la Lava Jato «porque eso es lo que vende». En vez de titulares periodísticos, publican sentencias basadas en sus líneas editoriales.
Falta transparencia
Empresas de comunicación asumen un lado y defienden una causa, conforme sus intereses en cada coyuntura, sin dejar nunca de intentar convencer al público de la neutralidad de sus noticias políticas.
Se confunden los papeles
Juez y reo no son adversarios en una investigación. Si un juez asume un papel que no le cabe, la prensa debe advertir los riesgos de ese desvío de su función, en vez de reproducir la lógica confrontacional.
El día 11 de mayo, Christofoletti publicó un texto crítico a la cobertura del periódico paranaense Gazeta do Povo sobre la declaración del ex presidente Lula (PT) en Curitiba. Dos días antes de Moro recibir a Lula [del Partido de los Trabajadores – PT] en la sede de la Justicia Federal, el periódico había llamado la atención sobre la importancia del evento que estaba por venir; en la edición vespertina, sin embargo, la portada anunciaba que era «mucho ruido por (casi) nada». «Es mucho cinismo de la prensa!», describe el investigador en el título del artículo.
Las revistas semanales de circulación nacional también patinaron en aquella cobertura, según Christofoletti, estampando en la portada un supuesto duelo entre Sergio Moro y el ex presidente. La analogía es incorrecta porque juez y reo no son adversarios en un tribunal. «No puedo creer que una revista como Veja desconozca la función de un juez en un proceso. Incluso así, ellos reproducen esa lógica confrontacional porque es algo que llama la atención del público», analiza. «Problemas técnicos muchas veces son, también, desvíos éticos».
Sylvia Moretzsohn comparte esa interpretación y reafirma que, desde 2005, los medios brasileños han violado principios básicos del periodismo, como la verificación de las informaciones antes de la publicación de un titular: «Los títulos son desmentidos por el propio texto. Y eso no es sólo error de revisión», concuerda. Para Christofoletti, «la caída de Dilma y la Lava Jato son cuestiones coyunturales, pero el problema del periodismo brasileño es estructural: los medios brasileños están oligopolizados [en manos de pocas personas]».
El investigador de ObjETHOS explica que seis familias son dueñas de la mayor parte de las empresas de comunicación del país, cuyos vínculos políticos y económicos no siempre son evidentes para el público: «Los medios de comunicación son actores políticos. Si no nos olvidamos de eso, será bueno para la democracia, bueno para el periodismo, y bueno para el público». Al final, los intereses de las empresas que apoyan la Lava Jato no siempre coinciden con el interés de la mayoría de la población: «Nosotros no podemos olvidar que, en Italia, uno de los resultados de la operación Manos Limpias fue [el ex primer ministro Silvio] Berlusconi, que, además de la cuestión del autoritarismo y de la corrupción, tenía una relación muy próxima con los medios corporativos».
Paralelamente a un proceso de democratización de la propiedad de los medios de comunicación en Brasil, Christofoletti apuesta por la transparencia como compromiso ético: «El lector necesita cuál es la posición del periódico, cuáles intereses están juego en una cobertura, saber donde se está pisando. Pero los medios brasileños tienen dificultad de abandonar el discurso de la excepción, incluso aunque en la práctica las cosas se muestran bien diferentes, como en el caso de la Lava Jato».
Seis años de oposición
En marzo de 2010, en la sede de la FECOMERCIO, la entonces directora-superintendente de la empresa Folha da Manhã S.A. -que edita el periódico Folha de São Paulo-, Maria Judith de Brito, declaró: «En la situación actual, en que los partidos de oposición están muy débiles, nos cabe a nosotros los periódicos ejercer el papel de los partidos». Maria Judith de Brito presidía, en la ocasión, la Asociación Nacional de Periódicos (ANJ por sus siglas en portugués). Seis años después, Dilma Rousseff (PT) sufrió un golpe de Estado legitimado por los medios comerciales.
La investigadora Sylvia Moretzsohn interpreta la declaración de marzo de 2010 como una síntesis de los desvíos éticos cometidos por los periódicos brasileños en los últimos años. «Eso es realmente escandaloso, porque los periódicos asumen a través de su portavoz máxima que están haciendo oposición», afirma Moretzsohn. «No están fiscalizando los tres poderes, como seria hasta deseable dentro del concepto de ‘cuarto poder’, para impedir abusos, sino que se colocan en la lucha política como un partido», completa. «Y hacer oposición es muy diferente de hacer crítica».
Traducción: Pilar Troya, para Brasil de Fato