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Esquizofrenia comercial china

Fuentes: IPS

China se identifica con el Sur en desarrollo, pero comparte el deseo del Norte industrial de ampliar la liberalización comercial. En esa doble y paradojal identidad, se propone comenzar a jugar fuerte en las negociaciones de la OMC. Los negociadores comerciales de Estados Unidos son críticos de la actitud distante de Beijing hacia las conferencia […]

China se identifica con el Sur en desarrollo, pero comparte el deseo del Norte industrial de ampliar la liberalización comercial. En esa doble y paradojal identidad, se propone comenzar a jugar fuerte en las negociaciones de la OMC.

Los negociadores comerciales de Estados Unidos son críticos de la actitud distante de Beijing hacia las conferencia ministerial de la OMC (Organización Mundial del Comercio), que se celebrará en la ciudad china de Hong Kong del 13 al 18 de este mes.

«Creo que China, importante jugadora y beneficiaria del sistema mundial de comercio, tiene la responsabilidad de estar más comprometida en las conversaciones», dijo el representante de Comercio de Estados Unidos, Rob Portman, cuando visitó Beijing el mes pasado.

Es que China permaneció en la periferia del gran debate sobre aranceles y subsidios agrícolas que enfrentó a los países industrializados con el mundo en desarrollo.

El presidente chino Hu Jintao se unió el mes pasado en Besan, Corea del Sur, a sus pares del foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en el reclamo de avances en las negociaciones comerciales de la OMC, bloqueadas por diferencias sobre agricultura.

Pero pocos días antes de que los ministros de Comercio de 148 países converjan en Hong Kong, China mantiene silencio sobre la posición que defenderá en las deliberaciones.

Las naciones pobres quieren ampliar sus exportaciones agrícolas mediante la reducción de los aranceles y subsidios a la producción de los países más ricos, los que, a su vez, están interesados en abrir más mercados para sus manufacturas y servicios.

China ingresó en la OMC solo en 2001, pero la falta de experiencia no explica su silencio, más atribuible a su controvertida posición como exportador más competitivo del planeta.

Al mismo tiempo, los negociadores chinos tratan de convencer a sus pares que sus crecientes exportaciones de textiles y acero, entre otros productos, representan un desafío pero no una amenaza para el mercado mundial.

Con 800 de sus 1.300 millones de habitantes radicados en zonas rurales, China aboga por el levantamiento de los subsidios agrícolas –al igual que todo el mundo en desarrollo–, pero su prioridad es abrir puertas para facilitar sus exportaciones industriales.

La agricultura representa apenas cuatro por ciento de las exportaciones chinas. No es mucho, en comparación con India (13 por ciento) y Brasil (17 por ciento).

Mientras, las exportaciones industriales se han transformado en un importante motor de crecimiento económico chino, al influjo de una campaña agresiva por nuevos mercados.

«China apoya el libre comercio», dijo el investigador Ren Yifeng, de la Sociedad China para Estudios de la OMC. «En los últimos 20 años de reformas económicas y apertura, el país se benefició enormemente de la liberalización comercial. Hoy, el comercio exterior es muy importante para China».

Pero el aparato exportador chino es acusado de numerosos males, entre ellos de alentar el desempleo en la industria estadounidense. Legisladores presionan al gobierno de George W. Bush para que condene las políticas económicas de Beijing.

Según los legisladores, China es un depredador comercial cuyo tipo de cambio fijo es tan artificialmente débil que impide competir a las empresas estadounidenses.

En efecto, China ha sido la acusada en 386 de las 2.500 investigaciones antidumping iniciadas entre 1995, año de fundación de la OMC, y 2004. Y fue sancionada en 272 casos.

El «dumping» (competencia desleal de precios) consiste en la venta de un producto a valores sustancialmente por debajo de su costo de producción, lo que lleva a la ruina a los fabricantes del país importador.

China alega ser víctima del proteccionismo. Cuando se unió a la OMC en 2001, acordó ser tratada hasta 2015 como «economía de no mercado», una concesión de Washington para facilitar el ingreso. A su vez, Estados Unidos obtuvo salvaguardas especiales ante importaciones chinas a las que considere perjudiciales para su mercado.

Pero con la andanada de acusaciones de Estados Unidos y la Unión Europea (UE) contra China, por exportaciones que van desde las de textiles hasta las de acero, el país asiático advirtió que su condición de economía de no mercado ha sido explotada para imponerle fácilmente sanciones antidumping.

Cuando un miembro de la OMC intenta determinar el precio normal de una exportación de una economía de no mercado, se le permite usar los precios de un tercer país como referencia.

Si el precio de la exportación china es más bajo que el del país de referencia, se infiere que China incurre en dumping.

Pero dado el bajo precio de las exportaciones chinas, las investigaciones suelen concluir que existe dumping. Beijing insiste en que si se aplicaran los valores del mercado interno, ganaría la mayoría de las demandas.

En los últimos años, el gobierno chino negoció acuerdos bilaterales con naciones como Brasil, Malasia, Nueva Zelandia y Singapur, que le concedieron el estatus de economía de mercado.

Pero China sigue siendo vulnerable a las acusaciones antidumping de Estados Unidos y la UE, sus principales socios comerciales. Expertos aseguran que, de ese modo, las reglas de la OMC son usadas por el Norte rico para impedir que se convierta en una nueva potencia mundial.

«Los países industriales incurren en doble discurso en asuntos económicos y aplican sus teorías de ‘soberanía superior de integración económica’ para forzar a las naciones débiles a conceder sus privilegios», escribió Pang Zhongying, profesor de relaciones internacionales y comercio en la Universidad de Tianjin Nankai, en el Diario de China.

«La disputa sobre la soberanía económica es esencialmente una lucha por el poder escondida en el escenario mundial. En el actual contexto de ‘apertura económica’, las influencias del exterior sobre naciones individuales se distribuyen de modo desequilibrado», concluyó Pang.

En esas circunstancias, China es comprensiblemente propensa a aventar las preocupaciones internacionales sobre su creciente volumen de exportaciones e intenta evitar acusaciones de dumping.

En la reunión de la APEC el mes pasado, el presidente Hu abogó por que la creciente economía de su país fuera percibida como una oportunidad más que como una amenaza para el mundo.

«El desarrollo de China no se interpondrá en el camino de nadie, ni planteará una amenaza para nadie», dijo Hu a ejecutivos empresariales en Busan.

Si China genera superávit comercial con socios importantes como Estados Unidos y la UE, llevando a la adopción de más medidas proteccionistas, es probable que se muestre como una ferviente defensora del libre comercio internacional.

Todavía hay considerable ansiedad entre los países industriales en torno a una firme alineación de China con el mundo en desarrollo, como ocurrió en 2003 en la enconada conferencia ministerial de la OMC en Cancún, México

Esa preocupación se origina en discursos del presidente Hu, según los cuales la prioridad es el combate a la pobreza y la redistribución de la riqueza, en beneficio de los productores agrícolas chinos.

Aumentar los ingresos en las zonas rurales de China, económicamente deprimidas, se ha vuelto una prioridad para el actual gobierno. Un aumento de las exportaciones agrícolas podría ayudar a lograr esta meta.

Sin embargo, será difícil si los países ricos continúan imponiendo restricciones a las importaciones agrícolas.

China ya tuvo disputas con Japón, Corea del Sur y la UE por los límites a las exportaciones agrícolas, pero nuevos requisitos ambientales más estrictos podrían desatar nuevos conflictos comerciales en los próximos años.

De todos modos, expertos de China descartan la posibilidad de que políticas internas influyan sobre la posición de Beijing en las conversaciones de la OMC.

«Estamos en un proceso de construir una ‘sociedad armoniosa’, lo que significa equilibrar el dispar crecimiento económico del país. Pero es mucho más probable que este proceso sea ayudado por la facilitación del libre comercio que por su colapso», afirmó Ren Yifeng