Traducido por Paloma Valverde
En octubre, como parte de los intentos actuales estadounidenses de aislar y sancionar a Irán, el gobierno de Bush anunció sanciones contra varios bancos, empresas e individuos iraníes ligados al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Iraní (IRGC, por sus siglas en inglés) y a su unidad de operaciones especiales, la Fuerza al-Quds (Jerusalén), debido a su «apoyo al terrorismo». La Casa Blanca puso en marcha un intento global para persuadir a otros países de no hacer negocios con los organismos mencionados, entre ellos el Banco Melli, de Irán: «El Banco Melli presta servicios bancarios al IRGC y a la Fuerza al-Quds -afirma el Departamento del Tesoro-. […] Las entidades que poseen o controlan el IRGC o la fuerza al-Quds utilizan el Banco Melli para obtener múltiples servicios financieros».
Entre los documentos del Departamento de Estado y del Tesoro recopilados para apoyar las sanciones -que pasaron inadvertidos para los medios de comunicación- está semioculta la dirección de una sucursal del Banco Melli en un país ocupado por las tropas estadounidenses: «Lugar: Nº 111-27, Alley District 929, Arasat St., Bagdad, Iraq».
Que un banco, del que EEUU afirma que favorece el terrorismo, opere libremente en el corazón de la capital iraquí es, como mínimo, irónico, dada la práctica declaración de guerra del gobierno de Bush contra la implicación de Irán en Iraq. Dando por sentadas las pruebas de que Irán provee armas, dinero, ayuda logística y entrenamiento a las milicias shiíes y a la resistencia iraquí, algunos halcones del gobierno de Washington, entre ellos el vicepresidente Cheney han señalado que las fuerzas estadounidenses en Iraq podrían atacar las líneas de abastecimiento, los campos de entrenamiento y los depósitos de armas a lo largo de la frontera iraní, incluso a riesgo de hacer estallar una guerra total.
Sin embargo y a pesar del público y amenazador ruido de botas contra Irán, EEUU ha pasado la mayor parte de los últimos cinco años intentando una alianza de facto con Irán en apoyo de un régimen liderado por shiíes (e instalado por EEUU) en Bagdad. El componente más poderoso de dicho régimen, el Consejo Supremo Islámico en Iraq [1] y su disciplinada milicia, la Organización Badr, es también el aliado iraquí más cercano a Irán. Aprovechando el vacío de poder creado por EEUU tras la destrucción del gobierno de Sadam Husein, Teherán instauró una vasta presencia en Iraq, tanto manifiesta como encubierta, con una enorme influencia entre casi todos los partidos shiíes y kurdos de su vecino occidental. «La ocupación militar estadounidense de Iraq ha permitido la ocupación política iraní de Iraq», afirma Chas Freeman, antiguo embajador de EEUU en Arabia Saudí.
Como resultado, en el Iraq de 2008 hay dos paradojas [2]. La primera de ellas, llamativa e irónica a la vez, es que la decisión de Washington de derrocar el gobierno de Sadam Husein ha puesto en su lugar a una elite gobernante que está mucho más cerca de Irán que de EEUU. Como resultado, los ayatolás de Teherán han dado jaque mate (expresión derivada del persa shah mat, «el rey ha muerto») a los intentos estadounidenses de instalar en Bagdad un régimen favorable a los estadounidenses y dócil como los intereses de Washington en el petrolífero Golfo Pérsico. Ahora, en el complejo tablero de ajedrez iraquí se está jugando el conflicto de poderes entre EEUU e Irán. Según el curso que tomen las relaciones irano-estadounidenses durante lo que queda del mandato de Bush y el comienzo del nuevo gobierno de Washington, Teherán tiene dos opciones: si las relaciones entre ambos países mejoran, Teherán puede intentar -al menos a corto plazo- negociar un acuerdo con EEUU para estabilizar Iraq, siempre que fortalezca el gobierno liderado por shiíes, de tal manera que se acomode a los intereses regionales iraníes. Si las relaciones con EEUU empeoran, Irán puede utilizar a sus aliados y a sus agentes en Iraq para terminar con la «relativa calma» actual y hundir Iraq en una guerra civil absoluta.
La segunda paradoja es que, a pesar de la enorme influencia de Irán en Iraq, la mayoría de los shiíes iraquíes no son proiraníes. Al contrario, bajo la alianza que gobierna Bagdad, en Iraq hay una feroz corriente nacionalista árabe que se opone tanto a la ocupación estadounidense como al apoyo iraní a los partidos religiosos en Iraq. En los últimos meses, este nacionalismo ha empezado a expresarse de diferentes formas, desde el ferviente apoyo general al victorioso equipo nacional de fútbol el pasado verano hasta la rabia furibunda que provocaron el intento de privatizar la industria del petróleo iraquí o los tiroteos contra civiles de la empresa de seguridad Blackwater en una rotonda de Bagdad, pasando por la insinuación de que Washington podría dividir Iraq en tres mini Estados. Además, muchos shiíes iraquíes, al igual que los sunníes, albergan agrios sentimientos contra su vecino persa desde la sangrienta guerra de 1980-1988, que dejó cientos de miles de muertos iraquíes. «El nacionalismo iraquí es una realidad y su posición más general suele ser la hostilidad hacia Irán -afirma Freeman-. […] El fin de la ocupación estadounidense de Iraq como fuente de dicho nacionalismo conducirá casi con seguridad a una renovación del nacionalismo frente a Irán».
Mientras tanto, Irán compite con EEUU por intervenir en Iraq; las miras de Teherán van más allá del Consejo Supremo Islámico en Iraq y para ello está acumulando una impresionante cartera de acciones políticas, económicas, religiosas y militares en Iraq. El incremento del comercio entre ambos países es constante, y eso incluye el mercado negro a través de la frontera común; además, el gobierno iraní y sus entidades estatales han hecho inversiones importantes, han concedido préstamos a empresas iraquíes y han reconstruido ciudades sagradas shiíes. Entre Qom (Irán) y Nayaf (Iraq) existen lazos histórico-religiosos y decenas de miles de peregrinos -entre ellos, sin duda, más de unos cuantos agentes de la inteligencia iraní- cruzan la frontera todos los meses.
«Los iraníes están invirtiendo en prácticamente todas las facciones existentes, y ello para estar seguros de que una vez que las aguas vuelvan a su cauce, quienquiera que tenga el control de Iraq esté en deuda hasta cierto punto con Irán», ha aseverado Trita Parsi, autora de Treacherous Alliance: The Secret Dealings of Israel, Iran and the U.S (Alianza peligrosa: los acuerdos secretos de Israel, Irán y EEUU). Y Kenneth Pollack, de la Institución Brookings, añade: «[…] Irán está apostando a todos los números de la ruleta».
¿A quien pertenecerá al-Mliki?
La influencia de Irán en Iraq comienza por el Consejo Supremo Islámico en Iraq (CSII) y su brazo armado, las milicias Organización Badr. Rebautizado en 2007 como Consejo Islámico de Iraq, opera como una maquinaria político-militar bien engrasada: es la piedra angular del gobierno del primer ministro Nuri Kamal al-Maliki, domina buena parte del ejército y de la policía, controla la ciudad sagrada de Nayaf y ostenta el gobierno y los consejos políticos de la mayoría de las provincias del sur de Iraq.
Antes, durante y después de la invasión estadounidense de Iraq, los lazos del CSRII eran bien conocidos por los oficiales estadounidenses. Pero el gobierno de Bush -que se basó en el criterio de Ahmad Chalabi, líder exiliado del Congreso Nacional Iraquí y neoconservador de pro, según el cual el tras la invasión Iraq sería una democracia laica que daría la bienvenida a las fuerzas estadounidenses- decidió ignorar la conexión iraní.
Creado en 1982 por la inteligencia iraní al inicio de la guerra irano-iraquí, el CSRII estuvo liderado por dos hermanos, Mohammed Baqr al-Hakim y Abdel-Aziz al-Hakim, este último el actual dirigente del CSII. La creación del CSRII por parte de los hermanos Hakim fue supervisada por Ali Jameini, el entonces presidente de Irán y ahora su máximo dirigente espiritual. Los hermanos al-Hakim reclutaron a la fuerza a prisioneros de guerra iraquíes de los campos de internamiento en Irán para crear la Organización Badr, controlada por el ejército y los servicios de inteligencia iraníes y conocida con el nombre de Noveno Cuerpo Badr [de la Guardia Revolucionaria de Irán].
Tras la invasión estadounidense de Iraq en 2003, en medio del caos y del saqueo que siguió al derrocamiento del régimen de Sadam, el aún por entonces Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq y las milicias Badr cruzaron la frontera iraní para penetrar en Iraq. «No existía control fronterizo -afirma Wayne White, quien en 2003 dirigía el grupo de la Oficina de Inteligencia e Investigación del Departamento de Estado-. […] Los iraníes simplemente cruzaban al otro lado; iban en convoyes, decenas de camiones a la vez.» Ali Allaui, el ministro de Defensa iraquí de la posguerra y autor de The Occupation of Iraq (La ocupación de Iraq) escribió: «Unos 10.000 combatientes de Badr, entrenados y disciplinados, entraron en Iraq, unos desarmados y otros con armas ligeras, y se reagruparon en varias ciudades y localidades para formar el brazo armado del CSRII». Otras fuentes indican que su número fue mucho más elevado. Fuertemente financiados por Irán, en pocos días el CSRII y el Badr instalaron a sus dirigentes en los puestos adecuados en Baquba, Kut y otros lugares claves del sur. Recelosos de Irán, pero con pocas alternativas frente a los enturbantados dirigentes del CSRII y del Badr, las autoridades de la ocupación anglo-estadounidense situaron a los dirigentes del partido en los puestos más altos. Desde el principio, el Consejo de Gobierno Iraquí, elegido por EEUU a partir de 2003, designó a Abdel Aziz al-Hakim para una sucesión de puestos dirigentes clave; altos dirigentes del CSRII fueron instalados en varios ministerios, en la nueva policía y en el nuevo ejército [la Guardia Nacional]. En el sur dominado por la [rama del Islám] Shía, los responsables del CSRII fueron designados para gobernar las provincias, ciudades y pueblos. EEUU y Reino Unido los consideraron sus aliados naturales en la lucha contra lo que quedaba del partido Baaz y contra la creciente resistencia sunní, que precisamente eran las fuerzas también consideradas por Irán como sus más mortíferos enemigos.
Literalmente en masa, los mandos de Badr fueron reclutaron para la policía y el ejército iraquíes que estaban siendo montados por EEUU. Según Raed Jarrar, el asesor iraquí de la ONG American Friends Service Committee [3], los mandos del Badr conservaron su rango al pasar a formar parte de las fuerzas de seguridad iraquíes. Desde 2003 hasta el día de hoy, una parte especialmente repulsiva del trabajo del Badr en Iraq han sido las actividades de los escuadrones de la muerte. Con frecuencia, tales unidades han estado dirigidas desde el Ministerio del Interior iraquí, cuyo cuerpo de policía, controlado por la Organización Badr, ha sido acusado del asesinato de cientos de oficiales del anterior gobierno, oficiales de inteligencia, ex militares y profesionales civiles, según los ampliamente difundidos informes de la prensa. Mahan Abedin, director de investigaciones del Centro para el Estudio del Terrorismo en Londres, afirma: «En el verano de 2003 me dijeron en Teherán que el cambio de régimen en Bagdad había permitido a la inteligencia iraní identificar a todas y cada una de las personas que habían trabajado en la sección iraní del servicio de inteligencia iraquí -y añade-: […] Eran capaces de obtener toda la información posible sobre una persona, sus movimientos, sus contactos, el número de teléfono de su móvil. Recopilaban toda la información». Todos ellos fueron exterminados «en una guerra secreta», afirma Abedin.
«Tras la caída de Sadam, EEUU estuvo buscando agentes iraquíes de inteligencia cuyo objetivo fuera Irán» -afirma Judith Yaphe, ex agente de la CIA especialista en Iraq-. […] A ningún iraní o pro-iraní le gustarían esos chicos, ¿verdad? Nosotros queríamos utilizarlos e Irán quería desembarazarse de ellos y para lograrlo sólo hay una forma». Preocupados por impedir que EEUU hiciera causa común con dichos agentes, Teherán utilizó la fuerza para deshacerse de ellos.
Las pruebas de una implicación iraní directa con el CSRII, ligado a los escuadrones de la muerte, son difíciles de eludir. Desde luego, las relaciones entre el CSRII y la Guardia Revolucionaria de Irán siguen vigentes. En diciembre de 2006, dos líderes de las fuerzas secretas al-Quds de la Guardia Revolucionaria fueron asaltados por fuerzas estadounidenses en Bagdad dentro en una de las viviendas de Abdel Aziz al-Hakim, en la casa de Hadi al-Ameri, responsable del CSII y jefe de las milicias Badr. Además, dirigentes militares estadounidenses en Iraq han reconocido las conexiones iraníes con el CSII. «Creo que todos somos muy conscientes de las potenciales relaciones que existen», afirmó un experto militar estadounidense en Bagdad, quien sin embargo añadió que mientras las milicias Badr no disparen a los estadounidenses, sus relaciones con Irán se tolerarían.
EEUU también ha mostrado su predisposición a tolerar el récord de espantosos crímenes del CSII, lo que incluye asesinatos extrajudiciales, tortura y cárceles ilegales. «Según se ha dicho, EEUU tiene pruebas que implican a miembros del CSII en las actividades de los escuadrones de la muerte, pero han sido remisos a utilizarlas», según un informe del Grupo Internacional de Crisis en noviembre de 2007, en el que se citaban fuentes militares estadounidenses.
La guerra interna shií
En especial durante los tres últimos años gran parte de la mortífera actividad del CSII ha ido dirigida contra la corriente de Moqtada as-Sáder y su poderosa milicia, el Ejército del Mahdi o Jaish al-Mahdi (JAM). Desde los barrios de Bagdad hasta Najaf y Kárbala, pasando por Diwaniya, Amarah y Basora, el CSII ha estado implicado en un sangriento enfrentamiento con el JAM, su mayor rival entre la población iraquí shií. En la lucha del Badr contra as-Sáder, EEUU ha apoyado inequívocamente al CSII. Joost Hilgerman, del Grupo Internacional de Crisis, afirma que «El verdadero combate a largo plazo es entre el CSII y los saderistas», y continúa: «en esta pugna los estadounidenses han elegido, de hecho, dar su apoyo al CSII». Al actuar así, han escogido posicionarse junto a un partido pro-iraní contra un movimiento que es, pese a sus también sólidas relaciones con Irán, más independiente de Teherán que el CSII. Paradójicamente, esto empujó a as-Sáder a acercarse más a Irán.
La rivalidad entre el Badr y as-Sáder se ha intensificado por el hecho de que tanto as-Sáder como al-Hakim son descendientes de una antigua familia de clérigos iraquíes. Cuando los Hakim huyeron de Iraq, durante la época de Sadam Husein, se establecieron en Irán, mientras que los as-Sáder se quedaron en Iraq. Debido a que el CSII de al-Hakim está financiado por Teherán, la mayoría de los iraquíes lo miran con recelo, mientras que el movimiento de as-Sáder, menos organizado, tiene raíces mucho más profundas en Iraq (construyó mezquita tras mezquita antes, durante y después de la invasión estadounidense). Sus áreas de influencia también son diferentes. Al establecer una clara separación de clases, al-Hakim representa a la elite urbana y a la clase comercial y económica entre los shiíes; el liderazgo de su partido tiene mucho más en común con los hombres de negocios, comerciantes y mercaderes, columna vertebral de la clase dirigente en Irán. As-Sáder, por su parte, mantiene una lealtad inquebrantable hacia los marginados y las clases más desfavorecidas shiíes en Iraq y se ha ganado el apoyo de antiguos baazistas shiíes y de nacionalistas árabes que no tenían a dónde ir tras el derrocamiento de Sadam Husein.
A pesar de que la alianza táctica entre EEUU y el CSII funciona desde 2003, la campaña conjunta EEUU-CSII contra as-Sáder se incrementó de forma espectacular el año pasado tras el anuncio del presidente Bush de incrementar el número de tropas. En aquel discurso, pronunciado en enero de 2007, Bush advirtió de forma explícita a Irán de que se había convertido en objetivo: «Vamos a acabar con los ataques contra nuestras fuerzas -afirmó-. Vamos a cortar los suministros provenientes de Irán […] y vamos a destruir las redes que suministran armamento sofisticado y entrenan a nuestros enemigos en Irán». Pero cuando EEUU empezó a hablar del apoyo iraní a las fuerzas en Iraq, no hablaba del CSII, sino de as-Sáder y del JAM, principalmente de los denominado «Grupos Especiales JAM», o lo que los estadounidenses han empezado a llamar «Bad JAM» [4]. Según el Pentágono, el JAM o elementos de su formación -listos para utilizar morteros y misiles diseñados para atacar la fortificada Zona Verde en Bagdad- atacaron a fuerzas estadounidenses en Iraq con explosivos de penetración de blindaje fabricados en Irán.
Durante los primeros años de la ocupación, as-Sáder, un astuto nacionalista, intentó mantener un comercio equitativo tanto con EEUU como con Irán, pero los últimos dieciocho meses de implacable presión militar del tándem EEUU-CSII le han dejado poca elección salvo la de buscar ayuda en Irán. Al percibir que el aumento de tropas provocaría una matanza contra sus fuerzas, el pasado mes de febrero as-Sáder ordenó al JAM que se retirara y él mismo pasó a la clandestinidad. Según David Satterfield, antiguo consejero sobre Iraq del Departamento de Estado, as-Sáder ha pasado la mayor parte de los últimos 15 meses en Irán. Un informe del Grupo internacional de Crisis de febrero de 2008 describe un cambio significativo en el discurso de as-Sáder sobre Irán, que hasta muy recientemente había sido rabiosamente anti-iraní: «Moqtada as-Sáder solía aprovechar la línea nacionalista. Ahora su discurso se podría describir como casi pro-iraní». Un dirigente de as-Sáder manifestó ante el Grupo Internacional de Crisis: «Incluso el Ejército del Mahdi ha cambiado su tono. El discurso anti-iraní del año ha cambiado bastante».
En el sur, a pesar del intento de as-Sáder de no llamar la atención, se produjo una tremenda batalla entre las fuerzas de Badr y las de as-Sáder. Las fuerzas del Badr, con frecuencia con uniformes del ejército y de las unidades de la policía iraquí, aplastaron sin piedad al JAM. Las fuerzas estadounidenses y las de Badr lucharon codo con codo contra las fuerzas de as-Sáder, unas milicias peor armadas. Rompieron docenas de células del JAM y asesinaron o detuvieron a cientos de sus hombres. En Bagdad y en capitales de provincia como Diwaniya (donde se produjeron una serie de asaltos a gran escala contra el JAM), las fuerzas estadounidenses, como es habitual, fueron utilizadas por el CSII para golpear a as-Sáder. «Los saderistas detenidos afirman que detrás de sus detenciones está la gente del CSII», afirma Reidar Visser del Instituto Noruego de Asuntos Exteriores, que ha escrito muchísimo sobre las luchas políticas en el sur de Iraq.
Peter Harling, del Grupo Internacional de Crisis, afirma «los badristas están, fundamentalmente, utilizando a EEUU como una herramienta para debilitar a los saderistas. […] Hemos oído en los consejos de barrio de Badr que denuncian a cualquiera que esté relacionado con el movimiento de as-Sáder o con EEUU. Muchas personas, incluidas quienes están en contra del movimiento saderista, afirman que los baderistas van por libre haciendo el trabajo de inteligencia y señalando a EEUU cuál es el objetivo correcto, es decir, los elementos saderistas. EEUU no discrimina mucho entre sus enemigos». Kenneth Katzman, un especialista en Oriente Medio del servicio de investigación del Congreso, asiente y añade: «El ejército estadounidense está jugando con los al-Hakim en esta lucha intestina».
Abul Aziz al-Hakim, el líder del Consejo Supremo Islámico en Iraq, la principal formación histórica del confesionalismo shií iraquí y con fuertes vínculos con Irán, durante su visita a la Casa Blanca en diciembre de 2006. |
Teherán sopesa sus posibilidades
Irán está constantemente evaluando sus posibilidades en esta lucha interna shií. A pesar de que Irán está más próximo al CSII, los dirigentes de Teherán podrían estar preocupados sobre la viabilidad a largo plazo del partido. Abdel-Aziz al-Hakim tiene cáncer de pulmón -el año pasado estuvo varias semanas en Irán recibiendo tratamiento- y su hijo y probable sucesor, Amar al-Hakim, es joven e inexperto. Además, Irán es muy consciente de que muchos iraquíes shiíes, que lucharon contra Irán durante la guerra iraco-iraní, desprecian al CSII por traidores. «Les odian», afirma Hiltermann que ha estudiado de cerca al CSII. Por eso, a pesar de las inclinaciones nacionalistas de as-Sáder y su aparente distancia de la dirección iraní, Irán busca establecer relaciones con el advenedizo clérigo.
Los intentos de Irán por cultivar relaciones con as-Sáder y viceversa operan en dos direcciones: en primer lugar, directamente con as-Sáder y sus máximos lugartenientes y, en segundo lugar, infiltrándose profundamente en el JAM, la milicia de as-Sáder. Con un número aproximado de 60.000 hombres armados, el JAM no es una fuerza de combate disciplinada sino una red con pocos vínculos, como una franquicia de hombres armados en ciudades y barrios. Irán, considera esta falta de disciplina una ventaja por lo que -según un amplio espectro de analistas- hizo todo lo que estuvo en su mano para ganarse la confianza de los mandos locales y regionales del JAM. El objetivo de Irán podría haber sido convertir el JAM en una versión de Hezbolá en Líbano, que depende de Irán para armas y dinero.
Según el Pentágono, los llamados Grupos Especiales surgieron como un paraguas que abarcara a todos los combatientes saderistas que, habiendo iniciado su actividad hace un año, resultaron ser los enemigos más mortales para las fuerzas de ocupación estadounidense. Después de que decenas de miles de combatientes de la antigua resistencia sunní se unieron en la provincia de al-Anbar a la milicia Ashwa (Despertar) bajo el mando de los jefes tribales iraquíes, como parte de un cambio radical de EEUU hacia los sunníes en Iraq en 2006, EEUU empezó a combatir una oleada de ataques en áreas shiíes del sur y del este de Bagdad producidos por la línea dura shií que se oponía al acuerdo entre EEUU y los sunníes. Hacia mediados de 2007, esos resistentes fueron responsables de las tres cuartas partes de las bajas infligidas a las tropas estadounidenses, según el propio ejército de EEUU. El Pentágono denominó a los atacantes «Grupos Especiales del JAM apoyados por Irán» y los acusó de utilizar bombas anti-blindaje altamente efectivas fabricadas en Irán y denominadas EFP (Explosive formed penetrators) [5].
Casi todos los analistas entrevistados respecto a estos hechos creen que Irán ha suministrado al menos algunas de las armas utilizadas por la resistencia shií, a pesar de que las pruebas presentadas por el Pentágono eran todo menos abrumadoras. «No creo que consigamos mucha información secreta de lo que Irán está haciendo en realidad», afirma David Mack del Instituto de Oriente Próximo que durante su carrera diplomática prestó servicios en Iraq dos veces. «Vemos los efectos de determinados tipos de armas que se podría decir que se construyeron en Irán». El Pentágono admite que hasta ahora no ha podido interceptar ningún cargamento [de armas] que cruzara la frontera iraní para entrar en Iraq. Sin embargo, los militares insisten en que Irán está implicado y se dice que las fuerzas estadounidenses e iraquíes han capturado a numerosos combatientes entrenados en Irán y como mínimo a uno de los altos mandos de Hezbolá de Líbano. Algunos escépticos respecto a las declaraciones del Pentágono sugieren que las armas iraníes han entrado en Iraq de contrabando, robadas por elementos de la Fuerza al-Quds de la Guardia Revolucionaria Iraní que trabajan por su cuenta, o por delincuentes, y ello sin conocimiento del líder supremo Jomenei, lo cual parece improbable. Mahan Abedin califica la idea de absurda y añade: «Si la Guardia Revolucionaria Iraní hace algo en Iraq se castigaría oficialmente. Cuando se trata de asuntos de tal importancia no queda lugar para actuar fuera de los parámetros establecidos. No nos equivoquemos, la Guardia Revolucionaria Iraní es una organización con un grado de disciplina altísimo; es una fuerza ideológica y ha llevado mucho tiempo y mucha planificación establecer la jerarquía; es una organización férreamente controlada».
Hacia el final del verano [de 2007], el movimiento de as-Sáder había sufrido grandes pérdidas y parecía tener serios problemas. Fueran delincuentes o no, los Grupos Especiales sufrieron duros ataques conjuntos de las fuerzas estadounidenses e iraquíes. Los enfrentamientos con las milicias de Badr, mejor armadas y más disciplinadas, elevaron el número de bajas entre las fuerzas de as-Sáder. A finales de agosto, una batalla entre el JAM y las fuerzas del Badr que tuvo lugar en Kárbala, la segunda ciudad santa iraquí, dejó montones de muertos y hasta 500 saderistas fueron detenidos. A los pocos días, as-Sáder declaró un alto el fuego unilateral de seis meses [renovado en febrero de 2008 por otros seis meses].
El alto el fuego llegó en un momento muy oportuno para as-Sáder. En contraste con los escuadrones de la muerte relacionados con Badr, que fueron acusados de perpetrar asesinatos selectivos, al menos a algunos de los suboficiales y mandos de as-Sáder se los relacionó con la terrible violencia contra la comunidad sunní en sus campañas de limpieza étnica, especialmente en Bagdad; con frecuencia su comportamiento era más el de gángsteres que el de un ejército político. El alto el fuego dio a as-Sáder la oportunidad de gobernar a los elementos más indisciplinados.
No ha quedado claro cuál es exactamente el motivo por el que as-Sáder declaró el alto el fuego, pero su efecto fue fulminante: no sólo las fuerzas de as-Sáder depusieron las armas sino que la violencia relacionada con los grupos especiales disminuyó también de forma espectacular. El número de bajas entre los estadounidenses, que había llegado casi a cero en la provincia sunní de al-Anbar debido al movimiento Despertar, cayeron en picado en la capital y en el sur de Iraq. Pocas semanas después, hacia finales de octubre, as-Sáder y al-Hakim firmaron un endeble tratado de paz, tratado, que se dice fue pergeñado en Irán. «Según [el diario árabe] al-Hayat, el líder supremo iraní, el ayatolá [Ali] Jamenei, estuvo presente cuando se firmó el acuerdo entre as-Sáder y al-Hakim en octubre», afirma Sam Parker, un experto en Iraq del Instituto por la Paz estadounidenses (a mediados de febrero parece que el acuerdo ya se ha roto).
El hecho de que tanto el JAM como sus Grupos Especiales mantuvieran a la vez el alto el fuego anunciado por as-Sáder podría significar que las unidades que supuestamente actuaban por su cuenta en el JAM no eran tan independientes «Esto me indica que as-Sáder tenía más control de que realmente creíamos», afirma Wayne White. Otra posibilidad es que Irán utilizara su influencia en secreto, cortando el suministro de armas y de dinero, para frenar a los combatientes shiíes. «Creo que ahora existe una fuerte relación entre as-Sáder y los iraníes», afirma White, «Tanto Irán como as-Sáder hacen la misma lectura del incremento de tropas estadounidenses. […] Miles [de milicianos del JAM] abandonaron Bagdad hacia el sur con destino a los santuarios shiíes o Irán. […] Simplemente se marcharon: ¿por qué enfrentarse a los estadounidenses en el momento de su mayor fuerza? Pueden simplemente esperar a que las tropas de EEUU adicionales se marchen». En realidad un reciente y extenso informe de Christian Science Monitor sugiere que as-Sáder utiliza el alto el fuego para consolidar su milicia: ha creado una fuerza especial, la llamada de «Los Elegidos» (The Goldes Ones), para aumentar la disciplina del JAM.
¿Distensión irano-estadounidense?
El pasado otoño, mandos estadounidenses empezaron a alabar, de forma cautelosa, a los saderistas por su paciencia. El Pentágono, que se ha pasado años culpando a los Grupos Especiales del JAM, eliminó todas las referencias al JAM y alabó profusamente el alto el fuego de as-Sáder. El general David Petraeus, comandante de las fuerzas estadounidenses en Iraq, alabó personalmente a as-Sáder por «trabajar para expulsar de su movimiento a los elementos criminales» y por su promesa para mantener el alto el fuego anunciado en agosto. «La línea de as-Sáder está al servicio del pueblo», afirma Petraeus. A pesar del hecho de que as-Sáder no quiere reunirse directamente con mandos estadounidenses, un experto mando militar estadounidense en Bagdad declaró a The Nation que EEUU mantiene contactos directos con dirigentes saderistas. «Hemos elegido caminos en los que tenemos oportunidades para discutir de todo; bueno, no quiero decir sobre estrategias sino sobre posibilidades», afirma.
Más sorprendente si cabe, altos mandos estadounidenses también empezaron a alabar a Irán. Según los mandos estadounidenses, desde finales del verano pasado Irán empezó a restringir el flujo de armas que cruzan la frontera iraquí; tras una petición del líder supremo Jamenei a al-Maliki durante el viaje del primer ministro iraquí a Teherán. Satterfiel, del Departamento de Estado, declaró el pasado mes de diciembre que «hemos sido testigos de una sistemática y prolongada disminución de cierto tipo de violencia, por parte de cierta clase de sujetos que no sólo se puede explicar por factores internos en Iraq. […] Creemos que las decisiones respecto a la estrategia seguida por la Guardia Revolucionaria Iraní se han tomados con los más altos responsables del gobierno iraní». En febrero, Satterfield atemperó sus comentarios un poco al sugerir que Irán podría estar detrás del aumento de los ataques de mortero y de lanzamiento de cohetes en Basora.
Hubo otros indicios que indicaban la posible distensión irano-estadounidense en Iraq. El embajador Ray Crocker anunció en Bagdad que volvería pronto a sus conversaciones con el embajador iraní, Hassan Kazemi-Qomi, un alto responsable de la Guardia Revolucionaria Iraní que ayudó a organizar el movimiento Hezbolá en Líbano. Hay rumores del aumento de los contactos clandestinos entre responsables estadounidenses e iraníes en varios lugares. El informe de la Agencia de Inteligencia Nnacional estadounidense, publicado el año pasado, facilitó la disminución de la presión de EEUU sobre Irán al revelar que Teherán había detenido su programa de armas nucleares en 2003. El propio Ali Jomeini respondió diciendo, por primera vez, que podría imaginar «mantener relaciones con EEUU».
Cuando The Nation preguntó a los mandos estadounidenses sobre el papel cada vez mayor de Irán en Iraq la respuesta fue absolutamente suave: «Evidentemente, Irán tiene intereses económicos, políticos y diplomáticos legítimos en Iraq que tiene que conseguir, ya sea ayudando a la consolidación de un poder en el sur o construyendo un Iraq con el que se sientan a gusto», afirmó un mando militar estadounidense en Bagdad, pero «lo que no vamos a consentir es la actividad militante directa de la que Irán ha sido responsable» y continúa: «Van a ser [Irán e Iraq] vecinos para siempre. Comparten una gran frontera; la vida económica a ambos lados de la frontera es bastante significativa y si todo ocurre de forma abierta y transparente no habrá desventajas para ninguno».
¿Puede EEUU llegar a un acuerdo con Irán para estabilizar Iráq, con Washington y Teherán ignorando sus diferencias a fin de apoyar al gobierno de al-Maliki? Posiblemente. Un escenario sería Washington, apoyado por Arabia Saudí, que utilizaría su influencia con los sunníes, concretamente en el floreciente movimiento Despertar, para reunirlos en una mesa, al mismo tiempo que Irán utilizaría su influencia entre los shiíes para convencer a al-Maliki y a al-Hakim de que hagan las concesiones necesarias para tender un puente entre las comunidades. Esa idea está en el corazón del plan del Grupo de Estudio de Iraq; el grupo de asesores de 2006, dirigidos por James Baker y Lee Hamilton que Bush destituyó cuando adoptó la decisión de incrementar el número de tropas. El plan Baker-Hamilton apelaba a las negociaciones con Irán (y Siria) para tratar de estabilizar Iraq. Pero aún quedan tremendos obstáculos.
En primer lugar, Irán está muy disgustado con los intentos estadounidenses para construir una fuerte milicia sunní -Despertar- de 100.000 hombres. En una entrevista realizada por la CNN el pasado otoño al embajador Kazemi-Qomi, éste advertía explícitamente contra la política estadounidense de armar a los sunníes y acusó a Washington de «devolver el poder a los antiguos asesinos». Por el contrario, Kazemi-Qomi exigió que EEUU siguiera apoyando a las milicias de Badr relacionadas con las fuerzas de seguridad iraquíes. «EEUU debería armar y ayudar al gobierno, al ejército y a la policía [iraquíes]. Inmediatamente después, dio comienzo una ola de asesinatos cuyo objetivo eran los dirigentes de la milicia Despertar y, según el New York Times, aunque a quien se culpa de los asesinatos es a Al-Qaeda en Iraq, muchos de los asesinos provienen de la Organización Badr.
Más importante aún, los nacionalistas iraquíes ya expresan su desprecio por la idea de un pacto EEUU-Irán en Iraq. Los nacionalistas -entre ellos los partidos laicos, baazistas, muchos partidos sunníes, el movimiento Despertar y bloques claves shiíes, incluidos los saderistas, a pesar de su reciente inclinación hacia Irán- empiezan a fusionarse en torno a un programa basado en la oposición tanto a la ocupación militar estadounidense y a la ocupación política iraní, así como a Al-Qaeda y a los separatistas, especialmente a los kurdos, que quieren una región del Kurdistán independiente en el norte, del mismo modo que se oponen al CSII que ha exigido una región shií cuasi-independiente en el sur. Si EEUU fuera a iniciar una rápida retirada de sus tropas, las posibilidades de que el nacionalismo iraquí se reafirmara serían muchas. Finalmente, muchos analistas afirman que los iraquíes limitarán la influencia de Irán en Iraq, pero sólo a condición de que los estadounidenses se vayan.
Notas de IraqSolidaridad:
1. Hasta 2007 conocido como Consejo Supremo de la Revolución Islámica en Iraq, CSRII.
2. Véase en IraqSolidaridad: Carlos Varea: Irán legitima la ocupación de Iraq
3. Organización religiosa de cuáqueros, fundada en 1917, opuestos a la guerra de Iraq.
4. Juego de palabras intraducible. El acrónimo JAM significa mermelada. Bad JAM significa tanto «los malos JAM» como «mermelada mala».
5. Es la variante más mortífera de los artefactos de fabricación casera, conocidos por sus siglas inglesas IED.
Traducido del inglés para IraqSolidaridad por Paloma Valverde
Robert Dreyfuss, que escribe habitualmente en Nation, es autor del libro Devil’s Game: How the United States Helped Unleash Fundamentalist Islam. The American Imperial Project (Juego diabólico: Cómo EEUU ayudó a desatarse al Islam fundamentalista. El proyecto imperial estadounidense), editado por Metropolitan en 2006. Este texto ha sido publicado antes de la visita del presidente de Irán Ahmadinejad a Bagdad a comienzos de marzo.
http://www.nodo50.org/iraq/2008/docs/09_03_Iraq_Iran.html