Virginia Bolten y compañeras en manifestación (Créditos: Virginia Bolten) El mundo del trabajo sufrió un cambio importante en los últimos 30 años del siglo XX a partir de la restructuración de las actividades productivas que pasan del modelo industrial fordista a un modelo de acumulación flexible adaptado al neoliberalismo. Se inaugura un periodo de cambios […]
En este escenario, el desempleo, la tercerización y la precarización son elementos clave para el sostén del sistema. Al contrario de lo que se cree, no es la crisis, condición intrínseca al capitalismo, que genera desempleo y si el desempleo que -como factor fundamental para abaratar la mano de obra-sirve como pilar del sistema que actúa excluyendo a las personas trabajadoras del mercado de trabajo. La rotación de mano de obra es justificada por su obsolescencia basada en la falta de cualificación de las personas trabajadoras y avance de las tecnologías.
Las lógicas de calificación del mercado pesan sobre la persona trabajadora misma, la idea de que no se consigue trabajo por estar suficientemente preparada genera un cambio en la construcción simbólica sobre lo que sería ser un trabajador. La preocupación de estar conforme con las leyes del mercado, de invertir en educación y lograr auto-construirse como un profesional de alto nivel está presente en todos los sectores de la sociedad. Sin embargo, quienes no pueden invertir en su propia formación acaban por ser marginalizados, siendo denominados por el sentido común -validados por los medios hegemónicos de comunicación- como vagos e indignos.
También se nota una consolidación de la lógica meritocrática y competitiva que destruye el ideario de clase, transformando el mercado de trabajo en una selva de todos contra todos y que ganen los mejores. El acceso al trabajo deja de ser un derecho y pasa a ser un privilegio.
La persona trabajadora-empresaria -quien no tiene vínculo directo con la empresa- pasa a ser la construcción ideal la cual el neoliberalismo necesita para avanzar sobre la destrucción de los sindicatos -visto por el mercado como uno de los responsables por la crisis económica, ya que es un enclave a la precarización y la maximización de las ganancias ad infinitum.
Esta nueva construcción también demanda una nueva forma de organización sindical que pueda responder a los importantes cambios estructurales. En esta nueva etapa, es importante problematizar sobre organizaciones menos institucionalizada. No dependiente de los partidos políticos y libre de las históricas formas sindicales burocráticas, las cuales también contribuyen para el avance del capital sobre el trabajo.
Teniendo en cuenta los impactos de la destrucción del trabajo en el tejido social, la profundización de la desigualdad, la pauperización extrema y consecuentemente el aumento de la violencia e incremento de fuerzas represivas del Estado,es menester cuestionar el rol del «Estado Democrático».
Estas fuerzas contenedoras de las miserias creadas por la incapacidad de responder al avance de los mercados y también por su vínculo con estas instituciones lesa-trabajador son, además de asimétricas, una evidencia de que ya no hay diferencia entre Estado y mercado cuando el tema es la manutención del sistema capitalista.
Las actuales reformas laborales en Brasil y Argentina son un ejemplo concreto de cómo se consolidan las fuerzas de los mercados por arriba de los derechos sociales y también deja nítida la debilidad de respuesta del conjunto de la sociedad. Frente a estos fenómenos, desde Virginia Bolten nos preguntamos: ¿Alcanza para contrarrestar este avance con las viejas formas de organización?
Bibliografía
CHAUÍ, Marilena de Souza. Uma nova classe trabalhadora.
SANTANA, Marco Aurélio. O mundo do trabalho em mutação: As reconfigurações e seus impactos.
HARVEY, David. As transformações político-econômicas do capitalismo no final do século XX.