Mientras el presidente de Estados Unidos continúa con su enfermiza política de tratar de dominar a sus potenciales enemigos con sanciones económicas y financiera en el afán de debilitarlos, China continúa abriendo espacios en el ámbito internacional y se posiciona con más fuerza en mercados de Europa, Asia, África y América Latina. Trump ha ido […]
Mientras el presidente de Estados Unidos continúa con su enfermiza política de tratar de dominar a sus potenciales enemigos con sanciones económicas y financiera en el afán de debilitarlos, China continúa abriendo espacios en el ámbito internacional y se posiciona con más fuerza en mercados de Europa, Asia, África y América Latina.
Trump ha ido contra todos en su megalomanía política de «América primero» y ataca con impuestos aduaneros, bloqueos y fuertes medidas económicas no solo a Irán, China, Rusia, Corea del Norte, Siria, Venezuela, Cuba, sino también a aliados de Japón, Corea del Sur, Canadá y la Unión Europea.
China, mientras tanto, a la par que responde a Estados Unidos con parecidas acciones arancelarias, persiste en abrir nuevos espacios para su comercio en diferentes zonas del planeta.
Con Rusia, en los primeros seis meses de 2018, el comercio creció 32 % y se prevé que alcance el objetivo de 100 000 millones de dólares. Moscú continúa siendo el mayor proveedor de combustible para el mercado del gigante asiático y si en 2017 el suministro alcanzó más de 50 millones de toneladas de petróleo, ya en abril de este año el incremento llegó al 26 %.
Pekín y Moscú trabajan juntas en la llamada Ruta de la Seda, un super mega proyecto en el cual se pretende invertir alrededor de 100 000 millones de dólares en los próximos años y que en su última reunión acogió a 27 países.
Asimismo, China ha declarado oficialmente que no dejará de tener relaciones comerciales y sobre todo adquirir petróleo en Irán, pese a las drásticas sanciones que la Casa Blanca ha impuesto a la nación persa.
Pekín se ha convertido en uno de los principales socios comerciales de los países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), integrada por Tailandia, Indonesia, Malasia, Filipinas, Singapur, Brunei, Vietnam, Laos, Myanmar y Camboya. Papúa-Nueva Guinea está como observador y Corea del Sur posee un estatuto especial en el bloque.
El Producto Interno Bruto (PIB) de sus miembros en conjunto alcanza los 2,55 billones de dólares, que la convierte en la sexta economía del planeta y para el 2050 aspiran a llegar a los 9,2 billones de dólares para pasar al cuarto peldaño a nivel mundial por su PIB.
Desde 2002 sus integrantes suscribieron el Acuerdo Marco sobre Cooperación Económica Global con China y años después formalizaron un Área de Libre Comercio (ALC) con el gigante asiático.
Los participantes de este mecanismo de integración y China tienen además otros tres elementos a su favor para ampliar la cooperación: la cercanía geográfica; sus economías son estrechamente complementarias y no han sufrido con violencia los embates de la crisis económica-financiera que han padecido otras regiones.
Las dos reuniones ministeriales efectuadas entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños han impulsado las relaciones en todos los aspectos.
En el primer cónclave realizado en Pekín, los anfitriones anunciaron la intención de aumentar la inversión en la región en 250 000 millones de dólares para los próximos diez años e incrementar el comercio en una década hasta llegar a los 500 000 millones de dólares.
La segunda reunión con sede en Santiago de Chile, le abrió las puertas al continente latinoamericano para participar con mayores proyecciones en la Franja y la Ruta de la Seda impulsada por el gigante asiático.
En esa capital sudamericana, se firmó el plan de acción 2019-2021 que se combinará con la agenda 2030 de Naciones Unidas; un acuerdo especial que incluye con suprema relevancia todo lo relativo a la iniciativa China, Una franja una ruta, abierta no solo para Europa y África sino también para los países del área.
La principal meta será la de crear una red por mar y tierra que posibilite la exportación de los numerosos y diversos productos del gigante asiático y a la par importar materias primas para su creciente industrialización.
La CEPAL informó que el comercio entre la región y China se multiplicó por 22 veces entre 2000 y 2013 y en 2017 alcanzó los 266 000 millones de dólares lo que significa un avance del 53 % respecto de la meta de 500 000 millones de dólares fijada para alcanzarla en 2025″.
En África donde China ha incrementado fuertemente sus relaciones en la última década, sobre todo en el norte, sur y este del continente, a finales de julio el presidente Xi Jinping realizó un periplo por Ruanda y Senegal, en la zona oeste del continente y firmó acuerdos para la cooperación dentro de la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda. También visito los Emiratos Árabes Unidos, nación con la que mantiene estrechos lazos comerciales.
Senegal es una importante puerta de entrada a África occidental, nación con el que estableció relaciones de cooperación estratégica global y una abarcadora asociación integral en 2016.
En cuanto a Ruanda, China es una de las mayores fuentes de inversión directa para este país, estimada en 352 millones de dólares.
El desarrollo de la cooperación para la inversión es la parte principal del paquete de 15 documentos que se firmaron durante la visita que abarcan: comercio electrónico, transporte aéreo civil, fuerzas del orden, desarrollo de recursos humanos y préstamos para la construcción de carreteras.
Al final veremos quien saldrá airosa en esta puja pues mientras China promueve y abre las puestas al comercio internacional, la Casa Blanca las cierra cada día más.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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