Ésta es la nueva estrategia de Estados Unidos para revivir las negociaciones globales de comercio: amenazar con cancelar los acuerdos especiales que tiene con algunos grandes países en desarrollo, como India, Brasil, Argentina y Venezuela, para incentivarlos a ceder y negociar. El gobierno del presidente George W. Bush está impulsando una muy publicitada «revisión» de […]
Ésta es la nueva estrategia de Estados Unidos para revivir las negociaciones globales de comercio: amenazar con cancelar los acuerdos especiales que tiene con algunos grandes países en desarrollo, como India, Brasil, Argentina y Venezuela, para incentivarlos a ceder y negociar.
El gobierno del presidente George W. Bush está impulsando una muy publicitada «revisión» de sus acuerdos con 13 socios comerciales, que ha sido elogiada por congresistas influyentes, como el republicano Charles Grassley, presidente de la Comisión de Finanzas del Senado. Estos países forman parte de un programa creado hace 32 años con el nombre de Sistema General de Preferencias (GSP, por sus siglas en inglés). Este fue diseñado para ayudar a los países pobres, al permitirles ingresar sus productos agrícolas e industriales sin aranceles al mercado estadounidense.
EE.UU. recalca que la revisión es técnica y que involucra un replanteamiento sobre si Brasil e India, cuyas economías han crecido vigorosamente, todavía califican para recibir preferencias comerciales. La intención es asegurar que el programa traiga beneficios para los «países que necesitan una mano», dijo un vocero de la representante comercial de EE.UU., quien agregó que Brasil e India «no deberían tomárselo en forma personal».
Sin embargo, el momento elegido para anunciar la decisión, unas pocas semanas después del colapso de las negociaciones en las que Brasil e India -líderes de un bloque de países en desarrollo- no aceptaron abrir sus mercados tanto como pedían EE.UU. y la Unión Europea, sugiere que existe al menos en parte una motivación política.
Grassley, por ejemplo, dice que reducir los beneficios de los acuerdos de comercio bilaterales es fundamental para convencer a Brasil e India de que necesitan un pacto global, puesto que sólo un acuerdo de esta naturaleza podría otorgarles acceso al enorme mercado estadounidense. «Quiero enviar una señal», dijo Grassley, quien a menudo juega el papel de «policía malo» en las negociaciones de comercio, mientras que el gobierno de EE.UU. hace de «policía bueno». «Quiero asegurarme de que vean los beneficios del GSP si no van a cooperar en los esfuerzos para Doha».
Además de India y Brasil, la última revisión incluye a Argentina, Croacia, Indonesia, Kazajstán, Filipinas, Rumania, Rusia, Sudáfrica, Tailandia, Turquía y Venezuela, todos países habitualmente catalogados entre las naciones emergentes como «de clase media».
El endurecimiento de las tácticas de EE.UU., sin embargo, podría tener un efecto opuesto al deseado, como ha ocurrido con otros intentos de presión sobre países en desarrollo.
Por ejemplo, Washington ha negociado una serie de acuerdos de libre comercio regionales, en parte para presionar a los países más grandes a que firmen un pacto global por temor a ser ignorados por EE.UU. Pero los países aludidos no han cedido mucho y los expertos en comercio se quejan de que Washington ha dedicado demasiado tiempo a negociar acuerdos con países pequeños, como Marruecos, Bahrein y Perú, que suman poco y nada a la economía estadounidense.
La revisión, anunciada hace dos semanas, no ha provocado respuestas encendidas por parte de ninguno de los 13 países implicados. «Están procediendo con cautela», dijo Gawain Kripke, asesor de Oxfam America, una organización contra la pobreza que ha trabajado con algunos países en desarrollo para obtener la renovación del GSP. Kripke, de todas maneras, no cree que las amenazas de retirar los beneficios tengan efectos sobre Doha. «Es poco probable que incitar una guerra comercial impulse las negociaciones», aseveró.
Por otra parte, la revisión podría perjudicar la credibilidad de EE.UU. como defensor del libre comercio, según analistas.