Gustavo Fernández Colón y Elías Capriles son dos académicos venezolanos que forman parte del grupo de firmantes de la declaración » El proyecto nuclear franco-venezolano. ¿Un atentado contra las generaciones futuras en la cuna de Bolívar?», publicada por Rebelión el pasado 22 de octubre (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=74725? ). Fernández Colón es profesor de la Universidad de Carabobo, […]
Gustavo Fernández Colón y Elías Capriles son dos académicos venezolanos que forman parte del grupo de firmantes de la declaración » El proyecto nuclear franco-venezolano. ¿Un atentado contra las generaciones futuras en la cuna de Bolívar?», publicada por Rebelión el pasado 22 de octubre (http://www.rebelion.org/noticia.php?id=74725? ). Fernández Colón es profesor de la Universidad de Carabobo, ensayista, articulista e investigador de la unidad de Estudios Culturales. Elías Capriles es profesor en la Universidad de los Andes, filósofo e investigador del Centro de Estudios de Asia, África y América Latina de esa misma Universidad.
Daban cuenta ustedes, en una declaración reciente, de la existencia de un proyecto nuclear franco-venezolano. Francia es una de las principales potencias mundiales en el ámbito de la energía atómica al igual que en sus aristas militares anexas. ¿Qué interés puede tener Francia en este proyecto? ¿Cuál sería su colaboración?¿Un gobierno Sarkozy tan dócil respecto a Estados Unidos colaborando con un país muy cercano al eje del Mal? ¿No es una contradicción?
Durante este verano se produjeron en Francia repetidas fugas de substancias tóxicas radiactivas en la central de Tricastin. Según la prensa francesa, 74 kilos de uranio fueron vertidos al medio ambiente como resultado de un exceso en los depósitos de la empresa SOCATRI (Sociedad Auxiliar de Tricastin) perteneciente al grupo AREVA, en la noche del 7 al 8 de julio. Posteriormente, el 23 de julio, un centenar de trabajadores resultaron contaminados con polvo radiactivo durante una operación de mantenimiento del reactor N º 4 de la Central FED, muy cerca de la usina de SOCATRI ya mencionada.
Los derrames de uranio afectaron las aguas del manto freático y los ríos de La Gaffière y de Auzon, tributarios del Ródano. Debido a la gravedad de los hechos, las autoridades se vieron obligadas a tomar medidas de emergencia como la evacuación de varios lagos de interés turístico; la prohibición de la pesca, el consumo de agua local y el riego de sembradíos; así como el pago de indemnizaciones a los agricultores que perdieron sus cosechas.
Por si fuera poco, el 8 de septiembre ocurrió un accidente tan serio que se está pensando en evacuar a la población del área. Durante una recarga de combustible, dos barras de uranio enriquecido, que podrían contener plutonio, quedaron colgadas de la tapa de la cuba del reactor Nº 2. Las barras, que pesan cada una unos 800 kgs, están suspendidas sobre las otras 155 piezas de combustible, pudiendo caer en cualquier momento, lo cual podría provocar una reacción nuclear en cadena incontrolada. Las operaciones de limpieza serían irrealizables, de modo que el reactor podría estar condenado, a la espera de que las generaciones futuras encuentren una solución.
Francia es el país europeo que más ha insistido en mantener su apuesta nuclear, precisamente cuando la mayoría de los países europeos están repensando su estrategia a este respecto. Alemania e Italia, por ejemplo, han abandonado el «cul de sac» nuclear. Ya no estamos en los tiempos en los que Francia podía darse el lujo de ser el único país que realizaba pruebas con armas nucleares en la atmósfera. Las acciones de Greenpeace y de la red Salir de lo Nuclear, y en particular la manifestación de protesta del 25 de octubre a las puertas de la central nuclear de Tricastin, han hecho que la opinión pública se sensibilice cada día más.
La firma AREVA, que junto con Electricidad de Francia maneja el reactor de Tricastin, es uno de los grandes intereses económicos de Francia. Si este país es forzado a abandonar sus proyectos nucleares, es preciso encontrar negocios para AREVA en otras latitudes.
¿Qué mejor que Venezuela, que está suficientemente lejos de Francia? Y si Venezuela va a desarrollar la energía nuclear, ¿no es mejor para el Imperio que delegue los trabajos en una firma francesa que controle el combustible y sobre todo los desechos (y en particular el plutonio, que es el más peligroso desde el punto de vista militar), y que sea la que maneje todo lo que se haga en la(s) central(es) nuclear(es) del país?
Señalan también ustedes, en el mismo título de la declaración, de atentado contra las generaciones futuras en la cuna de Bolívar. ¿Por qué creen ustedes que este proyecto energético tiene ese riesgo?
Porque aun cuando no se haga un uso militar de la energía nuclear, está el problema del manejo de los desechos, así como el de la fuga de radiación y de peligrosos químicos durante los reemplazos de combustible y el retiro de los desechos.
Pero aparte de esto, que de por sí hace del proyecto un atentado contra las generaciones futuras en la cuna de Bolívar, si lo desearan los Estados Unidos tendrían un pretexto para intervenir en Venezuela: acusar a nuestro gobierno revolucionario de tener un proyecto nuclear con fines militares (lo cual claramente no es el caso, pues de otro modo no se pensaría en un aliado de los Estados Unidos, como lo es Francia, para llevarlo a cabo).
Recordemos el ataque «preventivo» de Israel contra la central nuclear iraquí de Osirak, mucho antes de las Guerras del Golfo. El reactor de Osirak había sido construido y operado con la asistencia técnica de Francia, pero eso no contuvo a Israel ni a los Estados Unidos. Un ataque de ese tipo, de realizarse contra una central en la que ya se haya colocado el combustible, arruinaría nuestra región, quizás irreversiblemente y para siempre.
Los defensores hablan de cooperar en proyectos civiles para el desarrollo de la energía nuclear en Venezuela. ¿Es posible deslindar ese proyectos del uso militar de la energía atómica? El ministro Maduro ha precisado que en los diferentes acuerdos suscritos se logró el compromiso de apoyo de Francia «para el desarrollo por parte de Venezuela de la energía nuclear con fines pacíficos» y ha remarcado esto último con todo el énfasis del que ha sido capaz
Bueno, una vez que se produce plutonio, estará allí por 500 millones de años. O se lo usa para producir armas nucleares, o como combustible para reactores de fisión. Francia lo ha usado para producir una enorme cantidad de armas nucleares. Ahora bien, Francia no permitiría que Venezuela usara los desechos para esos fines. Y de hecho, como se señaló antes, el que Venezuela haya escogido a Francia para desarrollar su proyecto demuestra que el gobierno bolivariano no tiene intenciones militares tras sus planes de desarrollo nuclear, pues ese país tendría control sobre los desechos y combustibles, lo cual impediría que se hiciera cualquier uso de los mismos con fines bélicos.
Algunas voces gubernamentales, acaso de forma un poco precipitada, han afirmado que esta energía es una de las alternativas para el futuro de la humanidad. ¿Hay acuerdo en el gobierno en este punto? ¿No hay voces críticas en su interior?
Por supuesto que hay voces críticas a este proyecto dentro de las filas bolivarianas. Lo que sucede es que muchos prefieren no polemizar, en este momento, para no correr el riesgo de crear divisiones internas que puedan ser capitalizadas por la oposición, sobre todo en vísperas de un proceso electoral crucial como el que tendrá lugar el 23 de noviembre. Y no les falta razón en ello, pues nada sería más terrible para Venezuela que un «retorno de los brujos» neoliberales o, en otras palabras, de la derecha pro-capitalista y pro-imperialista.
Les hablo ahora de la ciudadanía. ¿Hay movimientos sociales de importancia en Venezuela opuestos a la alternativa atómica?
Hasta ahora, somos un grupo minoritario y heterogéneo conformado por académicos, ecologistas e incluso militantes de los partidos que respaldan al presidente Chávez, pero que estamos en desacuerdo con la idea de construir centrales nucleares para la generación de electricidad en Venezuela. Nos cuidamos mucho de no asociarnos con movimientos de oposición, interesados en utilizar nuestra iniciativa para capitalizarla a favor de sus objetivos contrarrevolucionarios. Nuestro propósito fundamental es ayudar a ampliar la conciencia de nuestros compatriotas, a fin de que comprendan que el socialismo del siglo XXI debe dar una respuesta integral no sólo al problema de la desigualdad y la exclusión, sino también a la crisis ecológica desatada por el modo de producción industrial-capitalista, que amenaza con la destrucción de la vida sobre la Tierra.
Dígannos sucintamente cuáles serían las principales críticas que ustedes sostienen contra la energía nuclear.
Los letales efectos de la energía nuclear sobre la salud de los seres humanos y, en general, de los ecosistemas de los depende nuestra supervivencia están sobradamente comprobados. El cáncer y las mutaciones genéticas son sólo algunos de los perjuicios contra la salud humana que es capaz de producir la manipulación de esta energía a escala industrial. El peor de todos sus efectos es su capacidad de provocar la muerte de millones de personas, bien sea por un accidente -como en el caso de Chernóbil- o por su uso militar -como en los casos de Hiroshima y Nagasaki-. Además está la extrema duración de sus efectos nocivos, cuantificable en miles de años. Por otra parte, accidentes como los recientemente ocurridos en Francia, demuestran que la industria atómica está lejos de ser 100% segura. El procesamiento de los desechos, como ya lo señalamos, es un problema técnicamente aún no resuelto. Adicionalmente, los costos que acarrea el manejo de los mismos y el desmantelamiento de las centrales una vez que han cumplido su ciclo productivo, hace de la energía nuclear una opción extremadamente cara -aunque sus promotores se empeñen en ocultar estos costos-. Y por si fuera poco, su alto riesgo hace que las centrales sean gerenciadas mediante métodos extremadamente jerarquizados, no participativos y con ocultamiento permanente de información a las comunidades del entorno.
Se suele afirmar, desde territorios pro-nucleares, que las grandes economías del mundo han apostado por esa forma de energía y que no hacerlo, pensar y obrar en sentido puesto, significa escasísimo desarrollo económico, pobreza para el país e incluso marginación geopolítica. ¿Es el caso? ¿Conocen ustedes países, digamos, desarrollados que no usen ese tipo de energía?
El proyecto desarrollista ha dado lugar a la crisis ecológica que ha puesto en entredicho el futuro de nuestra especie. Antes de la actual crisis financiera y económica mundial habría sido imposible para cualquier país apostar por un proyecto que persiga la satisfacción de las necesidades humanas en la igualdad y la frugalidad, y no en el aumento ilimitado de la producción. A medida que se vaya viendo el fracaso del desarrollismo capitalista en los países «centrales» podremos desarrollar proyectos de un signo nuevo.
En todo caso, claro que hay países «desarrollados» que no usan energía nuclear. La tendencia es a eliminarla, como lo han hecho Alemania e Italia. Hay también una tendencia a realizar referendos en los que se consulta al pueblo si se desea que se siga adelante con los proyectos nucleares o que se los elimine.
Ustedes han apuntado en su artículo un argumento de interés: incluso si la humanidad consigue evitar el uso militar de las armas nucleares y los accidentes en las centrales, sigue estando presente el irresoluble problema del manejo de los desechos radioactivos, cuyas emisiones letales perduran por miles y miles de años. El plutonio, por ejemplo, es particularmente peligroso por tratarse de un elemento químico producido artificialmente a partir del uranio. Tan poderoso como cancerígeno: 1/2 kilo uniformemente repartido sería susceptible de provocar cáncer pulmonar a toda la humanidad. Señalan ustedes además: una vez producidos el plutonio y otros desechos provenientes de los reactores nucleares, no hay manera de aislarlos permanentemente del ambiente, «de ahí que durante su larga vida lo más probable es que terminen diseminándose por la ecosfera». Es cierto, como ustedes afirman, que hasta ahora no ha habido solución satisfactoria. En los ’80, ustedes mismos lo recuerdan, corporaciones y las instituciones estadounidenses responsables los almacenaron en barriles que echaron al océano. Pero podría argüirse en contra de su posición una apuesta científico-tecnológica por el futuro. Es cierto, tienen razón, podría decirse, pero sólo por el momento. La Humanidad avanza siempre: lo que ahora es imposible, es una conquista del mañana o del pasado mañana. El tema de los residuos no tiene ahora solución, pero la tendrá en el futuro. No hay que preocupase, no hay que paralizarse, hay que trabajar en ello. Es la vieja historia de la Humanidad. ¿Qué opinan de esta apuesta por una tecnología salvadora del futuro aunque hoy inexistente?
Se trata de una apuesta absurda y engañosa, equivalente a hacernos creer que es necesario aceptar la muerte por envenenamiento hoy, para que en un futuro incierto e imprevisible todos estemos rozagantes de salud. Es una patraña similar a las difundidas por la campaña publicitaria de los años cincuenta conocida como «Átomos para la Paz», desarrollada por los Estados Unidos para aplacar el terror generado en la opinión pública por el recuerdo de las bombas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki. En esa ocasión se llegó a decir que la energía eléctrica producida por los reactores nucleares en construcción, ¡permitiría acabar con el hambre del mundo en un plazo de diez años! Ya ha transcurrido medio siglo desde entonces y el hambre sigue siendo uno de las peores amenazas contra la sobrevivencia de cientos de millones de personas. ¿Tendremos que esperar a que la especie humana sea diezmada por el cáncer y las malformaciones congénitas producidas por la radiación nuclear, para darnos cuenta de que las soluciones técnicas prometidas por la industria del átomo nunca llegarán o llegarán demasiado tarde?
El presidente Hugo Chávez ha hecho público su propósito de implementar un programa de cooperación nuclear con Rusia. El argumento parece centrarse en su uso pacífico -fines médicos, generación de electricidad- y en que Brasil tiene varios reactores nucleares. ¿Qué opinan ustedes de estas consideraciones del presidente?
En principio, no nos oponemos al uso de la radiación nuclear con fines médicos. Sin embargo, pensamos que es necesario poner todo nuestro empeño en el desarrollo de terapias alternativas que nos permitan prescindir cuanto antes del uso de la energía atómica incluso en el campo de la salud.
Por otra parte, el hecho de que el presidente Chávez esté empeñado en la cooperación nuclear multilateral, como ya lo señalamos, constituye una prueba fehaciente de que su intención es el uso estrictamente pacífico de la energía nuclear. Sin embargo, creemos que hasta ahora el presidente sólo ha tenido la oportunidad de escuchar a los promotores comerciales de la energía atómica, y no se ha detenido a examinar los argumentos de quienes estamos en contra de su uso por razones ecológicas, económicas y políticas, a nuestro juicio irrebatibles.
¿Y por qué? ¿Por qué el presidente venezolano sólo ha escuchado las voces que hablan en una sola dirección hasta ahora?
Porque lamentablemente sigue prevaleciendo una concepción tecnocrática y desarrollista en buena parte de los cuadros directivos del Estado venezolano, diez años después del primer triunfo electoral del presidente Chávez. Y al momento de examinar asuntos como el que nos ocupa, es esta clase de funcionarios la que suele llevar la voz cantante y la que tiene la responsabilidad formal de asesorar al presidente. De ahí nuestra insistencia en la necesidad de abrir un debate nacional, que le permita al pueblo venezolano y a nuestra dirigencia política sopesar otros puntos de vista, más cónsonos con los valores de la democracia participativa que animan a la Revolución Bolivariana. Los mayores aciertos políticos del presidente Chávez provienen de su capacidad de oír a los sectores populares y sintonizarse con su manera de sentir y pensar, incluso en los momentos más difíciles. En cambio, muchos de los errores cometidos hasta el presente por nuestro gobierno se deben a la interferencia de la tecno-burocracia en ese diálogo crucial del presidente con las bases sociales que lo acompañan.
¿Tiene Venezuela actualmente necesidades energéticas de urgencia?
Sí las tiene. El Presidente Rafael Caldera firmó un convenio con Brasil para suministrarle electricidad. Ese convenio es legal y políticamente imposible de revertir, y ahora la producción de electricidad es insuficiente en Venezuela, a pesar del avance de un ambicioso programa de sustitución de bombillas incandescentes por bombillas «ahorradoras».
El consumo de energía se ha elevado aceleradamente desde que la Revolución comenzó a desarrollar sus planes de redistribución del ingreso nacional, y ahora enfrentamos un déficit en la generación eléctrica. En nuestra opinión, ese déficit debe ser resuelto mediante una mejora sustancial en la eficiencia de la red de distribución, el fomento de una cultura de la frugalidad que disminuya el consumo innecesario e irresponsable de la energía y, sobre todo, mediante la implementación progresiva de un nuevo modelo económico basado en energías limpias, producidas y administradas a pequeña escala por las comunidades organizadas.
¿Se apuesta en Venezuela por energías alternativas renovables?
Sí. En primer lugar es oportuno recordar que el 70% de la electricidad del país proviene de fuentes hidroeléctricas. El resto proviene principalmente de plantas termoeléctricas a base de fuel oil, que paulatinamente están siendo reconvertidas a gas. Pero las energías limpias han recibido un importante impulso, aunque todavía insuficiente, por parte del gobierno revolucionario. Hay un proyecto eólico en desarrollo en la península de la Guajira, en el estado Zulia. Con el apoyo de Cuba, se están instalando paneles solares en las comunidades rurales donde no llega la red de distribución eléctrica nacional. También se está comenzando a trabajar en el campo de la energía geotérmica, en cooperación con Nicaragua, que tiene una larga experiencia en esta materia.
¿ Creen ustedes que se puede construir el socialismo del siglo XXI a base de centrales nucleares? Hablan ustedes de energías limpias para el ecosocialismo del siglo XXI, ¿qué energías son ésas? ¿Son viables económica y tecnológicamente en la Venezuela de hoy?
Las energías limpias son la solar, la lunar y la geotérmica. La primera comprende el uso de células fotovoltaicas, hornos solares, energía eólica (en la medida en que los vientos se originan en el proceso de redistribución del calor recibido del sol) y energía hidroeléctrica (pues las lluvias son el resultado de la evaporación de las aguas por efecto de la radiación solar y su posterior condensación), aunque en el caso de esta última lo ideal es su utilización a pequeña escala a fin de minimizar su impacto en las cuencas hidrográficas. La energía de fuente lunar se basa en el empleo de la fuerza de las mareas. Y la geotérmica se explica por sí sola, aunque cabe señalar que en los países con largo invierno han aparecido nuevas formas de aprovecharla.
La energía solar para su uso en células fotovoltaicas, hornos solares y otras tecnologías es superabundante en un país tropical como el nuestro. El potencial eólico es excelente en las regiones costeras del oeste y en nuestros territorios insulares. Venezuela también es rica en energía geotérmica en las zonas costeras del este, en el límite entre la placa tectónica del Caribe y la placa de América del Sur. Los recursos hídricos también son particularmente abundantes en el interior del país, lo que permitiría ampliar el potencial hidroeléctrico con una red de puntos de generación a pequeña escala administrados por las comunidades locales, con un mínimo impacto ambiental.
Han editado un manifiesto contra esos proyectos pro-nucleares. ¿Cuentan con apoyos? ¿Quieren hacer desde aquí algún llamamiento? Hablan ustedes de un referéndum consultivo.
La participación popular es una de las mayores fortalezas del proceso de construcción del socialismo que hoy se vive en Venezuela. Nuestro llamado va dirigido esencialmente a nuestros compatriotas y a los cuadros dirigentes de nuestro gobierno, para que evalúen con mayor profundidad las implicaciones de este proyecto y para que lo debatamos abiertamente, como se discuten tantos otros asuntos en la Venezuela actual. Estamos convencidos de que un tema tan delicado como el de la energía nuclear, tras ser debatido públicamente, debería ser objeto de un referendum o consulta popular, como ha sucedido ya en otras naciones y como lo prevé nuestra Constitución.
¿Cuentan ustedes con el apoyo de alguna fuerza política venezolana?
No. Como lo señalamos anteriormente, somos un grupo de opinión heterogéneo, con dos rasgos distintivos: nuestro compromiso con las luchas revolucionarias de nuestro pueblo y nuestra apuesta por un nuevo modelo de sociedad ecológicamente viable, donde los daños causados por los usos industriales y militares de la energía nuclear no tengan cabida.
Sé que ustedes ya lo han comentado anteriormente pero permítanme que insista. ¿No pueden estas críticas dar oxigeno y gasolina a una oposición que quiere ir a por todas en la próxima contienda electoral?
Estamos convencidos de que la profundización de la democracia participativa es el mejor antídoto contra los intentos de la derecha opositora de retornar al poder. De ahí la trascendencia del debate permanente, al interior de las bases revolucionarias, de las grandes líneas estratégicas de nuestro proceso de transición al socialismo. No es la crítica dialógica y constructiva la que le hace el juego a la derecha. Al contrario, es más bien el divorcio entre una dirigencia burocratizada y las comunidades populares, la brecha por la que puede volver a recuperar el control del aparato del Estado la oposición pro-capitalista y pro-imperialista, contra la cual necesitamos seguir dando una lucha sin cuartel.
¿Ser críticos en este asunto significa ser antichavista o ser contrario a los procesos revolucionarios en marcha en Venezuela?
Todo lo contrario. Mantener el país libre de contaminantes nucleares no tendría sentido si al mismo tiempo permitiéramos que lo destruyese el capitalismo brutal (no decimos salvaje para no denigrar a nuestros nobles ancestros). Avanzar hacia un nuevo modelo tecno-productivo basado en energías limpias para garantizar la buena salud de los seres humanos y la naturaleza, sólo será posible en el marco de una sociedad igualitaria y socialista, como la que se está intentando construir en Venezuela. Lo que deseamos es que el rumbo de la revolución sea viable a largo plazo, pudiendo generar, como lo ha propuesto el presidente Chávez, la mayor suma de felicidad para todos, y no sólo por unos pocos años.
Gracias por su amabilidad y su tiempo. Y suerte en la defensa de su posición y en los admirables avances de la revolución bolivariana.