Cuando está en sus últimas agonías el año 2019, América Latina presenta un desfavorable saldo económico y social lo que ha enfatizado la CEPAL al afirmar en un reciente informe que la región ha perdido un decenio pues sus cifras de pobreza y pobreza extrema son parecidas a las del año 2009. El documento titulado […]
Cuando está en sus últimas agonías el año 2019, América Latina presenta un desfavorable saldo económico y social lo que ha enfatizado la CEPAL al afirmar en un reciente informe que la región ha perdido un decenio pues sus cifras de pobreza y pobreza extrema son parecidas a las del año 2009.
El documento titulado Panorama Social de América Latina y el Caribe divulgado a finales de noviembre, confirma que esos dos lamentables índices alcanzaron a 191 millones y 26 millones de personas, respectivamente, que representan 31 % y 11,5 % de la población.
La Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina, Alicia Bárcena, afirmó que la desigualdad en la región es estructural, multidimensional e ineficiente, lo que constituye un obstáculo para el desarrollo.
Asimismo, detalló que la situación social en Latinoamérica es expresión del comportamiento de la economía cuyo crecimiento ha venido desacelerándose significativamente desde 2011, ha registrado dos caídas sucesivas en 2015 y 2016, y en 2019 sólo crecerá 0,1%.
Por tanto, no es de extrañar que las abismales diferencias sociales en un continente rico en recursos naturales sean las causas esenciales que explican las grandes protestas que sacuden a Latinoamérica actualmente.
Chile, Colombia, Ecuador, Haití han enfrentado en los últimos meses, con balas y gases lacrimógenos, las pacíficas manifestaciones que se han desarrollado por todos sus poblados y territorios.
La razón de esas luchas en las calles han sido las medidas neoliberales que han implantado sus gobiernos que afectan a la mayoría de sus ciudadanos y las cuales son recetadas por organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM).
A la luz pública ha salido a relucir que Chile, la hasta hace poco divulgada por los medios de comunicación hegemónicos como la vitrina del neoliberalismo, el 1 % más rico de la población concentra el 33 % de la riqueza nacional y el nivel de desigualdad social medido por el Índice Gini es de 0,45.
Esa tabla internacional comienza en una escala de 0, que representa ausencia de desigualdad y la 1 desigualdad máxima.
Otros que están en estado peyorativo en ese índice son Argentina que había avanzado hasta un rango de 0,39 en 2014, y después de cuatro años de la administración neoliberal del ex presidente Mauricio Macri presenta un nivel de desigualdad de 0,42; Guatemala, 0,54; Brasil que después de avances durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores, ha retrocedido por las acciones privatizadoras de Michel Temer y Jair Bolsonaro a 0,64, según un estudio de la Fundación Getulio Vargas. Colombia también clasifica entre los países con más desigualdad social con un coeficiente estimado en 0,52.
Varios gobiernos afines a Washington han olvidado la larga historia de desastres económicos, sociales y políticos provocados por los préstamos otorgados por el FMI que obliga a tomar medidas antipopulares de ajustes estructurales para entregarlos. Por esa docilidad de algunos países, el organismo ha vuelto a tomar fuerza en la región.
El Fondo ha estado fuertemente cuestionado durante las últimas décadas porque afecta la distribución del ingreso al obligar a reducir el gasto social en salud, educación, jubilaciones y aumentar las privatizaciones lo que conlleva a empeorar la distribución del ingreso y aumentar la pobreza.
Mientras esas peyorativas cifras y acciones contra la mayoría de la población ocurren en varias naciones de Latinoamérica, resulta una verdadera hazaña que Cuba, un país extremadamente bloqueado económica y financieramente por Estados Unidos, haya logrado un crecimiento de 0,5 % este año y se proponga para el 2020 el de 1 %.
Al clausurar la reciente reunión de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el presidente cubano Miguel Díaz Canel analizó los graves problemas que ha conllevado el bloqueo económico que perdura por 60 años y que se ha recrudecido con más fuerza.
«Este año, dijo, escaló la agresión (de Estados Unidos) a Cuba al ritmo de más de una medida por semana; es decir, una «vuelta de tuerca» cada siete días para asfixiar a nuestra economía. Se cancelaron, restringieron o prohibieron, cruceros, vuelos, remesas, servicios médicos, financiamientos, transportación de combustible y seguros. No hay un área libre de la cacería, del cerco, de la persecución».
Al explicar cómo se han podido salvar esos grandes escollos, puntualizó: «no hemos acudido a las cómodas recetas neoliberales que vuelven a ponerse de moda , aunque esté más que probado que solo sirven para agigantar la brecha entre los pocos, poquísimos, cada vez más ricos y las mayorías que se empobrecen aceleradamente».
Tiempos difíciles se viven en Latinoamérica y el Caribe pero lo fundamental es que los gobiernos tomen decisiones políticas a favor de sus pueblos para poderlos enfrentar.
Hedelberto López Blanch, periodista, escritor e investigador cubano.
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