Mientras el mundo mira con justificada preocupación los graves problemas económicos por los que atraviesan los 17 países integrantes de la zona euro, otros miembros de la Unión Europea (27 en total) se encuentran en situación no muy halagüeña como Gran Bretaña Esa nación del viejo continente que antes de la Segunda Guerra mundial era […]
Mientras el mundo mira con justificada preocupación los graves problemas económicos por los que atraviesan los 17 países integrantes de la zona euro, otros miembros de la Unión Europea (27 en total) se encuentran en situación no muy halagüeña como Gran Bretaña
Esa nación del viejo continente que antes de la Segunda Guerra mundial era la potencia dominante en el planeta y la libra esterlina marcaba el derrotero a seguir como moneda de cambio internacional hasta que fue destronada por el dólar, enfrenta desde inicios del siglo XXI uno de sus peores momentos económicos de su historia.
El pasado 10 de mayo, más de 400 000 empleados, entre ellos 20 000 policías, además de personal de inmigración, de penitenciarias, sanitarios y de los ministerios, convergieron en una huelga de 24 horas para expresar el descontento nacional por los cambios en las jubilaciones que les obligaría a trabajar más años y cobrar menos tras la jubilación. El paro afectó las labores en tribunales, oficinas de búsqueda de empleo, aeropuertos y hasta al Parlamento.
El gobierno conservador de David Cameron insiste en continuar el plan de austeridad, en esta ocasión dirigido a apretar más el cinturón en el sistema de pensiones que contempla aumentar las contribuciones de los empleados para sufragar ese rubro y elevar la edad de retiro de 65 a 67 años.
Para Gail Cartmail, secretario general del sindicato Unite, del sector público, la huelga puso de manifiesto el «alto nivel de descontento que hay entre los trabajadores por la insistencia del gobierno para que los empleados del sector público trabajen más, paguen más (a su fondo de pensiones) y reciban menos cuando se jubilen».
La reforma pensionaria entra dentro del programa de austeridad que el gobierno de coalición formado por conservadores y liberal demócratas empezó a aplicar en octubre de 2010 y en el que se contempla reducir el déficit presupuestario, que en marzo pasado alcanzó el 6,4 % del Producto Interior Bruto (PIB).
La respuesta de Cameron, ofrecida por medio de su ministro de Gabinete, Francis Maude, ha sido edulcorada pero tajante: «Nuestras reformas aseguran que las pensiones del sector público sigan siendo de las mejores y que se puedan mantener en el futuro. A los empleados públicos se les pide que trabajen un poco más y paguen un poco más. La huelga «no tiene sentido y el gobierno seguirá adelante con la reforma».
Y lo cierto es que contra viento y marea, los conservadores ingleses continuarán instrumentando las más rancias leyes neoliberales con la consecuente disminución del poder adquisitivo y el nivel de vida de su población.
Recordemos que a principios de noviembre de 2010, solo días antes de anunciarse los recortes, más de 50 000 jóvenes ocuparon las calles de la capital y fueron reprimidos violentamente por la policía.
A finales de noviembre se sucedieron numerosas manifestaciones organizadas por los sindicatos que se extendieron por varias semanas. En esa ocasión, el portavoz del Partido Laborista en la oposición, calificó las medidas impuesta de «injustas e insensatas»
Para agosto de 2011, en Londres, Birmingham, Manchester y otras ciudades, tuvieron lugar grandes disturbios populares, con enorme participación de estudiantes, los cuales fueron castigadas con dureza por las fuerzas policiales bajo la acusación de revueltas delincuenciales.
En noviembre del pasado año se sucedieron demostraciones y huelgas, entre ellas una que reunió a 2 000 000 de personas después que el ministro de Finanzas, George Osborne señaló que los británicos tendrían que hacer frente a seis años de austeridad, y admitió que el país estaba al borde de la recesión (ya ocurrió) con expectativas reducidas de crecimiento.
Los paros han tenido masivas participaciones que han detenido las actividades en escuelas, hospitales, industrias, comercios, puertos, aeropuertos y casi todos los servicios y han sido catalogados por los medios de comunicación como los más importante ocurridos en el país desde 1926.
Pero analicemos, quién no protestaría cuando suceden estas cosas: cesanteados 710 000 trabajadores de la administración pública; elevación de la edad de jubilación hasta los 67 años y rebaja del importe de esos pagos; aumento en 3 % de la contribución de los funcionarios a la Seguridad Social lo que reducirá sus salarios entre 1 500 y 2 000 dólares al año.
Se adiciona la congelación de los salarios públicos que no podrán elevarse más del 1 % en los próximos tres años.
El cobro de las pensiones disminuirá pues se calculará por los salarios devengados durante toda la vida laboral y no por los últimos recibidos que son más elevados.
Como excusa, el ministro Osborne indicó que el costo de las pensiones del sector público resulta insostenible ya que las personas tienen una esperanza de vida superior a décadas pasadas.
Mientras, el precio de entrada a los altos centros de estudio se triplica pues pasa de un tope de 2 390 libras a 9 000 libras (14 000 dólares), cifra que no puede pagar el 50 % de los estudiantes que no encuentra trabajo y depende de sus familiares para mantenerse en las aulas.
El secretario general de Unite, Cartmail, explicó que los miembros del sindicato aseguran que el gobierno recorta sus pensiones como forma de reducir el déficit presupuestario que ha sido provocado por la codicia de una élite de la City, o sea, los banqueros.
No dejan de tener razón los obreros pues recientemente el Sunday Times, significó que a pesar de la crisis, en el último año, las 1 000 personas más ricas del Reino Unido acumulan en total una fortuna de 414 000 millones de libras esterlinas (492 000 millones de euros). La cifra representa un aumento de 4,7 % con respecto a 2010.
En Gran Bretaña el desempleo alcanza casi al 9 % de la población económicamente activa (22 % entre los jóvenes), mientras la deuda pública sobrepasa los 160 000 millones de dólares la cual se agrava con los dos últimos trimestres de recesión declarada y las medidas de austeridad que impiden elevar los índices de consumo de la población.
La Oficina Nacional de Estadísticas (ONS), informó que la economía se contrajo un 0,2 % durante los tres primeros meses de 2012, tras una contracción del 0,3 % a finales de 2011. Ahora ha entrado en una recesión de doble caída, la primera desde la década del 70.
Por tal motivo, la economía está completamente lineal al mostrar un crecimiento cero durante 12 meses, y se une a los miembros de la zona euro, Grecia, Portugal, Eslovenia, Italia, Países Bajos, Bélgica y España en una recesión oficial.
Hace año y medio, el premio Nobel de Economía, el estadounidense Joseph Stiglitz, en declaraciones al diario inglés The Independent pronosticó el fracaso que conllevaría la aplicación de los recortes presupuestarios en esa nación europea y predijo que las acciones provocarían una recesión profunda y afectaría a millones de personas.
Las tesis neoliberales que han llevado al mundo al borde de la ruina, enfatizó, son las mismas que la derecha internacional aplican como medicina a las economías estadounidense y europeas en crisis.
El gobierno conservador de David Cameron ha encendido la mecha de la explosión económica-social lo que augura la proliferación de huelgas y revueltas en los próximos meses.
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.