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Novedad editorial y presentación de libro

«Estructura política del mundo del trabajo: fordismo y posfordismo», de Francisco Letamendia

Fuentes: Rebelión

Presentación del libro «Estructura política del mundo del trabajo: fordismo y posfordismo» de Francisco Letamendia, Tecnos, 2009 ¿Qué tipo de mundo del trabajo está configurando el capitalismo actual? Y ¿qué tipo de organización del trabajo está enfrentándose a los objetivos capitalistas, o cómo debiera ser ésta? He aquí la doble pregunta -triple en realidad- a […]

Presentación del libro «Estructura política del mundo del trabajo: fordismo y posfordismo» de Francisco Letamendia, Tecnos, 2009

¿Qué tipo de mundo del trabajo está configurando el capitalismo actual? Y ¿qué tipo de organización del trabajo está enfrentándose a los objetivos capitalistas, o cómo debiera ser ésta? He aquí la doble pregunta -triple en realidad- a la que pretende responder este libro.

La fase de contestación obrera al capitalismo liberal dio paso tras la II Guerra Mundial al régimen de acumulación fordista, basado en la producción en masa llevada a cabo en las grandes empresas verticales por los batallones de los «cuellos azules». El fordismo domesticó, sí, al movimiento obrero, el cual debía aceptar el estatus quo político y social, pero fomentó también, a fin de impedir las crisis de superproducción, la demanda de los trabajadores a través del reconocimiento de los sindicatos y del establecimiento del Estado de Bienestar.

El régimen posfordista que ha sustituido a éste en las últimas tres décadas se basa en cambio en la especialización flexible productiva, a la conquista de nichos de excelencia en los mercados globales, y en la flexibilidad de la fuerza de trabajo. Los trabajadores son en él un costo a disminuir, con el resultado de la dualización del mercado de trabajo, formado por una élite polivalente en un extremo y por una gran base de trabajo precario en el otro, la de los colectivos discriminados de las mujeres, los jóvenes y los trabajadores inmigrantes; los objetivos del Bienestar ceden ante los de la competitividad, y el discurso neo-liberal promueve el anti-sindicalismo. Cuanto más intensa haya sido la construcción jurídica de la precariedad – de la que el Estado español ha sido líder en la Unión Europea- tanto mayor ha sido en la última crisis la destrucción de empleo.

Si en el fordismo podía hablarse de la convergencia interclasista de intereses en que consiste la nación, la erosión de tal nación en el posfordismo se ha traducido en una crisis de las dos grandes familias de partidos occidentales, conservadores y socialdemócratas, crisis que ha provocado la emergencia de partidos de extrema derecha, verdes, regionalistas, nacionalistas… Los sindicatos dudan entre asumir una estrategia de contrapoder o hacer suyo el discurso empresarial de la productividad y la innovación, compensado por el concepto «blando» de partenariado capital-trabajo. Pero en este segundo caso se refuerza su crisis de afiliación y legitimidad, lo que da argumentos al discurso neo-liberal que les presenta como inútiles.

Discurso por otra parte radicalmente falso. Sin los sindicatos no existiría desregulación, sino regulación exclusiva del trabajo por el capital y disciplinamiento unilateral de los trabajadores por los empresarios en los centros de trabajo. Lo que exige de aquellos superar el doble vicio del burocratismo -anteponer sus intereses como organización a los de los trabajadores- y del corporatismo excluyente, esto es, la tentación, inducida por la segmentación actual del mercado de trabajo, de convertirse en agencias de los trabajadores de élite en perjuicio de los colectivos discriminados. Ello hace de la articulación entre sindicalismo y nuevos movimientos sociales -feministas, antirracistas, asociacionismo juvenil- una obligación inexcusable.

El posfordismo modifica por otra parte el modus operandi de la regulación. Si la escala de regulación del trabajo era en el fordismo predominantemente estatal, en el posfordismo ha emergido un abanico de escalas espaciales -local, regional, estatal, global-que actúan simultáneamente. En la escala global de la regulación coexisten antagónicamente los actores de la globalidad -organismos mundiales neo-liberales, centros financieros globales, multinacionales-, con los múltiples actores, también globalizados, y si son locales, «glocalizados», que encarnan las resistencias al discurso y a la práctica del globalismo. Ello permite además la formación, en la escala estatal y en la escala sub-estatal de los pueblos sin Estado, de alianzas nacionales distintas a las del fordismo, orientadas a la construcción de la nación por todas las fuerzas y agentes, de clase obrera o no, contrarios a las estrategias del neo-liberalismo.

El trabajo que presento tiene una doble vocación. Quiere ser por una parte un libro docente, con una ubicación universitaria en el área de Ciencia Política. Se divide en tal sentido en tres partes. La primera, titulada «Actores Colectivos» analiza a los sindicatos, y también a las patronales. Sus capítulos estudian la naturaleza de la acción colectiva obrera; la organización sindical; la acción sindical manifestada en forma de negociación, conflicto y concertación; la formación de los pilares partidos-sindicatos, así como su situación en algunos países representativos; y las organizaciones empresariales.

La segunda parte analiza lo que la teoría regulacionista llama «Regulación del Trabajo», esto es, el contexto, o estructura, de éste. Sus capítulos analizan los regímenes fordista y posfordista; el paradigma tecnológico de la especialización flexible; la empresa en red del posfordismo; la organización posfordista del trabajo, basada en la flexibilidad, la segmentación, la precariedad, y la terciarización; y los territorios, o escalas, de la regulación, local, regional, estatal y global.

La tercera parte, «Movimientos Sociales», tiene un carácter doble descriptivo y normativo. Sus capítulos describen la articulación entre movimiento obrero y movimientos sociales: el ecologismo, y aquéllos que defienden los intereses y construyen la identidad de los jóvenes, mujeres e inmigrantes; el papel que juega la formación en el posfordismo, y la acción sindical en las escalas local y global; la temática de la «crisis del trabajo» y de los continentes del trabajo doméstico y voluntario distintos del trabajo asalariado; las organizaciones agrarias altermundialistas; y la reflexión de algunos autores sobre el nuevo sindicalismo a construir. Pero este libro quiere ser algo más que un manual académico; aspira a llegar – propósito éste, lo sé, arduo de conseguir- al público más amplio que se interesa en esa cuestión central en la sociedad actual que es el mundo del trabajo.