Esta mañana me desayuno con el acuerdo alcanzado por el Consejo Europeo (17/12/2010) de ampliar el fondo de rescate para los países de la zona euro en apuros de casi 6.000 a casi 11.000 millones de Euros. Las cifras marean, como si de una carretera con muchas curvas se tratase. A mi modesto entender, son […]
Esta mañana me desayuno con el acuerdo alcanzado por el Consejo Europeo (17/12/2010) de ampliar el fondo de rescate para los países de la zona euro en apuros de casi 6.000 a casi 11.000 millones de Euros. Las cifras marean, como si de una carretera con muchas curvas se tratase.
A mi modesto entender, son dos los errores de la medida.
1) El nuevo fondo, descartada la opción de los «eurobonos», no estará operativo hasta 2013. Quiera la diosa que para aquel entonces la maldita crisis haya pasado a la historia. Excepto, con alta probabilidad, para aquellos países que ya han hecho uso de esos mismos dineros que ahora se aumentan: Grecia e Irlanda. La crisis en aquellas latitudes parece que tendrá un recorrido mayor. Ya se sabe lo que cuesta devolver un crédito, por ventajoso que éste haya sido.
Para cuando las arcas de la Unión Europea estén rebosantes de nuevos billetes probablemente ya no hagan falta. Parece más una medida de maquillaje, un mensaje de firmeza a los mercados que una medida que –por mucho que reforme el artículo 136 del Tratado de Lisboa– tenga una verdadera utilidad práctica.
2) Europa equivoca el camino. El aumento de los fondos de rescate no soluciona el problema, no coge el toro por los cuernos. Más bien, al contrario. En el fondo, la decisión de ayer, legitima los ataques especulativos a las deudas nacionales. Le dice a los especuladores: «No pasa nada, ataquen ustedes lo que quieran que estamos preparados para ello».
Es decir, se anima a continuar con la especulación, con la economía de ruleta, a seguir cargándose la soberanía de los estados o, lo que es lo mismo, el bienestar de sus ciudadanos. Los especuladores pueden ya campar a sus anchas porque los estados de la zona euro tienen la conciencia tranquila con un resorte que, según dicen, nos va a proteger a todos.
Yo, más bien, diría: Un resorte que nos va a putear a todos porque ¡ay del estado que haga uso de esos fondos ampliados! ¡»Estrictas condiciones» para su uso y disfrute, expone la reforma del Tratado! Lo que quiere decir recortes en el estado del bienestar, subida de impuestos, reducción de sueldos… como la triste experiencia griega e irlandesa nos demuestra.
No se discute, en cambio, lo que a nuestro modo de ver es lo fundamental de la cuestión: Establecer cortapisas, regulaciones, recuperación democrática en el control del capitalismo financiero. Permitir los flujos de capital, sí, pero con unos claros límites donde el perjudicado del jueguecillo sea el que se somete al riesgo, no los que vivimos en una economía real y con nada de ello tenemos que ver. La sociedad civil en su conjunto.
La ruleta va a seguir girando, el crupier dispone de más fichas que nunca pero, al final, los que siempre han asaltado la banca van a seguir haciéndolo y los que siempre se han vuelto a casa sin una perra en los bolsillos van a seguir haciéndolo también.
Cada vez me siendo más orgulloso de ser europeo. Cráneos privilegiados.
http://arcastromil.blogspot.com/2010/12/europa-se-equivoca.html
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