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Europa tiembla con vientos neoliberales

Fuentes: Rebelión

El neoliberalismo se ha lanzado con fuerza atroz contra varias naciones de la Unión Europea lo que ha provocado que se aplique su fórmula básica: enriquecer aun más a las clases altas, en detrimento de las clases media y pobre de la sociedad. Así de simple es la explicación de lo que esta pasando en […]

El neoliberalismo se ha lanzado con fuerza atroz contra varias naciones de la Unión Europea lo que ha provocado que se aplique su fórmula básica: enriquecer aun más a las clases altas, en detrimento de las clases media y pobre de la sociedad. Así de simple es la explicación de lo que esta pasando en el viejo continente.

Con una larga experiencia de fracasos desde la década de 1980 cuando se impuso su aplicación en Asia y América Latina, que llevó a la bancarrota a numerosos países, incrementó la miseria y provocó manifestaciones y caídas de gobiernos, ahora los mismos síntomas comienzan a aparecer en Europa.

Aunque los grandes medios de comunicación intentan con su culpable silencio no mencionar las consecuencias que las políticas neoliberales provocaron en México, Argentina, Ecuador, Bolivia, Nicaragua, por mencionar algunos, lo cierto es que el endeudamiento, el hambre y la pobreza se extendieron por sus países y motivaron en muchos casos, tras huelgas y movilizaciones, el cambio o la disminución de esas políticas.

No han sido solo los pueblos asiáticos o latinoamericanos los que han sufrido las consecuencias del neoliberalismo, sino también Estados Unidos, el país más poderoso del mundo, donde gran parte de sus habitantes han visto reducirse sus ingresos en los últimos 30 años; el desempleo oficial se sitúa en el 10 %; la pobreza sobrepasa los 45 millones de personas; 56 millones carecen de seguro médico y cerca de tres millones han perdido sus viviendas al no pagar los impuestos.

Como denunció recientemente el Premio Nobel de Economía, el

estadounidense Joseph Stiglitz, «las tesis neoliberales han

llevado al mundo al borde de la ruina al propugnar las

bondades económicas de los mercados libres y sin restricciones y la reducción al mínimo de las funciones del Estado a favor de la iniciativa privada».

Stiglitz explicó que «desde principios de los años 80 hasta 2007, el capitalismo desregulador al estilo estadounidense trajo mayor bienestar material solo para los más ricos en el país más rico del mundo».

Al señalar que tras la crisis financiera los dirigentes estadounidenses debieron comprender la necesidad de buscar mayor igualdad, una regulación más fuerte y mejor equilibrio entre el mercado y el gobierno, el economista enfatiza que desgraciadamente ese no ha sido el caso.

Al contrario, agregó, hay un «resurgimiento de la economía de derecha, impulsada como siempre por ideologías e intereses especiales, que amenazan una vez más a la economía mundial o al menos a las de Europa y de América (EE.UU.) donde estas ideas continúan floreciendo.

Las rancias políticas neoliberales estan llevando a la bancarrota a las naciones europeas cuyas consecuencias comenzaron a corroer a las economías más débiles como Letonia, Grecia, Rumania, Irlanda o Portugal, y le han puesto una espada en la garganta a España, Italia, Gran Bretaña.

Para tratar de salvar a las naciones en crisis se les otorgan a sus bancos, préstamos millonarios con altos intereses, en aras de que estos no dejen de pagar las deudas acumuladas, mientras se imponen a los pueblos profundas medidas de recortes sociales y se impulsan las privatizaciones, es decir, las viejas recetas ya fracasadas.

Atenas recibió el pasado año un empréstito de 110.000 millones de euros y en estos días la Unión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional (FMI) le entregarán otros 120 000 millones para que no caiga en el impago (default) de su deuda internacional cuyos principales acreedores son Alemania y Francia. Es un cubo sin fondo que mientras más dinero eche, más se desperdicia.

Para obtener los enormes parches de capitales, Grecia fue obligada a imponer un recio plan de austeridad con recortes de sueldos y pensiones, elevación impositiva a los productos de primera necesidad, disminución al máximo en los gastos públicos y sociales y la privatización incondicional de las propiedades estatales. Los analistas aseguran que si en estos momentos en esa nación una cada cinco personas vive por debajo del nivel de pobreza, en los próximos cinco años esa cifra se duplicará.

El país helénico ha puesto todo en venta, desde trenes, puertos, aeropuertos, bancos, correos, loterías, electricidad, empresas de agua hasta las autopistas con el fin de recaudar 50 000 millones de euros para el 2015 y reducir la enorme deuda del país (de unos 350 000 millones de euros).

Irlanda, que recibió un salvataje financiero de 85 000 millones de dólares, encausó un plan de ajuste presupuestario de 15 000 millones de euros para reducir en cuatro años su déficit.

Mientras los bancos irlandeses reciben los empréstitos, se rebajaron 2 800 millones de euros de gastos sociales, se despedirán 25 000 trabajadores públicos, se reducirá el salario mínimo, se encarecerán las matrículas universitarias y aumentarán en más de 20 % los Impuestos sobre el Valor Añadido (IVA).

Una reciente comisión de la UE y del FMI que visitó Dublín, evaluó de satisfactoria la marcha de las medidas. O sea, aprieten las tuercas que estamos ganando.

Portugal se tuvo que montar en el mismo carro de reducciones sociales para poder recibir el salvamento financiero pues su deuda pública alcanza los 161 000 millones de euros, cifra que ronda el 82 % de su PIB.

Las recetas fueron las mismas: reducciones sociales en contra de los trabajadores y el pueblo en general, con un desempleo del 11 %.

España ha ido introduciendo reducciones y medidas para rebajar el gasto público y sufre un índice de desempleo de 19,8 %. Muchos aseguraban que el país ibérico se convertiría en el próximo en caer pero se ha mantenido en la cuerda floja pese a las grandes manifestaciones y huelgas de protestas por las acciones antisociales tomadas por el Ejecutivo.

Inmersa en los mismos problemas, Italia, la tercera economía de la Eurozona, integrada por 17 países (27 la Unión Europea) resultó el próximo candidato.

El Senado aprobó con urgencia un estricto plan de austeridad de 70 000 millones de euros (99 000 millones de dólares) con gran incidencia en la salud, que busca convencer a los mercados de que su economía no se sumergirá en la crisis financiera. La deuda soberana italiana es la mayor de la Eurozona y alcanza al 120 % del PIB.

La declaración del ex ministro de Defensa, Antonio Martino en una entrevista al diario Il Corriere della Sera parece recoger el sentir de la población en general: «Este plan es una cochinada, golpea a los más pobres».

Pero los ajustes o tensiones no se han limitado a los países de la zona euro. En Gran Bretaña, el gobierno conservador del primer ministro David Cameron impuso recortes presupuestarios profundos que provocan grandes malestares entre la población.

En Francia, donde han sido continuas las protestas contra el alto costo de la vida, el presidente Nicolás Sarkozy logró que la Asamblea Nacional sancionara duros recortes para reducir el déficit del Estado en 2011 de 152.000 a 92.000 millones de euros.

Otro frente deficitario parece abrirse en la UE con el anuncio de la subida del costo de la deuda en Bélgica que se situó en el 100 % del ingreso nacional.

Si en décadas anteriores América Latina se debatía entre manifestaciones obreras y campesinas que rechazaban las recetas neoliberales que imponían el FMI, el Banco Mundial (BM) a instancias de Estados Unidos y la Unión Europea, hoy le ha tocado el turno a millones de habitantes del viejo continente, que tendrán que continuar en las calles para reclamar sus legítimos derechos.

 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.