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Europa y Canadá abren el camino hacia el TTIP

Fuentes: Rebelión

La Unión Europea firma el CETA, el mayor tratado económico bilateral de su historia. El acuerdo restará soberanía democrática y margen de movimiento a los gobiernos. La Unión Europea y Canadá han firmado en Bruselas el polémico Acuerdo Económico y Comercial Global , más conocido como CETA (acrónimo de Comprehensive Economic and Trade Agreement), un […]

  • La Unión Europea firma el CETA, el mayor tratado económico bilateral de su historia.
  • El acuerdo restará soberanía democrática y margen de movimiento a los gobiernos.

La Unión Europea y Canadá han firmado en Bruselas el polémico Acuerdo Económico y Comercial Global , más conocido como CETA (acrónimo de Comprehensive Economic and Trade Agreement), un tratado de libre comercio destinado a facilitar los intercambios económicos entre las potencias a uno y otro lado del Atlántico y el mayor acuerdo comercial bilateral suscrito hasta ahora por la Unión Europea .

El CETA es una versión de menor envergadura que el Tratado Transatlántico para el Comercio y la Inversión (TTIP), a pesar de sus más de 1.600 páginas. Sus características son similares en ambos casos, la gran diferencia radica en que Canadá tiene una economía doce veces más pequeña que la de EEUU, lo que supone una menor repercusión. El CETA contiene medidas acordadas entre la UE y Canadá para eliminar las barreras al comercio entre ambos y fija las normas en la que estarán basados los futuros intercambios: 13 capítulos en los que se regulan las tarifas aduaneras, el acceso a los mercados, la participación de empresas extranjeras en los concursos públicos o el reconocimiento de títulos. Se establecen también los estándares de protección alimenticia -la legislación canadiense es más laxa que la europea-, sanitaria o medioambiental a respetar. La parte más polémica, y una de las más extensas, es la que trata la protección de los inversores a uno y otro lado del Atlántico y la creación de tribunales supranacionales al servicio de las multinacionales.

Los partidarios del acuerdo indican que el CETA aumentará el comercio entre Canadá y la Unión Europea en un 20 por ciento y que impulsará a la economía del bloque en 12.000 millones de euros al año y a la de Canadá en 12.000 millones de dólares canadienses. No hay informes públicos que contrasten estos datos. El acuerdo reduce las tasas aduaneras para un gran número de productos y estandariza normas para favorecer los intercambios y para cambiar profundamente las relaciones comerciales. Canadá gana mayor y mejor acceso a un mercado de 500 millones de personas, con ventajas para sus empresas que no tienen otras grandes potencias económicas como Estados Unidos o Japón y las empresas europeas se ahorrarán más de 500 millones de euros al año en aranceles y aumentarán su cuota de acceso a las licitaciones públicas en Canadá.

Los detractores, que se cuentan por millones, exponen que las multinacionales de ambas regiones podrán entrar a competir en los sectores más protegidos y regulados de cualquier nación soberana: el sector financiero, el energético y el de las telecomunicaciones. El CETA lleva implícito lo peor de la globalización y del liberalismo económico, dejando completamente desprotegidos a los pequeños negocios y productores y dando todo el poder a las multinacionales. De esta forma se rebajarán los estándares de protección del consumidor y el medio ambiente, se pondrá en riesgo los derechos laborales y se favorerá la privatización de los servicios públicos.

Según diferentes organizaciones de acción social como el Consejo de los Canadienses o Global Justice, el CETA provocará la caída del Producto Interior Bruto tanto de la UE como de Canadá, conllevará la pérdida de cientos de miles de empleos en los próximos años y presionará a la baja los salarios. Las ONG y partidos políticos que rechazan el acuerdo miran a sus aspectos cualitativos, ya que restará soberanía democrática y margen de movimiento a los gobiernos.

El acuerdo entra en vigor de inmediato, pero tiene carácter provisional, ya que el Tribunal de Justicia de la Unión Europea tendrá que pronunciarse sobre la legalidad de los tribunales de arbitraje incluidos en el acuerdo que permitirán a las multinacionales denunciar a los Estados sin pasar por el sistema de justicia ordinaria e independiente de cada país. Además, todos los países de la Unión Europea tendrán que ratificarlo y existen reticencias (Rumanía y Bulgaria).

@SrPotatus

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.