La injerencia estadounidense en Venezuela ha aumentado peligrosamente a medida que se acercan las elecciones presidenciales del 3 de diciembre, alertó el miércoles en París la abogada venezolana-estadounidense Eva Golinger, autora de dos libros sobre las relaciones entre Washington y Caracas.«Estados Unidos está atacando en tres frentes: la financiación de la campaña del candidato de […]
La injerencia estadounidense en Venezuela ha aumentado peligrosamente a medida que se acercan las elecciones presidenciales del 3 de diciembre, alertó el miércoles en París la abogada venezolana-estadounidense Eva Golinger, autora de dos libros sobre las relaciones entre Washington y Caracas.
«Estados Unidos está atacando en tres frentes: la financiación de la campaña del candidato de la oposición, Manuel Rosales, el terrorismo diplomático o uso de estructuras multilaterales para agredir a Venezuela, y la guerra psicológica», explicó Golinger en una rueda de prensa en la capital francesa.
Según esta abogada, que publicó en 2005 «El Código Chávez» y acaba de lanzar «Bush versus Chávez: la guerra de Washington contra Venezuela», Washington no deja de «manipular y asociar a Caracas con un eje del mal que lo vincula a países como Cuba, Irán o Corea del Norte».
«Dentro de su guerra psicológica, Estados Unidos desea que la opinión pública de Venezuela y de fuera del país crea que Chávez es un dictador asociado con el terrorismo que va a desestabilizar América Latina entera», declaró.
Según Golinger, de esta forma, Washington desea aislar a este país sudamericano e impedir que los venezolanos voten por Chávez, ya que «creerán que les conduce a la guerra contra Estados Unidos y contra el mundo».
Esta abogada comenzó a investigar la influencia estadounidense en Venezuela tras el fallido golpe de Estado contra el presidente Hugo Chávez en abril de 2002, gracias a la ley estadounidense de acceso a la información que le ha permitido acceder a numerosos documentos, algunos de ellos confidenciales.
En su primer libro, que acaba de ser traducido al francés, Golinger intenta demostrar que Estados Unidos sabía cinco días antes del 11 de abril de 2002 que habría un golpe de Estado en Venezuela. «Hasta hoy, el gobierno de Bush lo niega, pero ya sabemos que Estados Unidos tarda entre 20 y 30 años en admitir sus errores», explicó.
Golinger asegura que desde 2002 y con el fin de «fortalecer la oposición y derrocar a Chávez, Estados Unidos interviene en Venezuela por medio de asociaciones como la National Endowment for Democracy (NED) o la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo (USAID), presentes en Caracas y que normalmente deberían impulsar la democracia y la prosperidad».
En su segundo libro, entre otras cuestiones, Golinger explica que desde 2002, la presencia militar estadounidense en América Latina alcanzó niveles desconocidos desde la guerra fría.
«Estados Unidos está en la isla de Curaçao (Antillas holandesas), que está frente a las costas venezolanas, en la frontera entre Venezuela y Colombia y realiza maniobras militares de gran envergadura en el Caribe. Esto demuestra el aumento de nivel de agresión contra Venezuela», citó.
Desde la publicación de sus libros, Golinger ha cambiado Estados Unidos por Venezuela, «un lugar menos represivo» para vivir. Asegura que el gobierno de Washington no la ha «molestado» directamente, pero sí está considerada por el departamento de Estado como «responsable del aumento de tensión entre Caracas y Washington».
Por último, Golinger consideró que la victoria de los demócratas en las elecciones legislativas estadounidenses no cambiará «en absoluto» la política hacia Venezuela.
«La nueva presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, fue la primera demócrata que se pronunció contra Chávez tras su discurso del pasado septiembre en la ONU y lo calificó de dictador ordinario», recordó la abogada.
Según esta letrada, las relaciones entre ambos países podrían «incluso empeorar» porque «a los demócratas les gusta entrometerse en América Latina con intervenciones discretas y casi clandestinas y son los primeros que financian organizaciones como la NED o la USAID».