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¿Existe el Estado profundo? ¿Es posible un gobierno mundial?

Fuentes: Rebelión

Pensar en la posibilidad de un gobierno mundial o de una gobernanza global parecería lógico si se toma en cuenta que el mundo de hoy a nivel económico y político esta interconectado. Los flujos de capital que se movilizan entre las diversas bolsas de valores del mundo inciden sobre el desarrollo de la economía real […]

Pensar en la posibilidad de un gobierno mundial o de una gobernanza global parecería lógico si se toma en cuenta que el mundo de hoy a nivel económico y político esta interconectado. Los flujos de capital que se movilizan entre las diversas bolsas de valores del mundo inciden sobre el desarrollo de la economía real de todos los países y una crisis que estallara en cualquiera de los grandes mercados financieros generaría consecuencias corrosivas sobre el sistema capitalista.

En la reunión del G-20 de 2009, Francia y China pusieron en tela de juicio la condición del dólar como moneda mundial y exigieron que EEUU se comprometiera a defender el valor del dólar. En otro encuentro internacional de economistas realizado en La Habana, capital de Cuba, ese mismo año, Robert Mundell, considerado uno de los arquitectos del euro planteó la necesidad del establecimiento de un Banco Central Mundial.

En el mundo existen una serie de reuniones y encuentros como el Foro Económico Mundial, que se reúne todos los años en la ciudad de Davos, Suiza, y del denominado Grupo de Bilderberg, fundado en 1954, en donde participan representantes de las grandes corporaciones multinacionales más importantes del mundo, periodistas, ideólogos e intelectuales, ministros de estados, formuladores de políticas de las grandes potencias e incluso hasta presidentes y primeros ministros, en donde se discuten y se intercambian puntos de vista sobre la situación presente y en torno al futuro del capitalismo.

Lo anterior ha dado paso a lo que algunos denominan teoría de la conspiración, que es una gigantesca especulación en torno al hecho de que existe una colusión de intereses económicos de EEUU y Europa y posiblemente asiáticas que se ponen de acuerdo para sus metas y objetivos a nivel mundial.

La primera vez que nos familiarizamos con esas teorías de la conspiración fue en la década de 1970, cuando a nuestras manos llegaron algunos textos de Lyndon LaRouche (1922-2019) en donde este se presentaba como una personalidad destacada del partido demócrata de EEUU, aparte de ser el presidente de una denominada Fundación Schiller que era una especie de centro de investigaciones políticas y económicas. LaRouche afirmaba que el único imperialismo que realmente existía era el británico y que EEUU en el fondo seguía siendo una colonia económica de Inglaterra. También afirmaba que hay una serie de organizaciones entre EEUU y el Reino Unido funcionaban como cordón umbilical de intereses que mantenían a EEUU bajo la férula de la oligarquía británica e incluso llega a afirmar que estos intereses británicos querían la desintegración de los EEUU.

Lo cierto es que después de la Guerra Fría las teorías de la conspiración se han difundido ampliamente a través del ciberespacio y hace unos días escuchamos en el programa de Hispan TV, Detrás de la razón, dirigido por el periodista mexicano Roberto de la Madrid, en donde preguntó a uno de sus invitados que si el Estado profundo existía y qué era. El invitado contestó que el Estado profundo era una colusión de intereses económicos y políticos anglosajones cuyo centro era el Reino Unido. Esta afirmación por parte de este entrevistado era una reproducción de las afirmaciones de Lyndon Larouche y dio otros detalles que coinciden con las ideas del ya mencionado.

El problema de estos argumentos es que los hechos históricos no sustentan estas tesis porque el imperialismo es un fenómeno general resultante del desarrollo del capitalismo monopolista en EEUU, Europa y Japón, que se repartió el mundo a fines del siglo XIX en imperios coloniales y esferas de influencia y que se expresan en los imperialismos estadounidenses, inglés, francés, alemán, japonés, etc. En los últimos años países como China, Corea Del Sur o Rusia se han sumado al club de países exportadores de capital. También hay que tomar en cuenta la ley del desarrollo desigual que establece que las diferencias de las potencias capitalistas en ascenso con las potencias desarrolladas de capitalismo maduro genera grandes contradicciones que pueden generar guerras y conflictos como las dos guerras mundiales del siglo XX y que se repite en el litigio geopolítico entre EEUU y China.

Lenin escribía por los alrededores de 1916 sobre la imposibilidad de la consigna de los Estados Unidos de Europa precisamente en base a la ley de desarrollo desigual. Y esto es lo que explica en parte las contradicciones y conflictos que se dan dentro de la Unión Europea que hasta ahora han hecho inviable la concreción de que la UE salte a una confederación política. Incluso es lo que explica el fenómeno del brexit.

Es evidente y lógico pensar que en los países capitalistas existen intereses económicos que actúan como poderes faticos que inciden directa e indirectamente en las decisiones políticas de los estados nacionales. Las reuniones como las del grupo de Bilderberg son el producto de las relaciones que existen entre los poderes económicos del sistema capitalista en varias partes del mundo y en ellas discuten los problemas que afectan al conjunto del sistema. Aparte del grupo Bilderberg, existió la denominada Comisión Trilateral y el Grupo Koenisberg y que tuvieron una vida efímera en la década de 1970. Pero en nuestra opinión y nos basamos en la ley del desarrollo desigual, las contradicciones generadas ya sea por la coincidencia o del choque de intereses dentro del capitalismo y que son muy reales, la posibilidad de que poderes fácticos estén acariciando la idea de un gobierno mundial es poco probable y resulta una especulación exagerada. Las conspiraciones existen y son un factor político importante en el mundo de hoy pero no es lo único determinante.

La teoría de la conspiración ha llegado a tal nivel que algunos de sus promotores han invalidado las revoluciones políticas al calificarlas como instrumentaciones de poderes fácticos en la sombra. Estas teorías promovidas desde la década de 1970 invalidan toda la sociología política contemporánea y no toman para nada en cuenta las luchas y el protagonismo político de las masas plebeyas en sus diversas expresiones. Dicho en palabras más claras, es una interpretación elitista de los acontecimientos políticos y económicos del mundo de hoy que destaca el papel de las clases dominantes como el factor mas decisivo.

En el mundo de hoy y siempre ha sido así, hay poderes fácticos que inciden directa o indirectamente en la vida política de las naciones. En el caso de EEUU los organismos que componen la denominada comunidad de inteligencia, el Pentágono, el peso de WS, la Reserva Federal, los medios de comunicación, las multinacionales y otros lobbies, son realidades políticas e institucionales que no son elegidas en procesos electorales. Presidentes y congresistas cambian pero estos organismos e intereses no. Es muy normal y lógico que estos últimos defiendan sus espacios e intereses independientemente de los inquilinos de turno de la Casa Blanca y del Congreso. Situaciones similares se dan dentro de la Unión Europea. ¿Es lo anterior suficiente para denominar este fenómeno como Estado profundo? ¿Es lo anterior suficiente base para afirmar que hay una mano que mueve la cuna de los acontecimientos políticos? La metodología e investigaciones que acometen los sociólogos y politólogos nos indican que no. Por tanto, las denominadas teorías de la conspiración son especulaciones exageradas y fantasiosas que generan confusión y obnubilación ideológica.

Miguel Ángel Ramos Estrada, economista.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.