Hay en el mundo más de un país que pudiera adoptar la idea del presupuesto multianual, sobre todo aquellos que tienen regiones pobres y ricas. No todo debe ser dejado al destino de una batalla política anual y ni las decisiones tomadadas en el centro político. La Unión Europea es un caso de referencia. Planear el gasto en una perspectiva de siete años permite definir prioridades y concretar metas de largo plazo. También ahorra una que otra discusión decembrina
Una reunión de los ministros de Finanzas de la Unión Europea (UE) el pasado 16 de noviembre señala el comienzo de lo que será, seguramente, el centro de una de las principales batallas en la política europea en los próximos dos años: la perspectiva financiera de los presupuestos de la unión para el periodo 2007-2013.
La UE financia sus actividades mediante un presupuesto anual, cubierto en 75 por ciento con los recursos de los países miembros y el resto con transferencias de impuestos, IVA y tarifas aduanales. Lo que hace a este ejercicio presupuestal asunto especial es que, aparte de las asignaciones anuales de los gastos -de manera similar al resto del mundo-, las finanzas de la UE están guiadas por una perspectiva multianual, que se ha seguido ya durante siete años.
Formalmente, el gasto que se aplica de manera anual y el que se proyecta en términos multianuales no puede ser más alto que 1.24 por ciento del ingreso nacional de los países miembros, lo que equivale a cerca de 124 mil millones de euros considerados a precios de 2004. No obstante, tanto el gasto anual como el fijado para un periodo más largo, se limitan a menos de 100 mil millones de euros al año, es decir, poco menos de 1 por ciento del ingreso nacional del conjunto de los países miembros.
De hecho, la introducción del marco multianual en las perspectivas de financiamiento de la UE no fue resultado de una elección técnica, sino más bien una solución política adoptada frente a las crecientes tensiones registradas durante la década de los 80 en torno del financiamiento de la unión. Cada año se hacía más difícil arribar a un compromiso entre los países miembros sobre los criterios presupuestarios comunes. Esto involucra la determinación de aquellos que reciben mayores beneficios derivados del gasto y, también, la fijación de las cuotas de los miembros.
Fue de la experiencia de esas tensiones que los miembros de la antigua UE (antes de la reciente expansión) decidieron en los años 90 que lo más indicado sería ahorrarse las tormentas políticas anuales y, en cambio, crear un marco de gestión diferente para la planeación presupuestal y el financiamiento. Este marco ha hecho posible plantear proyectos ambiciosos de inversión en infraestructura en la zona de la Europa oriental; de renovación y protección del ambiente a largo plazo, o bien, de financiamiento de proyectos de educación, salud o protección a los grupos minoritarios en Europa.
Al mismo tiempo, en este marco se dan las batallas políticas y económicas dentro de la UE. España, por ejemplo, halla difícil despedirse de su anterior clasificación de «pariente pobre», que le daba acceso a la generosa ayuda del presupuesto de la unión. Los recursos se destinan ahora a Europa oriental, y España tiene que redefinir su condición.
Alemania y Francia, dos de las principales contribuyentes al presupuesto anual y multianual, quieren limitar el gasto de la UE. Además, Alemania quisiera que aquellos que reciben ayuda multianual acepten que el «tío rico» tiene derechos especiales, por ejemplo incurrir en déficit más grandes en su presupuesto nacional. Inglaterra busca la manera de pagar menos al presupuesto común de lo que su ingreso nacional indica. Los países con menor poder político y con un sector agropecuario más débil, quisieran una reforma a los subsidios a la agricultura, que consumen más de un quinto del presupuesto total. Francia, y ahora también Polonia, están totalmente en contra de tal iniciativa
Estas cuestiones tienen que ser consideradas para evitar confusiones o, más aún, para no idealizar el proceso por el cual se aprueba el presupuesto y los criterios sobre los cuales se construye. Es siempre necesario recordar que todo presupuesto refleja conflictos y tensiones sociales sobre la distribución del ingreso. Es tambien conventiente recalcar que el proceso está lleno de compromisos políticos entre los líderes de los estados miembros, que los intereses de los países grandes son siempre tomados en cuenta, que las decisiones no son siempre racionales, sino guiadas por intereses particulares, como los del sector agrícola o de las multinacionales europeas.
Pero aun cuando estas reservas sean tomadas en cuenta, hay que reconocer que al planear en una perspectiva financiera de siete años, la unión puede definir prioridades y establecer el marco presupuestario para concretar metas de largo plazo. Hay que recordar también que miles de millones de euros son transferidos a los países más pobres de la UE, permitiéndoles así una planeación económica y social del desarrollo a mediano plazo, sin tener que librar batallas anuales.
Así, para el periodo 2007-2013 la Comisión Europea ha propuesto tres prioridades: ayuda a regiones relativamente pobres con un producto per cápita menor a 75 por ciento del promedio de la unión; promoción del empleo en regiones urbanas y rurales en crisis, combatiendo la exclusión social y la marginación de ciertos grupos y la ayuda a iniciativas transfronterizas para solucionar problemas comunes. Ahora serán los gobiernos y los parlamentos nacionales, además del europeo, los que decidan si tales prioridades son aceptables.
Los textos presupuestarios usarán siempre el lenguaje políticamente correcto, los objetivos estarán siempre expresados en términos del bienestar común, el progreso de las regiones débiles, el universalismo y la transparencia en lo que se refiere a la distribución de los recursos. Eso es característica del presupuesto de la UE como de todo otro presupuesto aprobado por gobiernos y políticos. Lo que UE ha contribuido es a mostrar una forma de llegar, con un proceso decentralizado y de consenso, a la materialización de ofertas de solidaridad, ayuda mutua y desarrollo social.
Hay en el mundo más de un país que pudiera adoptar la idea del presupuesto multianual, sobre todo aquellos que tienen regiones pobres y ricas. No todo debe ser dejado al destino de una batalla política anual y no todo debe ser una decisión tomada en el centro político.
Cabe repetir que el modelo multianual, por lo menos como ha sido aplicado en la UE, tiene grandes defectos. La corte de auditores de la unión anualmente critica la forma en que los fondos son manejados. Todo esto no evitará que en los próximos dos años la UE encuentre los compromisos políticos necesarios y que al final de cuentas, la perspectiva financiera para 2007-2013 salga adelante.