El abogado Pedro Medrano, uno de los responsables del Programa de Alimentos de Naciones Unidas, opinó hoy que el crecimiento de los países de América Latina depende de que la población esté bien alimentada y cifró entre 104.000 y 174.000 millones de dólares anuales el coste del hambre y la malnutrición.Medrano, director regional para América […]
El abogado Pedro Medrano, uno de los responsables del Programa de Alimentos de Naciones Unidas, opinó hoy que el crecimiento de los países de América Latina depende de que la población esté bien alimentada y cifró entre 104.000 y 174.000 millones de dólares anuales el coste del hambre y la malnutrición.
Medrano, director regional para América Latina y el Caribe del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas, defendió en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo de Santander (UIMP) la idea de que para erradicar la pobreza hay que atajar primero el hambre y la malnutrición, y no a la inversa, y subrayó que el crecimiento económico está ligado al estado nutricional de la población.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) cifra en 25.000 millones de dólares anuales el coste de la eliminación del hambre, una cantidad «muy pequeña» si se tienen en cuenta los beneficios económicos para esos países.
Según Medrano, el coste del hambre y la malnutrición en Latinoamérica es de entre un 6 y un 10 por ciento del Producto Interior Bruto de cada país, de 104.000 a 174.000 millones de dólares anuales, debido a la mortalidad infantil, los altos costes sanitarios, provocados por el incremento de las enfermedades, o las pérdidas de productividad.
En su intervención en un curso de la UIMP sobre «Hambre y Pobreza. Emergencias y Desarrollo», el representante de las Naciones Unidas defendió la lucha contra el hambre y la malnutrición como una causa y no una consecuencia de la pobreza.
En su opinión, es necesaria una intervención directa estratégica, porque el derecho a la alimentación es la base del derecho a la vida y porque está demostrado que por cada punto que se reducen los niveles de malnutrición la pobreza baja un 4 por ciento.
Para reforzar sus argumentos, Medrano puso como ejemplo el caso de la anemia provocada por la falta de hierro, que impide a la población trabajar y que causa unas pérdidas en América Latina de unos 69.000 millones de dólares al año.
El abogado chileno hizo hincapié en la lacra de la malnutrición infantil, que afecta a 55 millones de niños latinoamericanos y cuya erradicación debe ser «la primera prioridad», dijo.
Aseguró que por cada dólar que se invierte en nutrición infantil, el país recibe diez, tras lo que cifró en entre 70.000 y 140.000 millones de dólares anuales el coste de la mala alimentación infantil en los países de América Latina, un problema que podría resolverse con una inversión de 3.000.
Tras recordar que el 80 por ciento del cerebro de un niño se forma en los primeros 18 meses de vida, Medrano advirtió de que todas las inversiones que se hagan en educación, empleo o salud serán «insuficientes», porque un niño mal alimentado pierde las oportunidades de aprovecharlas, al bajar su rendimiento escolar o su capacidad para trabajar.
Según este experto de Naciones Unidas, se dedica una inversión mínima a esos niños y ahí, añadió, «está la esencia y el nudo del problema», porque después se tiene que dedicar un tercio del gasto público a abordar las enfermedades derivados de la malnutrición.
«Si hay algo en lo que nos hemos equivocado todos es en que no hemos invertido en esa etapa y hemos dedicado mucho tiempo a hablar de cambios estructurales y otras cosas muy lindas», apostillo.
Medrano advirtió de que el hambre provoca también inestabilidad política y social y avisó de que hay «síntomas latentes» en muchos países de la región de América Latina y Caribe que pueden causar cambios en los gobiernos por presiones sociales.