Estados Unidos necesita admitir que Brasil es una potencia global y tratarlo como tal, sostiene un informe publicado en Washington por el influyente Council on Foreign Relations. Tal tratamiento debe incluir un apoyo total del gobierno de Barack Obama a la pretensión brasileña de obtener un asiento permanente en un Consejo de Seguridad de la […]
Estados Unidos necesita admitir que Brasil es una potencia global y tratarlo como tal, sostiene un informe publicado en Washington por el influyente Council on Foreign Relations.
Tal tratamiento debe incluir un apoyo total del gobierno de Barack Obama a la pretensión brasileña de obtener un asiento permanente en un Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ampliado, afirma el documento de 109 páginas titulado «Global Brazil and U.S.-Brazil Relations» (El Brasil global y las relaciones Estados Unidos-Brasil), que se publicó el día 12 y se presentó a la prensa este jueves 14.
«Un apoyo formal de Estados Unidos a Brasil ayudaría a superar la sospecha del gobierno brasileño acerca de que el compromiso estadounidense con una relación madura y entre iguales no es más que retórica», sostiene el documento elaborado por un grupo de 30 expertos presididos por el expresidente del Banco Mundial, James Wolfensohn, y el exsecretario (ministro) de Energía, Samuel Bodman.
Entre otras recomendaciones, el informe reclama una «comunicación abierta y regular» entre presidentes y altos funcionarios de los dos países, la creación de una oficina de asuntos brasileños en el Departamento de Estado y de un mecanismo de alto nivel en el Consejo Nacional de Seguridad para coordinar las muchas agencias de este país que tratan con Brasil, y la eliminación de los aranceles a la importación de etanol brasileño, un elemento de permanente irritación de las relaciones bilaterales.
«Brasil superó su estatus de país más grande y más rico en recursos de América Latina, para contarse ahora entre las potencias fundamentales del mundo», afirma el texto. «Las autoridades estadounidenses deben reconocerlo como actor global, tratar su emergencia como una oportunidad para Estados Unidos y trabajar con él para desarrollar políticas complementarias».
Ese reconocimiento requiere que Washington se haga a la idea de la independencia de Brasilia en materia de política exterior, inclusive en asuntos como el diferendo internacional por el programa nuclear de Irán, que Brasil intentó solucionar el año pasado junto a Turquía, causando el fastidio del gobierno de Obama.
«Como Estados Unidos nunca superó la idea de que Brasil debería alinearse con sus políticas…, no manejó las diferencias sobre este problema como lo hace con muchas otras diferencias que sostiene con otros países del bloque BRIC» (Brasil, Rusia, India y China), indicó David Rothkopf, ex miembro del Consejo Nacional de Seguridad y uno de los redactores del informe.
Rusia y China ya tienen asientos permanentes en el Consejo de Seguridad de la ONU, y Obama apoyó el año pasado la candidatura india.
«Este tipo de doble discurso… es la fuente del escepticismo de Brasil sobre la sinceridad con que Estados Unidos saluda su avance», escribió Rothkopf en su blog. La publicación del informe constituye «el más reciente temblor de un cambio tectónico en la forma en que Estados Unidos observa el papel de las potencias emergentes», agregó.
Hace más de una década que expertos e instituciones como Brookings Institution e Inter-American Dialogue reclaman a Washington que preste mucha más atención a Brasil en sus políticas.
Un mes después de la investidura del expresidente George W. Bush (2001-2009), otro grupo de trabajo del Council on Foreign Relations, en el que predominaban inversores, empresarios, cabilderos y exdiplomáticos, publicó una carta abierta instando al nuevo mandatario a establecer «una estrategia de alto nivel y un diálogo estratégico y cooperativo con los gobernantes brasileños».
«Brasil es demasiado importante en todo lo que está pasando en América del Sur como para sostener una política de benigno abandono», advertía la carta, ignorada por la administración Bush que pronto se vio mucho más preocupada por lo que pasaba en Medio Oriente y Asia meridional.
Pero lo que era cierto sobre Brasil en América del Sur una década atrás se aplica cada vez más al mundo. La nación sudamericana de 190 millones de habitantes juega un papel clave en un abanico de asuntos que van desde el cambio climático y la energía hasta la seguridad alimentaria, la lucha contra la pobreza y la paz y la seguridad internacional, sostiene el informe.
Es que ese país «es y seguirá siendo una fuerza integral en la evolución de un mundo multipolar», proclama el texto. «Es el quinto mayor territorio, tiene la quinta mayor población y la octava economía» y se encamina a ser la quinta economía en sólo unos años.
El gobierno de Obama parece estar tomándose el tema con más seriedad, pese a las diferencias que se manifestaron ante el golpe de Estado de 2009 en Honduras, las negociaciones secretas entre Estados Unidos y Colombia para ocupar varias bases militares en ese país y la política en Medio Oriente.
Esos elementos llevaron al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2011) a expresar su creciente decepción con su par Obama poco antes de entregar el mando a su sucesora, Dilma Rousseff.
La investidura de Rousseff ofreció una oportunidad de relanzar la relación, y en su visita de marzo a Brasilia, Obama llevó no menos de siete ministros y otros altos funcionarios.
«El viaje de Obama fue alentador, así como su afirmación de que el ascenso de Brasil constituía un elemento de interés para Estados Unidos», dijo la exembajadora en Brasilia, Donna Hrinak, que habló ante la prensa este jueves junto con la directora del grupo que redactó el informe, Julia Sweig.
Pero, para molestia de su anfitriona, Obama se abstuvo de suscribir formalmente la candidatura de Brasil al Consejo de Seguridad, que sí había prodigado a India cuando viajó el año pasado a Nueva Delhi.
«Los brasileños quieren un asiento en el Consejo de Seguridad y la eliminación de los aranceles a su etanol», dijo el presidente del Inter-American Dialogue, Michael Shifter.
La velocidad con la que Washington debería dar el primer paso dividió al grupo redactor del informe. Nueve de ellos reclamaron que «empiece el trabajo diplomático» para suscribir la candidatura de Brasil a miembro permanente del Consejo de Seguridad.
La mayoría, en cambio, pidió un apoyo inmediato, seguido de consultas con otros países de la región y de un «intenso diálogo» con Brasil sobre «asuntos de gobernanza regional, multilateral y global».
Esta opción, opina el grupo minoritario, corre el riesgo de generar «reacciones adversas de aliados clave de Estados Unidos en América Latina, que verían la elección de Brasil como un bloqueo a sus propias ambiciones multilaterales».
Otro grupo de cinco redactores -Hrinak, Sweig y Rothkopf entre ellos- creen que la recomendación de un respaldo inmediato seguido de consultas tampoco va tan lejos como debería.
«Es un mensaje equivocado a Brasil y al mundo», sostuvieron. «Si Estados Unidos apoya, como ha dicho Obama, estructuras de liderazgo de las instituciones internacionales que reflejen mejor las realidades del mundo, debe apoyar sin más la candidatura de Brasil».