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«Falso positivo»

Fuentes: Aporrea

Este término, tan desprestigiado por su terrible origen como práctica «contrainsurgente» del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, en el que se asesinaban civiles, campesinos, y después se les colocaban uniformes de las «FARC» o del «ELN», para decir que eran guerrilleros caídos en «combate», y así adjudicarlo o mostrarlo como un éxito del Ejército colombiano, […]

Este término, tan desprestigiado por su terrible origen como práctica «contrainsurgente» del gobierno de Álvaro Uribe Vélez, en el que se asesinaban civiles, campesinos, y después se les colocaban uniformes de las «FARC» o del «ELN», para decir que eran guerrilleros caídos en «combate», y así adjudicarlo o mostrarlo como un éxito del Ejército colombiano, ha sido utilizado por el gobierno de Maduro para referirse al fenómeno, nunca visto en nuestra historia, de la masiva salida del país, de más de 2,3 millones de venezolanos, según reportes de la ONU.

Ha dicho el mismo Maduro que este tema es «un falso positivo», para agredir al país. De esta forma, insiste el gobierno en ignorar, minimizar o subestimar este fenómeno, que no sólo es real, sino que desgarra a la familia venezolana, y que es una carga de profundidad contra nuestras posibilidades de reconstrucción de la patria. Se van todos los que pueden, pero sobre todo, nuestros jóvenes y profesionales. Es un duro golpe al alma de la patria: cada partida, cada emigrante, tiene una triste historia que contar, una experiencia dura que vivir, un volver a empezar y en muchos casos, implica ser sometidos a todo tipo de maltratos y vejámenes en tierras extranjeras.

A mí en lo personal, no deja de conmoverme, indignarme y entristecerme, saber de las historias, algunas de manera directa, otras referidas por relacionados y amigos, de nuestros jóvenes, trabajadores, profesionales, encarando esta nueva condición en el exterior y, sin perder lo «afirmativo venezolano», en el sentido de Augusto Mijares, asumir con dignidad y coraje la realidad del emigrante.

Esta es una nueva condición, inesperada, producto de una situación de deterioro de las condiciones de vida en el país, que hizo insostenible su situación económica, social, de seguridad, calidad de vida; la propia y la de sus hijos o padres, optando por salir del país, buscando un futuro para él o ella y los suyos, o para poder sostener desde afuera a los que quedaron en casa.

Aún sigo sin entender por qué el gobierno ha sido tan torpe y cruel en el tratamiento de este grave problema. El madurismo los trata como enemigos, los desconoce, los insulta, los abandona en el exterior. La Cancillería no les brinda protección consular, ni humanitaria en los países donde llegan nuestros compatriotas; mucho menos exige respeto y la garantía de derechos para los nuestros a los gobiernos extranjeros de esos países.

El gobierno no plantea ninguna estrategia seria de retorno (más allá del show de un avión que regresa con 100 o 200 compatriotas, que es nada, frente a la realidad de los más de 2,3 millones que están fuera, pero los usan para exponerlos en declaraciones a los medios, como un «triunfo del gobierno»). No se ha hecho estudio alguno del problema para evaluar las causas, consecuencias y menos para hacer propuestas. Al contrario, el gobierno se aprovecha de esta tragedia humana: los maltrata en el «viacrucis» del «apostillamiento de documentos», quiere captar y controlar las «remesas» que los migrantes mandan a sus familias; y ahora, les va a «sacar un ojo de la cara», cobrándole más de 4 «salarios mínimos» al que quiera sus documentos para salir.¡Es una retaliación!

Pensando con respecto al tratamiento que el gobierno suele darle a los problemas del país, la manera tan irresponsable cómo los aborda, la ética que prevalece, el abordaje mediático que les da a través de la hegemonía comunicacional que tiene con los medios que ha adquirido, la alienación que logra a través de la coacción y autocensura, y el uso masivo de las redes sociales que han estructurado con apoyo extranjero, podríamos bien caracterizar a todo este período de gobierno de Maduro, como un gigantesco «Falso positivo».

Todo en el gobierno de Maduro es un «Falso positivo», han echado mano de este recurso político del «uribismo», para crear una «realidad virtual», diseñada para ganar y ganar tiempo y; sobre todo, para manipular a los amplios sectores sociales, populares, a los otrora dirigentes y partidos revolucionarios; para mantenerlos, a pesar del desastre y el bandazo a la derecha de su gobierno, bajo la creencia de que apoyan a un gobierno chavista o revolucionario.

Maduro es el primer «Falso positivo». Se autoproclama como el «hijo de Chávez», y lo que ha hecho es barrer con el gobierno de Chávez, encarcela y persigue a sus ministros, borra su legado, destruye su obra y traiciona sus ideales; también se autoproclama «presidente obrero» y conduce un paquetazo anti obrero, donde se acuerda con la burguesía nacional; mientras la hiperinflación y la megadevaluacion expropian el salario y el trabajo de los obreros, donde se destruye el trabajo.

Se autoproclama «protector del pueblo» y ha convertido al pueblo de Bolívar, al pueblo del 13 de abril, en un pueblo manipulado en su pobreza y necesidades que corre detrás de un Carnet, una «Caja Clap», de un «bono», donde sus niños comen basura, sus hijos salen como pueden del país, sus ancianos pasan días en una cola miserable tratando de obtener su pensión, donde los enfermos mueren por falta de medicamentos.

Manipulan de manera cruel a los más débiles, a los que no tienen otra opción, los maltratan haciendo colas para todo, para que luego se sientan «agradecidos» porque consiguieron uno que otro insumo, «agradecidos» por recibir una Caja de carbohidratos y productos de mala calidad, agradecidos «porque con el salario mínimo ahora me puedo comprar un pollo», entre otros tristes elementos que han convertido cualquier situación, que hace tan poco tiempo era normal, en un hecho extraordinario, lejos del alcance de las grandes mayorías: comer carne, queso, tomar leche, café, comprar ropa, calzado, mucho menos, un vehículo. Han impuesto como normal una vida de restricciones y privaciones que han provocado una tristeza colectiva. Es un país triste, resignado, sin expectativas.

Se autoproclama «constructor de victorias», por su brutalidad con el uso de la fuerza y represión y sus habilidades en acordarse con la oposición y la derecha, mientras ha conducido al chavismo y al socialismo a una derrota estratégica. Existe un rechazo generalizado en el país a la sola mención de la palabra revolución o socialismo, porque lo asocian a la gestión de Maduro, la única derrota que ha sufrido Chávez, ha sido de manos de Maduro: ha matado la pasión y el amor del pueblo por el socialismo, por la revolución.

Como Maduro sabe que es un «Falso positivo», entonces necesita de los mecanismos de manipulación y control social que han instalado y de los que no pueden prescindir, necesita manipular permanentemente al pueblo y seguir fabricando un prestigio que no tiene. Ya su círculo íntimo no sabe qué otras «odas y ollas» comunicacionales montar para Maduro, en un intento desesperado de darse algún tipo de autoridad ante el pueblo.

Es un severo problema para sus asesores de imagen, sus especialistas en imitación de Chávez, sus expertos en manipulaciones del instinto primario de las masas, porque este desastre no tiene autoridad ni prestigio en el seno del pueblo, no emociona, porque no tiene ni una épica que mostrar, ni la acertividad de un jefe, mucho menos las virtudes que caracterizaron al Comandante Chavez: valor, honestidad, lealtad, estudio, trabajo.

De hecho, es tan extendida la certeza que existe entre los suyos que Maduro no goza de autoridad en el país, que entonces la imponen por el miedo, el abuso de poder, al punto de llevarse presos a dos bomberos de Mucuchíes a los que se le ocurrió hacer un chiste, una broma de Maduro, que ya asomó la Fiscalía que les puede costar casi 20 años de prisión. Sin mencionar la cantidad de oficiales bolivarianos que están secuestrados por los organismos de inteligencia, o la prisión y aislamiento del General Rodríguez Torres, o las amenazas y persecución en mi contra.

Identificar este fenómeno en torno a Maduro, no como un asunto de orden personal, como lo catalogan algunos para justificar su propia cobardía, se hace necesario para entender cómo se conduce todo el gobierno, cómo logran manipular o neutralizar amplios sectores políticos y sociales. Este es un gobierno «Falso positivo». Veamos algunos ejemplos emblemáticos.

La posición «anti imperialista» del gobierno, es un «Falso positivo». Movilizaron a un pueblo combativo a recoger «millones de firmas» contra el decreto de Obama, que jamás entregaron; buscan cualquier contacto con la administración norteamericana, tienen canales «secretos» de acuerdos, buscan desesperadamente que las transnacionales petroleras tomen las operaciones de una PDVSA destrozada; buscan sin ninguna vergüenza que alguna transnacional los reciba, aunque sea por la puerta de atrás, que vuelvan a sus antiguos dominios; se hacen «los locos» mientras las transnacionales están operando, y anuncian producción de petróleo en aguas en reclamación en el territorio Esequibo.

El gobierno, presa de la ansiedad por encontrarse con Trump, sale a la ONU en Nueva York, sin agenda ni actividades propias, no lo recibieron, pero insiste en su discurso con «darle la mano», lo pide a gritos, ante un auditorio vacío de diplomáticos, pero luego acá, en Caracas, dicen que era «mentira», que eso sería una «deshonra». Aunque lo que indico es cierto, el madurismo tiene convencidos, a los que lo apoyan, que «luchan contra el imperialismo».

La «guerra económica» es otro «Falso positivo». Han utilizado este argumento general sin explicar en qué consiste esta «guerra», para esconder su incapacidad en la conducción de la economía. Si esta «guerra» existiera, como lo proclama el madurismo, entonces es obvio que la perdimos hace más de cuatro años y, cuando menos, deberíamos cambiar a ese «general» y su «alto mando».

Una hiperinflación proyectada a 1.000.000 %; una megadevaluación donde el tipo de cambio era de 10 Bs al 01 de enero de 2018 y hoy, en apenas, diez meses, el es de 62.000.000 Bs; una caída acumulada de hasta el 15% del PIB interanual durante cinco años; la caída de la producción de petróleo más pronunciada de nuestra historia: desde los 3 millones de barriles día en 2013 hasta 1,1 millones de barriles día, en septiembre de este año; escasez de alimentos, medicinas, servicios públicos, transporte. Un caos que no se le puede seguir adjudicando al «Falso positivo» de «la guerra económica».

El gobierno de Maduro no ha estado sometido a más «guerra económica» que la que realmente sufrió el Presidente Chávez durante su gobierno, eso sí fue una guerra: precio del petróleo a 11 dólares el barril, golpe de Estado, dos paros patronales de Fedecámaras, Plaza Altamira, Sabotaje Petrolero, producción de petróleo de solo 23 mil barriles día producto del sabotaje a PDVSA, «guarimbas», Referéndum Revocatorio, bloqueo a fuentes financieras de la banca internacional, sanciones norteamericanas contra PDVSA, etc.

Pero el Presidente Chávez nunca usó esa confrontación como excusa en su gestión. No. El Presidente Chávez tomaba decisiones a tiempo, correctas. En su equipo económico no había improvisación, trabajamos bajo su conducción, articulados y coordinados, recogiendo el pensamiento económico progresista del país: recuperamos la producción de PDVSA a tres millones de barriles día, recuperamos el precio del petróleo, revertimos la Apertura Petrolera, negociamos con más de 33 empresas transnacionales, subordinándolas al control del Estado, enfrentamos con éxito los juicios internacionales de la «Exxon Mobil» y la «Conoco Phillips»; controlamos la inflación que promedió 25% en el período, controlamos el tipo de cambio, logramos estabilidad cambiaria, salarios dignos, Misiones Sociales: La Robinson, Ribas, Sucre, Barrio Adentro, Gran Misión Vivienda Venezuela; servicios públicos: electricidad, gas, agua, transporte, servicios de salud dignos, programas de medicamentos para enfermedades de alto riesgo; educación. Luego de conquistar la estabilidad política, logramos crecimiento económico de 7% del PIB cada año: había alimentos, medicinas, seguridad, estabilidad, inversiones, proyectos, programas, obras, trabajo.

Ante el asedio y la falta de financiamiento de la banca internacional, creamos nuestra nueva arquitectura financiera: el Fonden, el Fondo Chino, Fondo Independencia, los mecanismos de intercambios, compensaciones. Todo se informaba al país, se publicaban los índices económicos, no había acuerdos secretos, en PDVSA se hicieron públicos por primera vez los informes de gestión y los balances, no evadimos los mecanismos de control, ni las leyes, ni la Constitución, se gobernaba de cara al país. Era el gobierno de Chávez.

La «lucha contra la corrupción» es otro de los «Falsos positivos» del madurismo. Se ha utilizado al Ministerio Público y al Poder Judicial para «judicializar la política», como ha sucedido en Brasil, Argentina, Ecuador, es el recurso de la derecha para perseguir revolucionarios o contrincantes políticos. También lo ha usado la administración norteamericana, a través de la «OFAC», solo que agregan el tema del narcotráfico a través de la «DEA». Maduro y los maduristas actúan con la misma lógica y ética de ellos: acusan-condenan-persiguen-capturan, sin derecho a la defensa, sin audiencias, ni presentaciones, violando la Constitución, los derechos humanos, la inviolabilidad de la residencia, la presunción de la inocencia, entre otros.

Es un «Falso positivo» que ha dejado el camino regado de presos sin ningún tipo de derechos, sin protección judicial; una PDVSA destruida, en proceso de privatización; una Misión Alimentación, desmantelada, para dar paso al negocio de las importaciones para las «Cajas Clap»; desmovilizaron las Misiones Sociales. Cuando afirman que ellos «han hecho más viviendas con menos plata», que antes «era más fácil» porque era una «revolucion a 100 dólares el barril», y otra cantidad de cosas miserables, han provocado un profundo daño a la reputación y el honor de personas e instituciones, han enlodado la gestión del gobierno del Presidente Chávez, caracterizándolo como un gobierno corrupto.

Maduro insinúa la corrupción a todos los niveles del Gobierno del Presidente Chávez, sin atreverse, todavía, a culpar directamente al Comandante, «gafo no es», como dice una querida lectora de estos artículos.

Este «Falso positivo» de la «lucha contra la corrupción», lo adelantan e instigan funcionarios corruptos, fracasados, resentidos con Chávez y su gobierno. Lo estimula un presidente cuyo círculo íntimo y equipo político es la clara expresión de la corrupción en el país. Todos lo saben, conocen a sus testaferros, operadores económicos, mecanismos, fachadas, nadie se atreve a decir nada. Las agencias norteamericanas y otras instancias internacionales, siguen avanzando en sus investigaciones y recibiendo abundante información de los «socios arrepentidos» del madurismo. Esta es una historia que no va terminar bien para los responsables de estas maniobras. Como he dicho antes «están rociados de gasolina».

El otro gran «Falso positivo» de este gobierno es que el suyo es un «gobierno socialista» ¡Qué daño monumental le han hecho a la causa del socialismo y al Chavismo cuando afirman que este desastre es un gobierno socialista! Mienten. Este es un gobierno de derecha, restaurador del capitalismo más atrasado y rampante, incapaz, del que se tenga historia, ni siquiera le sirve al capitalismo globalizado. Maduro anuncia medidas económicas que son de corte neoliberal, compite con Macri (tan criticado por el madurismo), en su absurda meta de «déficit cero», privatiza PDVSA, entrega las operaciones petroleras, reservadas por la Constitución al Estado, a través de los ahora llamados «contratos de servicios petroleros», entrega el Gas de la Patria y el Arco Minero a las transnacionales, a los privados, lo que alguna vez el Comandante Chávez llamó «la propiedad patria».

Por otra parte, la devastación social causada por sus medidas económicas, han tenido efectos más perversos que los causados por cualquier paquetazo en el mundo, el deterioro de las condiciones de vida van, desde la imposibilidad de consumir proteínas, comer lo que quieras, de transportarse, de vestirse, de comunicarse, divertirse hasta sufrir apagones más de 12 horas, el acecho del hampa, el secuestro o morirse por no conseguir las medicinas.

Hoy día tenemos una sociedad y un país fracturado socialmente, más injusto que nunca, desigual. Un reciente trabajo del profesor Luis Pedro España, con los datos de la «Encovi», indica que nuestro país es el segundo más desigual en la región, con un coeficiente de Gini (una medida de la desigualdad dentro de un país, mientras más cercano a cero, hay mayor equidad, cuando se acerca a uno hay más desigualdad) que pasó de 0,407 en el 2014 a 0,681 en el 2017, ¡Un desastre! Nuestra sociedad durante el período del Presidente Chávez era el segundo, después de Uruguay con mayor equidad en la región, es decir, el segundo con un coeficiente de Gini más bajo. Ahora después de cinco años de Maduro en el poder, se acerca más a la estructura social de Haití, país hermano que se ha mantenido como el más pobre del hemisferio.

Me pregunto ¿esta realidad no llama a la reflexión a tantos voceros del gobierno, que son tan fáciles al aplauso, pero tan dados al insulto o a la descalificación?

Ahora en nuestro país, existe, por un lado, una élite poseedora de recursos y con acceso al poder y sus divisas, vive un país de fantasía, son los nuevos ricos y magnates a los cuales les importa poco la situación, no la sufren. Por el otro, una inmensa mayoría, cercana al 80% del país, que está «pariendo» el día a día, que no tiene alimentos, no tiene seguridad, ni servicios, ni esperanzas. Manipulado por los «Falsos positivos» del madurismo y por los mecanismos de control social, que medran en la miseria, en la necesidad, en el hambre para manipular y destruir conciencias. Han destrozado la dignidad y autoestima del pueblo de Chávez.

Maduro entrega nuestra soberanía económica, y nuestras conquistas sociales y políticas, porque está dispuesto a hacer lo que sea para mantenerse en el poder. Sigue agitando el trapo rojo, utiliza al Socialismo y a Chávez para hacer todo lo contrario, todavía consigue incautos.

Como los señalados, hay gran cantidad de «Falsos positivos» del gobierno. Más que hechos aislados, errores, o como se quiera justificar, es una línea de acción deliberada del gobierno: mentir y manipular, mientras ganan tiempo para terminar de desmontar y entregar lo que nos queda de país. Esto es una técnica de neurociencia y manipulación de masas que seguramente aprendieron de quienes les manejan la propaganda y articulan los mecanismos de control social.

Al momento de cerrar estas notas, me envían de PDVSA mensajes y videos de las protestas en defensa de un salario justo para los trabajadores. Los acompaño en su lucha, en sus aspiraciones que son justas. El gobierno, en su «Falso positivo» y lógica de destrucción de la industria, ahora pretende desconocer los importantes logros laborales de la industria, producto de la lucha de los trabajadores.

Bajo nuestra gestión, la gestión junto al Presidente Chávez, jamás le escamoteamos derechos a los trabajadores y siempre firmamos y avanzamos en Convenciones Colectivas progresivas, de protección y beneficios, características de un gobierno verdaderamente revolucionario y popular ¡Adelante muchachos! Con Chávez Siempre, ¡Venceremos!

Fuente: https://www.aporrea.org/venezuelaexterior/a270220.html