Recomiendo:
0

Fernando Botero hizo el trabajo de Ginebra

Fuentes: Diario La Prensa

  «Los colores los elijo en la medida que los oigo gritar». (Pablo Picasso) ¿Será coincidencia? poco importa. Pero al mismo tiempo, cuando en Ginebra, los Estado Unidos jugaba otra vez al teatro de señalar al «país bueno, malo y feo», el insigne pintor colombiano Fernando Botero sacudía al mundo de su letargo mostrándole en […]

 

«Los colores los elijo en la medida que los oigo gritar».
(Pablo Picasso)

¿Será coincidencia? poco importa. Pero al mismo tiempo, cuando en Ginebra, los Estado Unidos jugaba otra vez al teatro de señalar al «país bueno, malo y feo», el insigne pintor colombiano Fernando Botero sacudía al mundo de su letargo mostrándole en 50 lienzos la barbarie que se comete con pueblo iraquí, y expone con ellas, cuál país es el que realmente viola los Derechos Humanos.

Botero, emulando al Guernica de Picasso, muestra en estas pinturas a personas empaladas, posturas infames y humillantes, mujeres y hombres acosados por perros y otros animales, rejas, sangre, sombras y dolor que fueron pintados basándose en las torturas que los soldados norteamericanos infligieron a los presos iraquíes en la infame cárcel de Abu Ghraib y que se dice continúan en diferentes sitios del desangrado país.

«Me produjo un choque total la conducta de los americanos, el mismo que le produjo al mundo entero -especialmente porque EE.UU. se dice el modelo de compasión- los hechos que acontecieron en las celdas y más porque ignoran por completo lo señalado por la Convención de Ginebra que ellos mismos firmaron», declara Botero quien dice estar indignado con la invasión «ilegal y abusiva» de Estados Unidos a Irak.

Desde 1988, la Comisión de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas reunida en Ginebra hace cada año su trabajo sucio siguiendo las instrucciones del departamento de estado norteamericano de condenar a Cuba por la violación de los derechos humanos. A tal grado llega el cinismo de la superpotencia y de sus obedientes servidores que ya a nadie importa sus resoluciones, sus condenas y sus recomendaciones porque todo el mundo, así como Botero, sabe que el país que asumió el rol del único supremo juez del mundo es en realidad el mayor violador de los derechos humanos en el globo terrestre.

Este año la farsa se repitió cuando Washington imputó a Cuba la misma acusación logrando la aprobación de la resolución con 21 votos a favor, 17 en contra y 15 abstenciones. El hecho es tan risible porque la ONU ni siquiera prestó atención al hecho de que la Cámara de Representantes del Congreso norteamericano aprobó hace poco una moción, presentada por el legislador demócrata Edward Markey, contra la tortura en su país, porque «descubrieron» que la CIA utiliza el método de «interrogatorio agresivo» así como le llaman ahora a la tortura. El congresista Markey declaró después de la votación que en «la Guerra contra el terrorismo incluye también la lucha contra los que aplican las torturas».

Cómo pintaría Botero si supiera que esa degradación se ha internacionalizado, pues la CIA, para no ser acusada de torturadora, lleva (según se expuso en el Congreso) a los sospechosos de terrorismo a Siria, Egipto, Irán, Arabia Saudita, Turquía, Marruecos, Paquistán, Jordania, Azerbaiján, Uzbekistán y muchos otros países donde la tortura es pan de cada día. Se sabe que en total la CIA opera más de 24 prisiones fantasmas en el extranjero.

De acuerdo al periódico israelí, Ha aretz, la prisión al-Jafr en el desierto jordano es la más famosa y la más utilizada para el interrogatorio de los sospechosos de terrorismo. La revista CounterPunch, vol.12, no 3 de este año informa que una de las torturas más populares, aprobada por una orden ejecutiva firmada por el presidente Bush en febrero de 2002, es «correrse la tabla». La víctima es amarrada a un tronco de madera y tirada al agua helada hasta que aparecen síntomas de ahogo. Por supuesto que este «interrogatorio agresivo» es bajo la supervisión de algún médico.

En los países antes citados, periódicamente aterriza un misterioso «jet ejecutivo» Gulfstream V con la placa N379P con pasajeros «especiales», secuestrados previamente en cualquier país del mundo, encapuchados, esposados y encadenados, dicen que llevan nombres inventados y caminan sin saber donde van. Las autoridades respectivas no revisan sus documentos y el paradero de los infelices se pierde para siempre en los archivos de los servicios secretos. Su tripulación y los agentes de inteligencia pertenecen a una unidad especial de la CIA, llamada «Special Removal Unit». Este escenario macabro hace recordar la operación Cóndor y sus desaparecidos.

Todo esto no debe ignorar la ONU y por eso, así como Botero, el mundo está asqueado por la doble moral de la Comisión de Ginebra, al punto, que ya a nadie le importa un bledo lo que determinen. La Unión Europea , que tanto se alaba por su sistema y filosofía democráticas, supuestamente más antiguas del mundo, se convirtió después de la Segunda Guerra Mundial en un simple seguidor de EE.UU. perdiendo finalmente su identidad tal como advirtieron sus filósofos Derrida y Haberman quienes en mayo de 2003 declararon que sin oposición abierta a la actual política norteamericana de Guerra preventiva y violación de las leyes internacionales no se puede construir la identidad europea. No quiso escuchar Europa a sus mejores filósofos y sus aparentes desacuerdos, igual como en el caso de Japón, con Norteamérica están diseñados para el consumo interno pero en realidad no tienen ninguna trascendencia.

No, Cuba ya no debe dolerse de la ingratitud de Ucrania. El nuevo amo de Víctor Yuschenko le ordenó olvidarse de los 35 mil niños de Chernobil afectados por el cáncer, como resultado de aquel trágico accidente nuclear, y que la isla está atendiendo durante más de 15 años, gratuitamente. Tampoco tiene que lamentar la traición de México, Guatemala, Costa Rica, Honduras que también vendieron su identidad por la promesa de un puñado de dólares, ni por las taimadas abstenciones de los países amigos durante su voto en Ginebra.

Cuba no debe insistir tampoco en denunciar lo que sucede con los detenidos en la Base norteamericana en Guantánamo. ¿Para que? Si la pintura del maestro Fernando Botero, su «instrumento de Guerra para contener la brutalidad y la oscuridad», ha inmortalizado para la historia la barbarie de este tiempo.

Si el Guernica de Picasso, que se halla en las Naciones Unidas, es un recuerdo tan punzante de las atrocidades de la guerra civil española y en realidad de todas las guerras (en el 2003 Colin Powell mandó cubrir el famoso lienzo para que no haya ningún impedimento para la nueva guerra de EE.UU.), los 50 cuadros de las torturas de Botero harán lo que ni mil reuniones de Ginebra: impedirán que olvidemos a los amos del «siglo de los perros lobo»